«Como el dios del Antiguo Testamento, he construido una obra literaria alrededor de la ira […] La tinta de mis cuentos es la ira contra los acosadores de mi infancia y mi adolescencia […] Quiero abrazar este sentimiento y hacer con él cada cosa: bailar, marchar, escribir» (26).[1] Un libro de escritura estremecedora, descarnadamente honesto y vital. Visceral, de María Fernando Ampuero, es un texto transgenérico que da cuenta de una vida en constante enfrentamiento con las diferentes formas de violencia contra la mujer, y los estereotipos y prejuicios de una sociedad patriarcal, mediante una escritura deslumbrante, cargada de ira. Un libro que vapulea a quien lo lee con la verdad de su testimonio.
Visceral es un texto que busca alejarse del ambiguo pacto de verosimilitud de la autoficción para adentrarse en los territorios de la memoria y la confesión autobiográfica, bajo el marco invisible de una sólida reflexión cultural sobre la sociedad patriarcal. «Asfixia», el texto que abre el libro es una suerte de poética que plantea la necesidad de la escritura como una expresión de la ira que provoca la misoginia latente en el mundo y que busca la destrucción de las mujeres: «Recurro a la literatura. / Como siempre que no puedo entender algo, que la injusticia me retuerce las vísceras, que siento que podría desmayarme de ira, recurro a la literatura» (13). Esa ira es generada por el terror que causan el desastre ecológico del planeta, el abuso y la violencia contra las mujeres y el ascenso del neofascismo cuyo ejemplo es Vox, el partido de la ultraderecha española. Ampuero no teme la exposición personal porque la fuerza de sus textos reside en la brutal honestidad de su escritura.
En Visceral, Ampuero recorre la memoria marcada por la represión social ante la libertad del espíritu de una mujer y el acoso normalizado ante un cuerpo que no calza en el molde del cuerpo que la sociedad de consumo idealiza. La miseria y el peligro para la salud generados por la industria de la delgadez son develados en «Mórbida» y «Gorda», dos textos dolorosos que diseccionan el sufrimiento en la autoestima causado por el rechazo a una persona en función de su cuerpo: «Las flacas parecían merecer más el mundo que nosotras. / Madre quería conservar a marido. Hija tenía que conseguir marido. / Ambas cosas requerían de las pastillas amarillas y naranjas de los doctores peruanos» (78). Pastillas mágicas para adelgazar que combinan el poder destructor de las anfetaminas, diuréticos y laxantes que hasta hoy siguen envenenando a las mujeres en busca del cuerpo idealizado por el mercado y, pese a su peligro mortal, carecen de control por parte de las autoridades sanitarias.
Ampuero recorre con nostalgia y un espíritu liberado la memoria de Guayaquil, de su infancia y adolescencia, de su padre y su madre; así, la ciudad se convierte en un lugar cruel del que hay que salir para sobrevivir cuando se es una niña con inquietudes: «Nací en Guayaquil, Ecuador, una ciudad sin sueños. Miento: una ciudad donde mueren y matan los sueños» (45). Habla sobre el horror de la pandemia y el encierro, así como del amor en medio de aquel momento apocalíptico que vivió el planeta y que a ella le tocó vivirlo en Madrid: «Un hombre y una mujer encerrados por la neblina» (161). Visceral trata varios asuntos con una lúcida mirada feminista: la sexualidad, la maternidad, la migración, el desastre ecológico del mundo. Y con «Loca», Ampuero ha escrito uno texto conmovedor por su claridad, cercanía y verdad, que combina confidencias y datos periodísticos sobre la salud mental: «No sé dónde termino yo y dónde empieza la enfermedad […] Vivir con esto es como tener un animal salvaje en casa. Se traga todo y quiere más. / Vivir con esto es como vivir en una cada endemoniada. Tú eres el demonio y también la casa / Vivir con esto es sobrevivir» (138-146-147). Un texto que es también una plegaria para el cuidado de quienes sobreviven con la depresión a cuestas bajo el entendido de que «la felicidad no es una decisión. No lo es para nada» (142).
Hay una tremenda y dolorida honestidad en Visceral, que es un libro con el tono íntimo de la confidencia, con la ira de quien exorciza sus demonios tormentosos, con la furia de una escritura implacable. María Fernanda Ampuero nos confía su fragilidad en medio de la catástrofe del mundo, al mismo tiempo que nos comparte la fuerza iracunda de su literatura.
[1] María Fernanda Ampuero, «Furia», en Visceral (Madrid: Editorial Páginas de Espuma, 2024), 26. Los números entre paréntesis indican la página de la cita en esta edición. La fotografía del libro que ilustra esta entrada es mía.