¿Cómo declararte
mis ganas de ti, Paulina Rubio, si en la página siguiente de Vanidades, Shakira está cantando con el
ombligo más desnudo que la alegría de tus piernas largas? Te miro, Britney
Spears, subiéndote a un carro al salir de una discoteca, y las fotos pirateadas
en los blogs revelan que debajo de tu falda no llevas nada más que tu pubis de
ángel al natural. Te persigo para colgar en Youtube
el archivo sobre tu ocio sensual y escandaloso, Paris Hilton, heredera y
presidiaria, tan inútil como desfachatada. ¿Cómo decirte, desnudez errante, que
estás fundida a mi pupila si eres un cuerpo que se transfigura en otros cuerpos
que terminan difuminados y que no me dejan ver el cuerpo junto a mí que me
acaricia? Toda la sensualidad del Mediterráneo se dibuja en tus labios,
Penélope Cruz, gitanilla domada por las noches glamorosas de Hollywood. ¡Ay,
Alejandra Azcárate, ángel terreno, crucificada en Soho por la fe sacrílega de los hombres! Te convertiste en muñeca
de vitrina, Sharon, la hechicera, me arrastraste hacia el deseo de tus pechos
dulces y Vistazo te hizo la más
deseada del país. Imágenes de mujer que estallan en mis ansias, mujer de
imágenes por la que estallo. Años atrás te llamabas Marilyn Monroe, vestida con
sólo unas gotas de Channel # 5 para
la foto de calendario tomada sobre sábana escarlata aquel glorioso 1949, pero
te llevaste la vida por delante antes de que la vida te marcara el rostro como
lo hizo con B.B., la mujer creada por ese dios terrenal llamado Roger Vadim.
Abrazo la nada de
tu belleza virtual, mujer que cada día vistes un rostro distinto, subida en un
par de tacones lejanos de mí. En la imagen mutante que me esclaviza soy apenas
esos zapatos abandonados; mas, me libero de aquellas imágenes para entregarme a
ti, simplemente María que yaces bajo mi pecho. Acostado sobre ti, con tus
piernas que me envuelven, se desvanecen todos esos cuerpos de nube y los tacones
de aguja de tus zapatos —que es lo único que llevas puesto, María— rozan con
pasión mis flancos. Entonces, amor, abrazo el todo de tu piel extendida para mi
libertad.
De Pubis equinoccial (Bogotá, Mondadori, 2013)
Apasionante ver a una mujer vestida solamente con tacones. ¿Altocalcifilia...?
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