José María y Corina lo habían conversado en alguna de su tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, junio 26, 2017

La UASB-E atropella mis derechos laborales



Información sobre docentes en el portal de la UASB-E, del 25.06.17

            Finalmente, aunque con una sarta de engañifas, la UASB-E ha respondido, mediante un comunicado de prensa (El Telégrafo, 23.06.17), a lo que yo he venido reclamando, desde comienzos de mayo, en tres oficios dirigidos a su rector. Todavía no recibo la respuesta oficial del rector a las dos comunicaciones que le dirigí el 27 de mayo y el 13 de junio.
Como yo mismo digo en mis oficios, el rector de la UASB-E sí me recibió el 4 de mayo. El hecho cierto es que, hasta la fecha, el rector se ha negado a reincorporarme a mis tareas académicas en la universidad en tanto profesor de planta que soy.
La UASB-E, en su comunicado, dice: “Cuando en diciembre del año 2015 se venció su licencia como docente, el Dr. Vallejo no presentó oportunamente la solicitud de ampliación.” Esta frase tiene dos falsedades, que aclararé.
La primera falsedad: no es cierto que en diciembre de 2015 se haya vencido ninguna licencia a mí concedida. Con la Resolución 09/2014, el Consejo Superior de la UASB, presidido por Rubén Vélez, me concedió licencia hasta el 4 de abril de 2016.
La segunda falsedad: no es cierto que yo no haya presentado la solicitud de ampliación de mi licencia.
Primero, en abril de 2016, toda vez que continuaba en la función de embajador, presenté la solicitud de ampliación de mi licencia, misma que me fue concedida por el presidente del Consejo Superior de la UASB, Luis Fernando Duque quien, textualmente, resolvió: “autorizar la prórroga de dicha licencia sin sueldo por el período que duren sus funciones.”
Segundo, en mayo de 2016, una vez que estuve posesionado como ministro de Estado, volví a solicitar la ampliación de la licencia. Nuevamente, el presidente del Consejo Superior de la UASB, Luis Fernando Duque, resolvió: “autorizar la prórroga de su licencia sin sueldo por el período que duren sus funciones.”
Yo no he desconocido ninguna competencia del rector de la UASB-E. Es este, el que están desconociendo la autoridad del presidente del Consejo Superior de la UASB, Luis Fernando Duque, al desacatar la Resolución No. 01-2017, emitida el 11 de mayo, Formalización reincorporación doctor Raúl Vallejo Corral, docente profesor de planta del Área de Letras y Estudios Culturales, y miembro del Consejo Superior de la UASB, cuyo «Artículo único» dice:

Disponer que la Sede Ecuador de la Universidad Andina Simón Bolívar, para que en un plazo no mayor de 15 días, realicen los trámites correspondientes para formalizar la reincorporación del Doctor Raúl Vallejo Corral, docente profesor de planta del Área de Letras y Estudios Culturales, y miembro del Consejo Superior de la UASB, quien se encontraba debidamente autorizado para gozar de una licencia sin sueldo mientras ejercía funciones de embajador de la República del Ecuador ante el Gobierno de Colombia y posteriormente como Ministro de Cultura y Patrimonio de ese país.

            El plazo se cumplió el 27 de mayo. Para información de la ciudadanía, la UASB-E al decir que yo he “exhibido documentos que no corresponden”, pretende desconocer la autoridad del economista Luis Fernando Duque, presidente del Consejo Superior de la UASB, “máximo organismo de dirección de la universidad”, según lo estipulado en el artículo VII, numeral 1, de su Estatuto. Reglamentariamente, debe saber la ciudadanía, es al presidente del Consejo Superior de la UASB, Luis Fernando Duque, a quien yo tenía que solicitar la ampliación de mi licencia sin sueldo.

            Asimismo, la Secretaria General, dice, refiriéndose a mi situación laboral: “Podría luego pedir su recontratación al rector de la universidad, sometiéndose a las normas y procedimientos que todos, sin excepción, deben observar.” Esta afirmación, constituye un escandaloso atropello a mis derechos laborales. El comunicado de la UASB-E oculta algunos hechos:

1) En ningún momento la UASB-E me comunicó que mi licencia había concluido. Tampoco lo hubiera podido hacer, justamente, porque siempre solicité la prórroga de la misma.
2) La vigencia de la licencia está corroborada por el hecho de que la UASB, sede Ecuador —como corresponde a mi estatus de profesor de planta del Área de Letras y Estudios Culturales—, me ha incluido en la página web de la universidad; asimismo, consto en el folleto de Convocatoria Internacional 2017 de los Programas de Maestría de Investigación; y, además, en la pasada consulta previa para designar rector, que tuvo lugar el 24 de octubre de 2016, estuve, como docente de planta, en el Padrón electoral y ejercí mi derecho al voto.
Si yo hubiera dejado de ser profesor en diciembre de 2015, como miente el comunicado de la UASB-E, entonces no tendría que haber figurado en la promoción que la universidad hace de sus programas para 2017, y menos, constar en el padrón de la consulta previa de octubre de 2016 que la propia UASB-E elaboró.
3) Al exigir que yo pida una “recontratación”, la UASB-E está reconociendo que ha atropellado mis derechos laborables, pues, por un lado, dice que soy profesor de planta en la promoción de sus programas de maestría y, por otro, pretende sostener que ya no pertenezco a la planta docente y que debo solicitar mi recontratación.
Al leer mi artículo anterior, el rector de la UASB, sede Bolivia, doctor José Luis Gutiérrez Sardán, tuvo a bien enviarme el siguiente mensaje:

Respetado y apreciado Dr. Raúl Vallejo:
Gracias por la información que nos comparte. Como le hice conocer nuestro criterio en otra oportunidad anterior, los derechos del profesor universitario no se pierden por “Servicio a la Patria” (prestar el servicio militar o representar al Estado como Embajador o Ministro de Estado). Este criterio rige en la Universidad Andina Simón Bolívar -Sede Central- pues de lo contrario privaríamos al Estado del importante aporte de nuestros mejores talentos. La democracia exige respeto y tolerancia, no sólo en procesos electorales sino en forma permanente. La democracia otorga, no restringe derechos.

Criterio que, según se desprende de su negativa a reintegrarme como docente, no comparten las autoridades de la UASB, sede Ecuador. Está claro que, a pesar de las pomposas declaraciones de pluralismo y democracia de las autoridades de la UASB-E, en ellas lo que prima es el sectarismo político.
No voy a referirme a los otros temas porque ya lo hice en mi artículo anterior y la UASB-E en su comunicado se limita a negar padre y madre con generalidades que no aclaran nada. Quiero que las autoridades universitarias y laborales del Ecuador, así como la ciudadanía, se enteren de que las actuales autoridades de la UASB-E están violentando mis derechos laborales.

martes, junio 20, 2017

SENESCYT y UASB: solo hay que cumplir la Ley


           
           En días pasados, luego del acuerdo alcanzado por la SENESCYT y la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, que fuera publicitado el 1 de junio, aparecieron dos artículos de opinión que, de manera tendenciosa, interpretan el acuerdo; de forma tergiversada, mencionan mi participación en el impasse de la UASB; y, de manera deliberada, ocultan a sus lectores la negativa del rector de la UASB-E a reintegrarme como docente de planta. El uno, "Acuerdo sobre la Andina", de Enrique Ayala Mora (El Comercio, 09-06-17); el otro, "El acuerdo con la Andina", de Felipe Burbano de Lara (El Universo, 13-06-17). Ambos artículos, básicamente, dicen lo mismo y tienen similares punto de vista, por lo que habré de referirme, indistintamente, a ambos.
            El acuerdo entre la SENESCYT y la UASB es importante porque ha logrado que, finalmente, la UASB-E acepte públicamente lo que sus autoridades, sistemáticamente, se habían negado a aceptar: 1) Ingresar al eSigef y manejar los fondos públicos con los sistemas contables y de registro que llevan todas las instituciones públicas del país; 2) Repatriar al sistema financiero nacional los recursos que la UASB tiene en el exterior; y 3) Reconocer la competencia de las autoridades de control del Estado ecuatoriano sobre el manejo de los fondos públicos.
            En contraparte, la SENESCYT se comprometió a “reafirmar el estatus de organismo público internacional de la UASB-E”, que es algo que nunca ha estado en duda; y a gestionar las asignaciones pendientes. Estos puntos serán resueltos una vez que la UASB cumpla con las tres exigencias arriba mencionadas; puesto que, para empezar, las transferencias deberán hacerse a través del eSigef, según señala la Ley. Exactamente lo mismo que el gobierno anterior le exigía a la UASB.
            Sin embargo, tanto Ayala Mora como Burbano de Lara, opinan sobre el impasse desde una supuesta victimización política. Ninguno reconoce que la UASB-E, por razones de militancia partidaria de sus autoridades —empezando por Ayala Mora, que utiliza su columna editorial, con el beneplácito del diario en el que escribe, para opinar sobre un asunto del que es juez y parte—, se ha negado a cumplir la Ley ecuatoriana. Tanto se ha negado que ahora firma un acuerdo aceptando que habrá de cumplirla. Suena extraño pero es así: con el acuerdo, las autoridades de la UASB-E reconocen que ahora sí se someterán a la Ley ecuatoriana.
Ninguno de los dos editorialistas informa a sus lectores que el Consejo Superior de la UASB, cuyo presidente es el colombiano Luis Fernando Duque, también ha impelido a las autoridades de la sede Ecuador a cumplir con la Ley del país. Por ejemplo, en la sesión del 22 de noviembre de 2016, fue resuelto que el presidente del fondo de inversiones de la UASB-E (Fondo de Promoción) debió haber presentado, en quince días desde esa fecha, un informe detallado sobre la evolución de dicho fondo. El cumplimiento de esta disposición ha sido escamoteado pues, una comunicación del 22 de diciembre de 2016, firmada por el presidente del Fondo de Promoción, está llena de disquisiciones legales y justificaciones sin mencionar una sola cifra que permita tener una idea, para empezar, de a cuánto asciende dicho fondo.
Nunca las autoridades de la UASB-E han rendido cuentas a la comunidad universitaria sobre el Fondo de Promoción —que el actual rector se ha comprometido a repatriar—; por eso es que ningún estamento de la UASB conoce hasta hoy: 1) Cómo y cuándo se formó el fondo; 2) Cuál ha sido su monto en los diferentes años; 3) Cómo ha evolucionado; dónde y bajo qué condiciones financieras ha sido invertido; 4) Qué se ha hecho con los intereses generados; 5) Si se ha dispuesto de parte del capital, en qué se ha invertido y bajo qué normas de uso dinero público.
Dado el acuerdo firmado con la SENESCYT, ojalá que las autoridades de la UASB, por fin, informen sobre el Fondo de Promoción a todos los estamentos de la comunidad universitaria. Asimismo, ojalá que, para el bienestar de trabajadores y docentes, se decidan a arreglar las glosas y otras cuentas pendientes con el IESS para que los empleados de la UASB puedan acceder a los servicios de la seguridad social. Y ojalá que, finalmente, los docentes sean ubicados según ordena el Reglamento de Carrera y Escalafón del Profesor e Investigador del Sistema de Educación Superior, expedido en 2013, según la LOES.
            Los articulistas, asimismo, repiten dos consignas falsas para justificar su argumento esgrimido desde la “teoría de la conspiración”: la una, que en la UASB-E el rector es elegido; y la otra, que yo era el “candidato del correísmo” frente al “candidato de la universidad”. Sobre el primer punto, el Estatuto señala que el rector de la UASB es designado por el Consejo Superior. Para comprender mejor este asunto, los remito a mi artículo "Cinco apuntes sobre el impasse de la Universidad Andina Simón Bolívar" (El Telégrafo, 05-02-16).
Sobre el segundo punto: bien conoce Enrique Ayala Mora —quien, destruyendo una relación fraternal que nos unió durante el crecimiento de la UASB, no tuvo empacho, por causa de la coyuntura política, en “demonizarme” durante la consulta previa con toda clase de mentiras sobre lo que sería mi actuación si era designado rector—, y también lo sabe la comunidad universidad: yo he sido profesor fundador de la UASB-E, y como tal tenía y tengo el derecho de aspirar a cualquier función de dirección de la universidad por mí mismo sin asumir la bandería de ningún gobierno ni partido político. Yo participé del proceso de designación de rector en mi condición de docente fundador de la UASB y era tan “candidato de la universidad” como cualquier otro.
Así que, señor Burbano de Lara, tranquilo; no se afane usted en pretender colocarme sambenito alguno al mejor estilo de los inquisidores. Mi nombre siempre será recordado en la UASB-E: me recordarán como parte del grupo de profesores fundadores de la universidad, como director del Área de Letras, como director-fundador de la revista Kipus, como investigador del proyecto de las literaturas del Ecuador, como miembro del Consejo Superior de la UASB que ha exigido que la institución cumpla la Ley, y también me recordarán como un docente que, en cada curso, aprende enseñando.
Lo que tampoco informan Ayala Mora y Burbano de Lara a sus lectores es que, contra todas las declaraciones de pluralismo y democracia de las que llenan sus escritos, el actual rector de la UASB-E, con una serie de maniobras dilatorias, se niega a que yo reingrese como docente de la universidad. He dirigido tres oficios al rector solicitando mi reintegro a las actividades académicas y docentes que me corresponden: el 5 de mayo, el 29 de mayo y el 13 de junio. Pueden consultar el oficio del 13 de junio a Jaime Breihl que resume la situación en la que mis derechos laborales están siendo violentados.
Mi condición de docente de la UASB está corroborada por el hecho de que la propia UASB-E —como corresponde a mi estatus de profesor de planta del Área de Letras y Estudios Culturales—, me ha incluido en la página web de la universidad; asimismo, consto en el folleto de Convocatoria Internacional 2017 de los Programas de Maestría de Investigación; y, además, en la pasada consulta previa para rector que tuvo lugar el 24 de octubre de 2016, estuve registrado, como docente de planta, en el padrón y ejercí mi voto. Pero las autoridades actuales se niegan a reintegrarme a mis actividades académicas y docentes.
Hablan contra “el autoritarismo” y “el abuso”, y hacen pomposas declaraciones de “pluralismo”, pero en su esfera de poder, sea laboral o doméstica, se comportan como tiranos que violentan derechos laborales, y como sectarios que no admiten el disenso. Pero no solo eso. El rector de la UASB, el mismo que firmó el acuerdo con la SENESCYT, también desacata una resolución, del 11 de mayo, emitida por el presidente del Consejo Superior de la UASB, “máximo organismo de dirección de la universidad”, según lo estipulado en el artículo VII, numeral 1, de su Estatuto, que lo conmina a reintegrarme en un plazo máximo de quince días. Dicho plazo terminó el 27 de mayo y yo continúo con mis derechos laborales violentados.
El acuerdo entre la SENESCYT y la UASB-E es plausible porque se basa en una fórmula sencilla, que no da lugar a interpretaciones: la UASB-E tiene que cumplir las leyes del Ecuador si quiere gozar del reconocimiento del Estado ecuatoriano como organismo público internacional y participar de los recursos públicos destinados a las universidades. Para que el acuerdo sea puesto en práctica, ya que hasta hoy está únicamente en un documento, solo hay que hacer lo que no quiso hacerse en el pasado: cumplir la Ley.
 



martes, junio 13, 2017

Un argentino recibe el premio Nobel de Literatura



Enrique Pinti es un humorista argentino que define a los argentinos como una mezcla de “la mala leche del gallego, el lamento eterno del judío, y la chantada del tano”.
Me acordé de la frase de Pinti, al escuchar el discurso de aceptación de Daniel Mantovani, el argentino que ha ganado el premio Nobel de Literatura, y al que, algunos años después, habrían de nombrar “Ciudadano ilustre”, de Salas, su pueblo natal.
            Si bien se siente halagado por el premio, lo atormenta que, “este tipo de reconocimiento unánime tiene que ver directa e inequívocamente con el ocaso de un artista”. Mantovani siente que se ha convertido en un escritor que resulta cómodo para toda clase de público y esa comodidad, según él, desdice del espíritu creativo: “El artista debe interpelar, debe sacudir, por eso mi pesar por mi canonización terminal como artista”. Finaliza señalando que debe agradecer hipócritamente a los presentes “por haber dictaminado el fin de mi aventura creativa”.
            El escritor ha conseguido escandalizar al burgués: un silencio grave inunda el teatro y, luego de unos segundos, un público elegantísimo, ávido de justificar su mala consciencia, aplaude el lamento, la mala leche y la chantada del galardonado.
            El ciudadano ilustre (2016) es una película seductora que, a partir de la historia del regreso a su pueblo natal de un escritor argentino que ha recibido el premio Nobel, desarrolla, con amenidad e inteligencia, aunque muchas veces caiga en el cliché, la relación conflictiva entre la imaginación del artista y la realidad que recrea; el contrapunto del arte y la ética, y la confrontación de la cultura local y el arte llamado universal.

"...el fin de mi aventura cretiva."
              Daniel Mantovani, —interpretado con verdad actoral por Óscar Martínez— no es un rebelde como lo fuera, por ejemplo, Jean Paul Sartre, que rechazó el premio Nobel para continuar con su activismo radical. Mantovani es un escritor de rebeldía únicamente conceptual, pues su práctica vital es, más bien, la de un intelectual conservador, bien ubicado en los círculos culturales dominantes. Él se lamenta de los laureles literarios y sus consecuencias para el proceso creativo, pero los admite con cinismo.
Luego de rechazar invitaciones de todas partes del circuito cultural establecido, ese mismo cinismo lo llevará a aceptar una invitación a Salas, su pequeño pueblo, de donde ha salido cuarenta años atrás. ¿Para qué quiere regresar? Al principio, parecería tan solo una traviesa aventura personal: ponerse a prueba al regresar a un lugar del que ha querido escapar durante toda la vida. Después, la anécdota se convierte en conflicto: Mantovani es parte de Salas y viceversa; él es una rareza ilustre del pueblo pero también su cronista incómodo.
La aventura en Salas arranca con fuerza simbólica. El chofer designado para recoger del aeropuerto a Mantovani tiene un carro viejo cuyo neumático reventará a medio camino. Sin llanta de emergencia, los pesca la noche. Mantovani le cuenta una historia y el chofer concluye que los protagonistas son “los hermanos Remoneda”. Al día siguiente, el chofer va a defecar entre los árboles y lleva consigo unas páginas de una novela de Mantovani para limpiarse.

El costumbrismo resalta lo kitsch.
Los conflictos del autor, embebido de la cultura europea, con la sencillez y la árida vida cultural de su pueblo, son narrados apelando con equilibrio a escenas costumbristas, que resaltan el aspecto kitsch de lo popular. El paseo por el pueblo montado en el carro de los bomberos junto al intendente y la reina de belleza. El encuentro con un gaucho que, luego de exclamar «¡Viva la patria, Daniel!», hace un número de boleadoras. El descubrimiento de un busto del autor en la plaza del pueblo, con unos escolares que, pobremente, cantan el himno. Todas, escenas que acentúan la confrontación entre la sobriedad racional del mundo cultural europeo y la euforia algo desmedida y sentimentalista de lo local.
El culmen del enfrentamiento entre la visión local del arte y lo que el escritor ha asimilado en Europa es el concurso de pintura del que Mantovani es jurado. La verdad es que no se necesita vivir cuarenta años en Europa para darse cuenta de que las obras artísticas son deplorables. Tal vez exageraron lo directores de la película para acentuar el cliché de los pueblerinos ignorantes. Tal vez el hiperrealismo convirtió en parodia costumbrista toda la secuencia. No obstante, este episodio fundamental en la trama sirve para demostrar cuán lejos está la sensibilidad del escritor respecto de la sensibilidad de la gente de su pueblo natal. Irene (Andrea Frigerio), su novia de la adolescencia, lo ubica de manera sencilla pero contundente: «¿Eres ingenuo o egoísta? ¿No te diste cuenta que alguien acá se podía ofender?»
Las clases que imparte Mantovani son un buen recurso para plantear, dinámicamente, los conflictos entre el arte y la ética, y entre el individualismo del escritor y la demanda de su compromiso con la sociedad. La imagen del lleno entusiasta de la primera clase contrasta con el vacío desolador de la última. En todas ellas, el público parece desconocer no solo la obra de Mantovani sino el debate cultural sobre los problemas entre el arte y la ética que plantea el escritor: «La creación artística es independiente de la ética y la moral».

El asado de celebración es un mal presagio.
 El guion introduce un conflicto que desenredará la trama. Mantovani tiene una relación sexual una tarde, después de la primera clase, con Julia (Belén Chavanne), una muchacha desprejuiciada que se sofoca en el pueblo, y que, literalmente, se le mete en el cuarto de hotel. Julia resulta ser la hija de Irene y Antonio, el amigo que se casó con ella, (Dady Brieva, soberbio en su papel), quienes han invitado a Mantovani a compartir un asado, cabecitas de cordero y recuerdos. A partir de la cena y el descubrimiento de Mantovani, de que Julia es hija de sus amigos, la película deja a un lado el tono de comedia y se envuelve de una atmósfera lúgubre.

Paternalismo y humanidad en esta situación
Un episodio marginal de la trama es, sin embargo, un momento de alta tensión. Un padre (Gustavo Garzón) con su hijo en silla de ruedas, va a pedirle que le done una silla de rueda especial que tiene un costo de aproximadamente diez mil dólares. Mantovani se siente incómodo durante toda la conversación y elabora un contradictorio discurso sobre la caridad y el bien, para terminar negándose. Hay mucho de paternalismo pero también mucho sentido de lo humano en el conflicto. Al final, en el único gesto del personaje que es fruto de una sensibilización frente al prójimo, llama a su secretaria para que gestione el envío de la silla de ruedas.
La tensión entre el ciudadano ilustre y la gente de su pueblo estalla cuando ,al parecer, se conoce de su aventura con Julia. El paseo final subido en la camioneta de Antonio, que lo lleva a “cazar chanchos” junto al ofendido novio de Julia, es la contracara del paseo inicial en el carro de los bomberos. El primer paseo es la gloria; el segundo, la ignominia: aquellos habitantes de Salas, los que se han sentido despreciados por Mantovani, lo contemplan con rencor y todos ellos saben que lo llevan camino al matadero para hacer justicia.
Esa relación conflictiva con su pueblo natal, sobre cuya gente y paisaje gira toda su obra literaria, será definida en la novela que habrá de escribir gracias a la aventura en Salas, de la que le queda una cicatriz de bala: «Creo que hice una sola cosa en mi vida: escapar de ese lugar. Mis personajes nunca pudieron salir y yo nunca pude volver».
Mantovani es un escritor, ideológicamente liberal, que sostiene como principio la condición amoral del arte y el artista. Su ética y su estética quedan definidos en el discurso final: «Todos los escritores somos egocéntricos, autorreferenciales, narcisistas y vanidosos. Creo que eso constituye una herramienta absolutamente imprescindible para la escritura. El lápiz, el papel y la vanidad». La película se cierra, igual que en su apertura, con el espectáculo de la cultura: Nuevamente, el aplauso de la audiencia; otra vez el momento de la pequeña gloria del escritor que se lamenta por la consagración alcanzada pero al que le encanta el éxito.

Una película agradable para disfrutar y desmenuzar.

El ciudadano ilustre, película dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, se asienta en un guion redondo, aunque lleno de tópicos, cuyos diálogos contribuyen a profundizar la anécdota; se sostiene en las interpretaciones convincentes de sus actores, y en un humor negro que combina con ironía momentos dramáticos y situaciones cómicas. El cinismo de Mantovani lo lleva a burlarse de Irene cuando ella le dice que lleva una vida “agradable”. Pues bien, paradoja incluida, El ciudadano ilustre, en muchos sentidos, es una película agradable también, para disfrutar con una sonrisa y desmenuzar sin piedad.