José María y Corina lo habían conversado en alguna de su tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

sábado, marzo 08, 2014

Mujer para mi libertad




¿Cómo declararte mis ganas de ti, Paulina Rubio, si en la página siguiente de Vanidades, Shakira está cantando con el ombligo más desnudo que la alegría de tus piernas largas? Te miro, Britney Spears, subiéndote a un carro al salir de una discoteca, y las fotos pirateadas en los blogs revelan que debajo de tu falda no llevas nada más que tu pubis de ángel al natural. Te persigo para colgar en Youtube el archivo sobre tu ocio sensual y escandaloso, Paris Hilton, heredera y presidiaria, tan inútil como desfachatada. ¿Cómo decirte, desnudez errante, que estás fundida a mi pupila si eres un cuerpo que se transfigura en otros cuerpos que terminan difuminados y que no me dejan ver el cuerpo junto a mí que me acaricia? Toda la sensualidad del Mediterráneo se dibuja en tus labios, Penélope Cruz, gitanilla domada por las noches glamorosas de Hollywood. ¡Ay, Alejandra Azcárate, ángel terreno, crucificada en Soho por la fe sacrílega de los hombres! Te convertiste en muñeca de vitrina, Sharon, la hechicera, me arrastraste hacia el deseo de tus pechos dulces y Vistazo te hizo la más deseada del país. Imágenes de mujer que estallan en mis ansias, mujer de imágenes por la que estallo. Años atrás te llamabas Marilyn Monroe, vestida con sólo unas gotas de Channel # 5 para la foto de calendario tomada sobre sábana escarlata aquel glorioso 1949, pero te llevaste la vida por delante antes de que la vida te marcara el rostro como lo hizo con B.B., la mujer creada por ese dios terrenal llamado Roger Vadim.
Abrazo la nada de tu belleza virtual, mujer que cada día vistes un rostro distinto, subida en un par de tacones lejanos de mí. En la imagen mutante que me esclaviza soy apenas esos zapatos abandonados; mas, me libero de aquellas imágenes para entregarme a ti, simplemente María que yaces bajo mi pecho. Acostado sobre ti, con tus piernas que me envuelven, se desvanecen todos esos cuerpos de nube y los tacones de aguja de tus zapatos —que es lo único que llevas puesto, María— rozan con pasión mis flancos. Entonces, amor, abrazo el todo de tu piel extendida para mi libertad.

De Pubis equinoccial (Bogotá, Mondadori, 2013)

1 comentario:

  1. Apasionante ver a una mujer vestida solamente con tacones. ¿Altocalcifilia...?

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