"El Paraíso", escenario de María, de Jorge Isaacs. Corregimiento Santa Elena, municipio El Cerrito; 36 km. al norte de Cali. |
En 1937, Jorge Luis
Borges publicó en El Hogar, el 7 de
mayo, su «Vindicación de la María de
Jorge Isaacs». Frente a las críticas de que ya nadie toleraba la novela y que ninguno
era tan ingenuo para hacerlo, Borges señaló que «el día 24 de abril, de dos y
cuarto de la tarde a nueve menos diez de la noche, la novela María era muy legible», y, luego de
reflexionar sobre la condición de criollo y judío de Isaacs, de varias escenas
costumbristas y del tratamiento del tema de la esclavitud, concluía que «Isaacs
no era más romántico que nosotros».
En
María el paisaje está dotado de
historicidad. No es la naturaleza exótica de los románticos europeos,
Chateaubriand o Saint-Pierre, sino la naturaleza cotidiana que provoca
remembranzas íntimas y amor patrio: «El cielo tenía un tinte azul pálido: hacia
el oriente y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún,
vagaban algunas nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina
esparcidas por un aliento amoroso». Además, la novela dialoga con sus
referentes. Así, María y Efraín leen conmovidos, en Atala, la despedida de Chactas sobre el sepulcro de su amada,
creyendo en la apasionada ilusión literaria del romanticismo, y encuentran en ella,
el modelo estético para sus propios amores trágicos.
"María". Alejandro Dorronsoro, 1884 |
La
inclusión de la historia de Nay y Sinar, que abarca los capítulos XL al XLIII,
es esencial en la estructura de la novela. María,
por tanto, comienza en África e Isaacs consigue con ese relato situar una
poderosa denuncia de la condición anticristiana de la esclavitud: esa visión
acompañará el sentido judeocristiano de la
culpa en la familia de Efraín. Los amores infelices de Nay y Sinar
encuentran su paralelo en el trágico romance de María y Efraín. Nay se
convierte en Feliciana así como la niña Ester se convirtió en María: ambas
pierden su nominación originaria para asumir una nueva identidad que, sin
embargo, no logrará borrar sus orígenes.
Hoy,
nos llega la permanente erotización de María por parte de Efraín, a través de
la mirada sutil y el lenguaje evocativo: en sus ojos admira «la brillantez y
hermosura de los de las mujeres de su raza»; en su sonrisa ve: «sus labios
rojos, húmedos y graciosamente imperativos»; en la desnudez de sus brazos
admira: «el envés de sus brazos delicadamente torneados y sus manos cuidadas
como las de una reina». El acento de María, que para Efraín es seductor: «era
su voz de niña, pero más graves y lista ya para prestarse a todas las
modulaciones de la ternura y de la pasión».
María, de Jorge Isaacs, sigue dialogando
con la emoción de sus lectores porque en el fondo de nuestras dudas y
descreimiento, continuamos siendo románticos, esto es, sensibles ante el mundo
desde la reflexión que nos provoca la vida.
Monumento a Jorge Issacs y su novela María, en Cali, de Carlos A. Perea. Inaugurado el 25 de junio de 1937. |
Publicado
en Cartón Piedra, revista cultural de
El Telégrafo, el 25.05.18. Las fotos son del autor.
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