José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

viernes, septiembre 30, 2011

30-S: El golpe fallido

“Señores, si quieren matar al Presidente, aquí está. Mátenlo si les da gana. Mátenlo si tienen poder. Mátenlo si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos." Rafael Correa, el 30 de septiembre de 2010, hablando frente a los policías sublevados.

La mañana del jueves 30 de septiembre de 2010, el equipo de Radio Quito, con Miguel Rivadeneira a la cabeza, empezó a cubrir la intentona golpista como si se tratara de un partido de fútbol. Ellos, y otros periodistas de medios cuyos dueños son abiertamente desafectos al gobierno creyeron que con entrevistar a un grupo y a otro cumplían con su trabajo. Teleamazonas, desde temprano en la mañana —aún antes de la llegada del presidente Correa—, había instalado una microonda en el lugar de la sublevación; María Josefa Coronel, en pantalla, sugería que estábamos viviendo una situación de caos en todo el país, y Freddy Paredes, desde el Regimiento Quito, a las 9h19, informó al país, sin asidero fáctico, que las Fuerzas Armadas se habían unido a la sublevación. Resultaba extraño que periodistas que se dicen profesionales no se dieran cuenta de que se trataba de una sublevación de corte antidemocrático y no de un debate académico. ¿Creyeron tal vez que podían transformar una intentona golpista en un espectáculo mediático sin ética?

Ese día, un grupo de militares bloqueó la pista del aeropuerto de Quito; un grupo de policías cerró el paso en el puente de la Unidad Nacional. A media mañana, algunos diputados de oposición ya estaban pidiendo amnistía para los sublevados. Casi al mismo tiempo en la entrada del Palacio Legislativo, según informaciones de prensa, el sargento Mario Flores comunicaba a los medios que la sublevación era a nivel nacional y que no dejarían entrar a ningún asambleísta. Más tarde, dirigentes de la ultraizquierda maoísta quisieron infructuosamente movilizar a estudiantes secundarios y universitarios y grupo de burócratas para respaldar a los policías sublevados. Todas estas acciones fueron configurando la intentona golpista. La estrategia estaba clara: crear un vacío de poder en medio de una situación de caos generalizado.

Aproximadamente a las 10h00, el presidente Correa, dentro del Regimiento Quito se dirigió a una multitud enardecida de policías que lo amenazaba. Entonces, el presidente Rafael Correa, se zafa el nudo de la corbata y se hace escuchar: “Señores, si quieren matar al Presidente, aquí está. Mátenlo si les da gana. Mátenlo si tienen poder. Mátenlo si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos. Pero seguiremos con una sola política de justicia, de dignidad. No daremos ni un paso atrás. Si quieren tomarse los cuarteles, si quieren dejar a la ciudadanía indefensa, si quieren traicionar su misión de policías, su reglamento, ¡traiciónenlo...!”. Esta escena es la que más les ha molestado a los medios hostiles al gobierno. Un presidente digno, valiente, consecuente con sus ideas; un presidente hablando desde la racionalidad democrática. Esta escena no estaba en el libreto de los golpistas. Más tarde esos mismos medios pretenderían no solo burlarse sino también culpabilizar al Presidente por esta actitud.

Ese día ocurrieron dos situaciones más que no estaban en el libreto de los golpistas. La ciudadanía salió a las calles a respaldar al Presidente. La ciudadanía se dirigió al Hospital de la Policía donde estaba secuestrado el Presidente. La ciudadanía se enfrentó a los policías sublevados para defender la democracia y rescatar a su Presidente y fue agredida con gases lacrimógenos y balas por esos policías sublevados. Y esa movilización popular, junto a la firmeza del Presidente, fue el otro factor que sostuvo el régimen de derecho en el país. Desde el exterior, la inmediata movilización de los presidentes latinoamericanos en defensa del régimen democrático fue el otro factor que descalabró los planes de los golpistas. Una vez fracasado el golpe, algunos medios, cuyos dueños son opositores al gobierno, pretendieron desdibujarlo todo y reducir la intentona golpista a una insubordinación policial que se complicó porque, según esa particular visión que criminaliza a la víctima, Correa no supo manejar la crisis. José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, en contraste con la actitud antidemocrática de los medios hostiles al gobierno, declaró: “Yo lo llamo un intento de golpe, cuando una institución del Estado como la Policía se insubordina contra la autoridad legalmente constituida, eso es técnicamente una negación de la democracia, un asalto a la democracia.”

En lo que estos mismos medios se han hecho de la vista gorda es que, cuando los golpistas se dieron cuenta de que el intento de golpe había fracasado éstos se decidieron por el magnicidio. Según el registro de la Central de Radio Patrulla, que fue publicado online por ANDES, la agencia pública de noticias, las órdenes de quienes monitoreaban a los sublevados fueron explícitas en la noche momentos antes del rescate: “mátenle al Presidente, maten a Correa, el man no sale hoy...” Nunca les interesó a los medios hostiles, actores políticos de oposición de conducta taimada, difundir este audio.

Un informe del 18 de octubre de 2010, de 14 páginas, de las Fuerzas Armadas, recientemente desclasificado por disposición del presidente Correa, confirma que el presidente estuvo secuestrado y que, a las 19h30, al momento de planificar la operación de rescate se estableció que ésta debía realizarse enseguida puesto que peligraba la vida del presidente. Una filmación del ejército determinó que en los cuatro edificios que rodean el hospital de la policía estaban los francotiradores esperando que el Presidente saliera del hospital. Finalmente, el presidente fue liberado y los únicos que dispararon en dirección al hospital de policía fueron los francotiradores que intentaron asesinar al Presidente durante su rescate y que mataron a Froilán Jiménez, uno de los policía del GIR —Grupo de Intervención y Rescate, que no participó de la sublevación— que lo rescataron.

Los medios han reclamado que ese día el gobierno ordenó un enlace nacional ininterrumpido. El Presidente de la República, que estaba secuestrado pero no inhabilitado para gobernar, en uso de sus facultades constitucionales, por la gravedad de los acontecimientos, decretó el Estado de excepción, situación excepcional como su nombre lo indica a la que lo faculta la Constitución, y, según el artículo 165: “Durante el estado de excepción la Presidenta o Presidente de la República únicamente podrá suspender o limitar el ejercicio del derecho a la inviolabilidad de domicilio, inviolabilidad de correspondencia, libertad de tránsito, libertad de asociación y reunión, y libertad de información, en los términos que señala la Constitución.” Ese día no hubo ningún atentado contra la libertad de expresión. Desde el día siguiente cada quien ha opinado lo que ha querido. Incluso se han mofado de los sucesos de aquel día, tal como lo hace hoy El Comercio en su página de humor. Pero, en el momento de los sucesos —entiéndase bien: el Presidente estaba secuestrado y su vida peligraba—, el gobierno se encuadró en el marco legal, tenía el deber político de defender la estabilidad democrática y el derecho ganado en las urnas de proteger su propia existencia.

A los golpistas les falló la utilización de la sublevación policial para concretar el golpe y el magnicidio debido a la actitud consecuente del Presidente, a la movilización ciudadana en respaldo a la democracia, a un manejo responsable de la información por parte de los medios públicos, y a la solidaridad de los gobiernos latinoamericanos.

Paz en la tumba de los caídos del 30-S en defensa de la democracia ecuatoriana.

domingo, septiembre 25, 2011

La mala leche derramada

En el blog
http://infamiacomprobada.blogspot.com
encontrarán las explicaciones y justificaciones de mi accionar, que sobre este y otros temas, ofrecí a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional en mayo de 2010.

Es conocido que la crítica enriquece el debate, por tanto, los elementos fácticos sobre los que se sustentan las opiniones deben corresponder a la realidad y tienen que ser utilizados sin prejuicios. Pero el artículo de Miguel Rivadeneira, “La demagogia confirmada”, publicado en El Comercio, el pasado 19 de septiembre, es una demostración de mala leche y manipulación prejuiciada de los datos fácticos.

En primer lugar, yo reconocí mi error no en estos días que salieron los resultados del Censo sino en rueda de prensa, el 21 enero de 2010, apenas tuve conocimiento de los datos de la Encuesta de Empleo y Desempleo del INEC. Rivadeneira, ocultando este hecho a sus lectores, redacta su artículo como si yo hubiese reconocido mi error únicamente ahora. Es más, Rivadeneira oculta otro dato fáctico. Con fecha 1 y 3 de febrero de 2010 dirigí sendos oficios a la UNESCO y a la Comisión de Educación de la Asamblea, respectivamente, señalando que, a la luz de los datos de la encuesta citada, ya no podíamos considerar al Ecuador, una “patria alfabetizada”. Es decir, que fui yo mismo quien, inmediatamente, informó al país sobre el asunto y comunicó a los organismos oficiales respectivos la realidad. Esa ha sido mi acción autocrítica, responsable y transparente frente a un error y está muy alejada de la demagogia de la que me acusa.

En segundo lugar, para condenarme a mí, Rivadeneira salva de toda responsabilidad a quienes se equivocaron en la proyección y oculta de manera deliberada la información que precede a la cita que él recorta. Juan Ponce y Mercedes Onofe fueron contratados por UNESCO para auditar la base de datos del Programa Manuela Sáenz; ellos, luego de depurarla (eliminaron registros duplicados y fijaron la línea base) proyectaron que a fines de diciembre la tasa de analfabetismo sería de 2.7%. Además, Rivadeneira, con mala fe, no solo oculta que Edouard Matoko, director de UNESCO en Quito, en oficio del 21 de octubre de 2009, señaló que “esta información [la proyección realizada] puede utilizarse como referencia para una Declaratoria como la efectuada por usted en Ecuador”, sino que pretende hacerme decir que he “endosado” el error al representante de UNESCO. Jamás lo he dicho, jamás lo diría.

Desde un comienzo (la rueda de prensa de enero de 2010) he reconocido el error al realizar la declaratoria como mío. Así también lo hice ante la comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional en mayo de 2010. La primera frase de un artículo publicado el 8 de septiembre pasado, tanto en este blog como el diario público El Telégrafo, fue: “Hace dos años, el 8 de septiembre de 2009, durante la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, cometí un error.” La declaratoria, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, no provino de la imaginación del ministro; provino de la información recogida por la Dirección Nacional de Educación Popular Permanente a través de las Direcciones Provinciales de Educación que, a su vez, recibieron la información de cada institución educativa y centro de alfabetización que participaron en el programa, bajo la supervisión de la viceministra de entonces, hoy ministra de Educación. Y, provino, también de la equivocada proyección realizada por los técnicos contratados por UNESCO. Digo esto, como una explicación pero no le endilgo la culpa a nadie. Que cada quien en su consciencia asuma la parte que le corresponde a su nivel y en su instancia y que no se intente encontrar en mí a un chivo expiatorio. No obstante, tengo derecho a explicar las razones por las que una autoridad se equivocó.

En tercer lugar, Rivadeneira sabe, pero lo oculta a sus lectores, que una proyección estadística es un insumo técnico válido para tomar decisiones: así lo hacen los estrategas políticos, así lo hacen los estrategas de mercadeo y publicidad, así lo hacen los investigadores y así se trabaja en el mundo académico al cual pertenezco desde siempre en mi vida profesional. No rehúyo la responsabilidad política pero rechazo frontalmente la infundada acusación de que “con certeza en la demagogia” hice el anuncio en la conferencia de UNESCO en octubre de 2009. Para esa fecha, todavía no teníamos los datos de la Encuesta de Empleo y Desempleo del INEC que se realizó en diciembre de 2009 —cuyo resultado el INEC hizo público a fines de enero de 2010—, y aún confiábamos no solo en la proyección de UNESCO sino en las cifras del propio Ministerio de Educación.

Finalmente, la demagogia implica el conocimiento de la verdad y la manipulación de la misma en función de la voluntad de querer engañar a alguien. He probado hasta la saciedad —no solo en este artículo sino en todas las respuestas que he dado al respecto de este tema desde la rueda de prensa convocada por mí el 21 de enero de 2010— que debido al desconocimiento de los datos reales —y nadie en esos momentos conocía los datos reales— cometí un error de buena fe. Así lo expliqué también en mayo de 2010 ante la Asamblea Nacional y mis argumentos fueron ampliamente difundidos. Por lo tanto, es falso que recién ahora haya reconocido mi error, según lo dicho por Rivadeneira.

Esta sentencia mediática prejuiciada sobre un hecho puntual por parte de Rivadeneira es también una posición política que El Comercio viene repitiendo, a través de varios voceros, con la pretensión de reducir mi gestión al frente del Ministerio de Educación a un error. El Comercio, basado en el poder que tiene de machacar cada vez que puede con noticias y comentarios que son escritos desde el punto de vista más desfavorable a mi trabajo, se ha propuesto desconocer la profunda transformación que, como parte del gobierno de la Revolución Ciudadana, llevé adelante en cuatro años de trabajo en el campo educativo; tarea que ha sido ampliamente reconocida por la ciudadanía y la mayoría de los actores educativos. Mi actuación en este punto, y en todos los actos de mi servicio público, está ceñida a una ética de vida que se basa en el asumir con honestidad mis deberes de ciudadanía y desde este blog los defenderé con la única arma que tengo: la palabra.

jueves, septiembre 08, 2011

8 de Septiembre: la tarea por delante

Hace dos años, el 8 de septiembre de 2009, durante la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, cometí un error. En el marco de dicha celebración, como ministro de Educación, declaré que el Ecuador era una patria alfabetizada. Dos años después, con los resultados del censo 2010, sabemos que del total de la población de 15 años o más, que es 9’955.074, todavía el 6,75% es una población analfabeta; esto es, en números absolutos, 672.096 personas. Por un tiempo más, el Ecuador seguirá siendo una patria alfabetizándose.

El error de dicha declaración es explicable. Las cifras de personas alfabetizadas recogidas por la Dirección Nacional de Educación Popular, DINEP, que fueron enviadas por las Direcciones Provinciales del país (que, a su vez, recogían las cifras dadas por los centros de alfabetización), señalaron que habíamos bajado la tasa de analfabetismo a menos del 4%. Además, el Ministerio de Educación pidió a UNESCO que realizara un estudio sobre los programas de alfabetización ejecutados y que confronte las cifras del ministerio. La proyección del estudio de UNESCO señaló que la tasa de analfabetismo a diciembre de 2009, sería de menos del 3%. En un oficio del 21 de octubre de 2009, que me envió Eduard Matoko, director regional de UNESCO, señala: “esta información puede utilizarse como referencia para realizar una Declaratoria como la realizada por Usted en el Ecuador (“Patria Alfabetizada”).

Yo no esperé el resultado del censo para reconocer el error. Apenas tuve conocimiento de la Encuesta de calidad de vida, realizada a finales de 2009, convoqué a una rueda de prensa, en enero de 2010, en la que expuse la nueva situación educativa. Además, envié oficialmente sendas comunicaciones a la Comisión de Educación de las Asamblea Nacional y a UNESCO informando acerca de las nuevas realidades. Al mismo tiempo, presenté mi renuncia al cargo de ministro, la misma que no fue aceptada. He trabajado toda mi vida en el campo educativo y, sobre todo, dirigí la campaña de alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño”, en 1989, de tal forma que el primer decepcionado y entristecido por la situación fui yo mismo.

Pero hoy día, con los resultados del Censo 2010, tenemos un nuevo desafío. Con los datos actualizados podemos saber con mayor exactitud dónde está la concentración del analfabetismo: zonas rurales, particularmente en las provincias de mayor población indígena. Es decir que la estrategia de programas de alfabetización a nivel nacional debe ser modificada por una estrategia de programas emergentes focalizados, con una orientación pedagógica adecuada, que evite que los cursantes se olviden de leer y escribir al poco tiempo de ser alfabetizados. Al mismo tiempo, y esto es lo principal para que no se siga alimentado las cifras del analfabetismo, hay que proponerse como meta nacional que ese 5,1% de hogares con niños que no asisten a un establecimiento educativo quede reducido a cero y así logremos el 100% de escolaridad.

La tarea que, en la consecución de una patria alfabetizada tenemos por delante, entonces, consiste en atacar dos frentes: programas focalizados de alfabetización y universalización de la escolaridad. Hasta que no hayamos conseguido ambas metas, seguimos siendo una patria alfabetizándose.