José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, abril 28, 2025

Francisco I: un papa incómodo en estos tiempos de ascenso del neofascismo

Papa Francisco en su mensaje del 14 de enero para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018: «las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales».

            Para Javier Milei, el neofascista presidente argentino, el papa Francisco fue «el imbécil ese que está en Roma» o «el representante del maligno en la Tierra». Para Santiago Abascal, el líder de la ultraderecha española, el papa Francisco fue despojado de su investidura y reconocido solo como «el ciudadano Bergoglio». Ambos, asumiendo la hipocresía ritual de los funerales, expresaron sus condolencias oficiales a la muerte de un papa que, cuando estaba vivo, les fue un estorbo para su proyecto político por las posiciones de aquél a favor de la justicia social, el cuidado del medio ambiente, la migración y la paz mundial. Francisco I ha sido un papa incómodo para la derecha global, en estos tiempos de ascenso del neofascismo, porque sus posturas doctrinales en función de una definición del amor cristiano basada en la solidaridad, la centralidad del ser humano y el cuidado del planeta confronta la agenda del individualismo neoliberal, la supremacía de un capitalismo voraz y excluyente, así como depredador del medio ambiente.

            En su encíclica Fratelli tutti, del 3 de octubre de 2020, invocando a san Francisco de Asís, hizo un llamado a la fraternidad universal en su dimensión social. En términos teológicos, habló del amor cristiano que está imposibilitado por una sociedad globalizada, pero que no ha construido una casa común en función del bienestar del ser humano, un amor acechado por la cultura del miedo al migrante y por un modelo económico destinado a la concentración de la riqueza:  

 

168. El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales. No se advierte que el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social. Por una parte, es imperiosa una política económica activa orientada a «promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial», para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos».

 

En la tumbra de san Francisco de Asís, el 3 de octubre de 2020, el papa Francisco firmó su encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos).

El 24 de mayo de 2015, publicó su encíclica Laudato si, así nominada por una cita del «Cántico de las criaturas», de san Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, [Laudato si’, mi’ Signore] / en todas tus criaturas, / especialmente en el Señor hermano sol, / por quien nos das el día y nos iluminas», que es una meditación poética sobre la bondad de la naturaleza creada por Dios para la convivencia del ser humano en y con ella: «Alabado seas, mi Señor, / por la hermana nuestra madre tierra, / la cual nos sostiene y gobierna / y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas».

En la encíclica Laudato si, el papa Francisco plantea la necesidad de proteger el planeta —concebido como nuestra casa común en la línea del espíritu franciscano—[1], de la depredación de la naturaleza y el negacionismo sobre el cambio climático, abordando el problema desde un enfoque ecológico holístico que tome en cuenta lo social, lo económico y lo político. Laudato si, que amplía y profundiza la defensa de la naturaleza abordada por los papas desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI, reflexiona, entre otros temas, sobre la contaminación y la cultura del descarte, la pérdida de la biodiversidad del planeta, así como el angustioso problema del agua y la tendencia a convertirla en mercancía y privatizar su uso: «30. […] En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos». La encíclica, asimismo, está atravesada por el planteamiento de abordar el problema ecológico del planeta de forma holística:[2]

 

139. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.

 

El 4 de octubre de 2019, en los Jardines del Vaticano, el papa Francisco sembró un árbol como símbolo de la conversión ecológica y consagró el Sínodo Panamazónico a san Francisco de Asís.

El papa Francisco también abogó por el diálogo interreligioso. Entre los varios encuentros de este tipo, destaco el que tuvo lugar en La Habana, el 12 de febrero de 2016, con su santidad Kiril, patriarca de Moscú y toda Rusia. Uno de los puntos de la declaración conjunta, hacía un llamado al diálogo interreligioso y condenaba los crímenes que el fanatismo lleva a cabo en nombre de Dios:

 

13. En esta época preocupante es indispensable el diálogo interreligioso. Las diferencias en la comprensión de las verdades religiosas no deben impedir que las personas de distintos credos vivan en paz y armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos tienen la responsabilidad especial de educar a sus fieles en el respeto a las creencias de los que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar actos criminales con consignas religiosas son absolutamente inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios, «porque Dios no es Dios de confusión sino de paz» (1 Co 14, 33).

 

También fue un hito la reunión del 4 de febrero de 2019, en Abu Dabi, con el gran imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib, la más importante autoridad religiosa de los sunitas. El Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y convivencia común, que ambos líderes religiosos firmaron, es un texto histórico cuyo espíritu puede sintetizarse en esta invocación:

 

Nosotros —creyentes en Dios, en el encuentro final con él y en su juicio—, desde nuestra responsabilidad religiosa y  moral, y a través de este Documento, pedimos a nosotros mismos y a los líderes del mundo, a los artífices de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente para difundir la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz; intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, a los conflictos, a la degradación ambiental y a la decadencia cultural y moral que el mundo vive actualmente.

  

El papa Francisco y el imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyib, luego de la firma del documento conjunto, en Abu Dabi, el 4 de febrero de 2019.

En estos tiempos trumpistas de criminalización de los migrantes, vale la pena que la feligresía católica haga suyo el mensaje del papa para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018, del domingo 14 de enero, en el que reafirmó que la respuesta frente a los migrantes se debería articular en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. También expresó que «las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales». En cuanto a las acciones, cito lo que los cuatro verbos llevan implícito, que es todo lo contrario a lo que predica la derecha global en su política de criminalización y odio al migrante:

 

Considerando el escenario actual, acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino. En ese sentido, sería deseable un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar.

[…]

El segundo verbo, proteger, se conjuga en toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio.

[…]

Promover quiere decir esencialmente trabajar con el fin de que a todos los emigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador.

[…]

El último verbo, integrar, se pone en el plano de las oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por la presencia de los emigrantes y refugiados. La integración no es «una asimilación, que induce a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural. El contacto con el otro lleva, más bien, a descubrir su “secreto”, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de cada uno.

 

Sin embargo, ciertos grupos radicales de izquierda le reclamaron al papa Francisco sus posiciones doctrinarias frente al sacerdocio de las mujeres, el divorcio o el aborto, sin entender que el papa no es activista del feminismo sino un pastor de la Iglesia católica. No obstante, su actitud sobre el colectivo LGBTQ+, basada en el amor cristiano, generó acusaciones de los fariseos del cristianismo conservador, aunque muchos radicales no creyentes le reclamaron acciones más concretas al respecto. Tal vez, el roce más álgido con las posiciones conservadoras se dio el 19 de diciembre de 2023, cuando el papa, con la Fiducia supplicans, aprobó la bendición de parejas formadas por personas del mismo sexo, pero al margen de cualquier rito que pretenda imitar el sacramento del matrimonio.[3]

 

El papa Francisco con Mara Grassi, vicepreesidenta de la asociación italiana Tenda di Gionata de padres de hijos LGBT, el 17 de septiembre de 2020: "La Iglesia no los excluye", le dijo el papa Francisco. "Ama a sus hijos tal como son, porque son hijos de Dios". (Religión Digital)

Más allá de ser una voz moralmente autorizada que incomodó a la derecha global, el papa Francisco también se enfrentó a gobernantes como Daniel Ortega, el dictador de Nicaragua, que ha despedazado los principios del sandinismo para utilizarlos a su antojo junto con su cónyuge Rosario Murillo, calificó al papa Francisco como parte de una mafia y perfecta dictadura. En una entrevista de marzo de 2023, el papa calificó al régimen nicaragüense como las «dictaduras comunistas y hitlerianas, groseras» y dijo que no le quedaba más que pensar en «un desequilibrio de la persona que dirige».

Hoy, en contra de lo que plantea la guerrerista presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, que ha logrado que los Estados europeos se comprometan a financiar la carrera armamentista recortando los programas sociales, las palabras del papa Francisco, en el marco del sufrimiento de Gaza y Ucrania, van a contracorriente: «La guerra es siempre una derrota de la humanidad, ¡deténganse!».

En síntesis, en un mundo en donde el neofascismo con su discurso violento y antidemocrático, en nombre de la libertad económica del capitalismo salvaje, los postulados del cristianismo, que el papa Francisco convirtió en sus pastorales, fueron no solo incómodos para la derecha global, sino que sus representantes los rechazaron con su acostumbrada virulencia. Mas si leemos los documentos doctrinarios, las fuentes del papa son los Evangelios, la doctrina social de la Iglesia católica, sobre todo desde Juan XXIII, y las enseñanzas de san Francisco de Asís, del que adoptó el nombre para su papado y a quien llamó el misionero de la esperanza: «Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de paz, el hombre que ama y protege la Creación».



[1] 10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.

[2] A la muerte del papa Francisco, representantes de instituciones académicas pontificias e internacionales firmaron un documento que propone, siguiendo las enseñanzas del papa, “convertir la deuda en inversión para la transición ecológica”. El legado de su enseñanza sobre economía y medio ambiente, Vaticano News (25 de abril de 2025).


jueves, agosto 10, 2017

Arte, blasfemia y censura



"La civilización occidental y cristiana" (1965), León Ferrari, Banco de la República, Bogotá, 2011.
“Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica”. Así condenaba el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, la Retrospectiva: Obras 1954-2004, de León Ferrari (1920 – 2013), en diciembre de 2004. Lo hizo en una Carta Pastoral que fue leída en todas las iglesias de su arquidiócesis. El arzobispo Bergoglio llamaba a la feligresía a que “frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón el próximo 7 de diciembre”. La feligresía se tomó literalmente aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Al grito de “¡Viva Cristo Rey!” destruyeron algunas obras de la exposición que fue clausurada por una jueza el 17 de diciembre. La presión social y otro fallo judicial permitieron que la exposición fuera reabierta. La retrospectiva de Ferrari, por supuesto, incluía el clásico “La civilización occidental y cristiana”, (1965): un Cristo crucificado en una réplica de un avión de guerra F-105, de los que utilizó EE.UU. en la guerra de Vietnam. En este caso, la obra, exhibida originalmente en medio de una guerra que causó aproximadamente cuatro millones de muertos y en donde los norteamericanos usaron bombas de napalm, es un ensamblaje, visualmente potente, que da cuenta del maridaje del poder militar y el poder eclesiástico aliados en lo que llamaron la lucha contra la expansión del comunismo, utilizando a la religión para justificar la guerra.

"Piss Christ" (1987), Andrés Serrano.
Es necesario mencionar también el escándalo acontecido alrededor de la fotografía “Immersion (Piss Christ)” (1987), del norteamericano Andrés Serrano. La crítica Lucy Lippard calificó la obra como “una misteriosa y hermosa imagen fotográfica [...] El pequeño crucifijo de madera y plástico se vuelve virtualmente monumental, ya que flota, fotográficamente ampliado, en un profundo brillo rosado que es a la vez inquietante y glorioso.” Los fanáticos religiosos alrededor del mundo no opinaron lo mismo y esta fotografía, supuestamente inmersa en la orina del autor, ha sido objeto de vandalismo en algunos lugares donde fue expuesta. Al D’Amato y Jesse Helms, senadores republicanos, se mostraron indignados de que Serrano hubiese recibido financiamiento del Fondo Nacional de las Artes para la realización de su obra.
En cambio, la monja católica Wendy Beckett, crítica de arte, en una entrevista con Bill Moyers, ya en 1997, remarcando que no es un gran trabajo, señaló que para ella la fotografía de Serrano no era ofensiva, puesto que “eso es lo que estamos haciendo con Cristo; no lo estamos tratando con reverencia; su gran sacrificio no es utilizado; vivimos vidas vulgares; ponemos a Cristo en una botella de orina; en la práctica, era una obra muy admonitoria.”
La fotografía es una pieza polémica sobre todo por la explicación verbal añadida, pues el autor dijo que el crucifijo estaba sumergido en su orina. Obviamente, la inmersión del crucifijo en una vaso de orina es una provocación sacrílega. Me recuerda a aquellos que gustan del ritual de una misa satánica, lo que vendría a ser una puesta en escena radical en términos sacrílegos. ¿Cuál es el elemento subversivo en esta propuesta escatológica? Estamos ante un caso más en que un objeto de mediocre valor artístico, por el hecho de escandalizar a las buenas consciencias, se convierte en un icono de la charlatanería que acompaña a mucho del arte conceptual.
No obstante mi apreciación estética, nada debe justificar que ese objeto que se proclama a sí mismo como objeto artístico sea objeto de censura o actos vandálicos. Aunque, viéndole desde otra perspectiva, el acto vandálico en sí mismo podría ser interpretado como una performance de crítica radical. ¿Qué tal si, en vez de darle martillazos, alguien decidía arrojar los excrementos de una bacinilla sobre la fotografía? ¡Shit happens!

"Mujeres en custodia", María Eugenia Trujillo.
En agosto de 2014, en el Museo Santa Clara, de Bogotá, la exposición Mujer en custodia, de la artista María Eugenia Trujillo, fue suspendida por un derecho de petición interpuesto por el político conservador Carlos Corsi Otálora, en representación de grupos católicos. En la denuncia se acusa a la exposición de Trujillo de pretender, desde el feminismo, “atacar los símbolos religiosos de la eucaristía y la fe cristiana en uno de los lugares de adoración, que es la custodia del Cuerpo de Cristo”.
La exposición constaba de varias custodias y relicarios que fueron intervenidos por la artista, con bordados, semejando una vagina. El crítico Halim Badawi escribió en Arcadia sobre la muestra: “Trujillo pone en discusión la masculinidad que ha servido como medida de todas las cosas y que ha derivado en vejámenes contra las mujeres: discriminación, inferioridad laboral, maltrato doméstico, ataques con ácido, violaciones sexuales, salarios menores, baja escolaridad y discriminación dentro de la Iglesia.”
En septiembre, el Tribunal de Cundinamarca levantó la suspensión y, en noviembre de ese año, un fallo del Consejo de Estado, recordando que el Museo de Santa Clara, no es templo religioso desde 1969, determinó que “no es válido restringir el derecho a la libertad de expresión de la artista”, puesto que el Estado, al definirse como laico, debe ser neutral en materia religiosa y la exposición pudo continuar abierta al público.
¿Es blasfema la obra de Trujillo? No solo interviene en un elemento altamente simbólico como es la custodia (aparte de los relicarios), sino que ataca la aceptación teológica de que en la hostia, conservada justamente en una custodia durante las procesiones, reside el sacramento de la fe católica. Sin embargo, los bordados, hechos con gusto primoroso, que simulan los labios vaginales, pueden ser vistos, también, como la encarnación de la vida en la exposición de la sexualidad femenina. En este caso, la blasfemia actúa como una propuesta subversiva del arte entendido como cartel político e ideológico. Vale la pena anotar que resulta paradójico, frente a quienes reclamaban respeto para un símbolo católico, el que la artista haya conseguido las custodias en un mercado de pulgas.

"Milagroso altar blasfemo", del colectivo boliviano Mujeres Creando. (Foto de John Guevara, El Telégrafo)
Inaugurada el 29 de julio pasado, en el Centro Cultural Metropolitano, de Quito, la exposición colectiva La intimidad es política, curada por la española Rosa Martínez, ha sido objeto de una condena moral por parte de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, que señaló: “Los grupos organizadores de tal muestra pictórica, en nombre de la libertad de expresión, atentan contra los derechos fundamentales de otras personas que disentimos de sus posiciones ideológicas; pues supuestamente, luchan contra la homofobia, pero no dudan en promover la burla y la fobia contra los creyentes, particularmente contra los cristianos católicos”. (El Comercio, online, 1 agosto 2017)
De la exposición, el blanco de las críticas fue el mural “Milagroso altar blasfemo”, del colectivo boliviano Mujeres Creando. Por una demanda particular, el Instituto Metropolitano de Patrimonio ordenó el retiro del mural por cuanto había intervenido la pared de un edificio patrimonial sin los debidos permisos. La Secretaría de Cultura, buscando conciliar la normativa patrimonial y la libertad de creación, propuso al colectivo Mujeres Creando que monte en otra parte del Centro dicho mural pero hasta ahora, el colectivo se ha negado alegando que su obra fue censurada.
La negativa a cambiar de lugar el montaje de la obra puede explicarse por la defensa de los principios de la libertad de creación. El problema, en este caso, se agudiza por la condena que hizo la Conferencia Episcopal y la reacción de las autoridades municipales que, inmediatamente, impidieron la visita del público al lugar donde estaba expuesta la obra. Sin embargo, debemos considerar que, en función del activismo en el arte, siempre tendrá una repercusión política mayor el decir que la obra fue censurada, antes que aceptar la reubicación de dicho montaje, puesto que esto último podría ser considerado como una concesión a la censura.   
Los casos aquí planteados, aunque con matices que los hacen diferentes en la producción de nuevos elementos semánticos, son manifestaciones del arte blasfemo. Intervienen en la iconografía católica para resignificar, en términos laicos, dichos símbolos. Ciertamente este tipo del arte puede resultar ofensivo para las personas religiosas pero al mismo tiempo, también es cierto, el arte blasfemo genera interrogantes destinados a preguntarse por la función social que ha jugado la institución religiosa a través de la historia.
De la blasfemia surgen preguntas que podrían fortalecer la fe en la medida en que esta se cuestiona a sí misma. Al fin de cuentas, no es lo mismo la espiritualidad religiosa que la institucionalidad religiosa, esta última más ligada al poder mundano —político, económico, y, en ocasiones, violento y guerrerista—, del que se ha nutrido. En general, estas expresiones blasfemas cuestionan, sobre todo, el poder patriarcal y violento de la institucionalidad religiosa a través de la intervención subversiva de sus símbolos.

En la corriente de la blasfemia se incluyen también quienes gustan de escandalizar al buen burgués. Ya se han vuelto un lugar común, y por tanto, dejó de ser una propuesta subversiva, las intervenciones que se hacen de “La última cena”, de Leonardo Da Vinci. Parece que “La última cena” y “Halcones nocturnos”, de Edward Hopper, son cuadros apetitosos para aquellos que gustan de la parodia facilona. En agosto de 2005, la revista Soho publicó unas fotos de Alejandra Azcárate, hechas por Mauricio Vélez, parodiando la crucifixión y “La última cena”. Las fotos venían acompañadas de un aburridor artículo de Fernando Vallejo, pero en analizar el texto de ese hijueputica rococó no voy a perder tiempo.
El punto es que, si bien las fotos son de una sensualidad perturbadora, tanto por el fotógrafo como por la modelo, la blasfemia no dejaba de ser superficialemente hedonista: una mujer bella, de mirada seductora antes que doliente, con los pechos desnudos, estaba ocupando el lugar de Cristo en su sacrificio salvífico. La revista fue demandada en Colombia por grupos conservadores (en Ecuador, ese número no circuló: o sea, la censura, en este caso, vino desde adentro). El intento de castigar a la modelo y al fotógrafo se estrelló contra una realidad: los lectores de Soho saben a qué atenerse y los que no quieren ofenderse no deberían ni siquiera abrir la revista. Afortunadamente, para abono de la libertad artística, la revista Soho no perdió el juicio y Alejandra Azcárate no terminó bordando pañuelos en forma de vaginas en el Buen Pastor.

Evo Morales obsequió la escultura del P. Luis Espinal, S.J. al papa Francisco en su visita a Bolivia. La Paz, 8 de julio de 2015
El 8 de julio de 2015, durante la visita a Bolivia del papa Francisco —el mismo cardenal Bergoglio que acusó de blasfema la exposición de Ferrari—, el presidente Evo Morales le obsequió una réplica de la escultura que el sacerdote jesuita Luis Espinal hiciera en los 70. La escultura semeja un Cristo crucificado sobre un martillo que tiene como base una hoz a la que su mango atraviesa. Las críticas, sobre todo de los opositores políticos al proceso boliviano, no se hicieron esperar y las redes sociales estallaron: calificaron el regalo llamándolo desde “el Cristo comunista”, pasando por “la cruz blasfema”, hasta “ese adefesio”. El sectarismo político, tan nefasto como el fanatismo religioso, generó una conducta similar a la de quienes gritaron “Viva Cristo Rey” contra la exposición de León Ferrari.
Lo que ignoraban quienes criticaron el regalo es que Espinal fue un jesuita asesinado el 24 de marzo de 1980. La represión, como siempre sucede, empezó meses antes del golpe de García Meza y algunos activistas vinculados al movimiento popular y a la izquierda fueron secuestrados, torturados y asesinados. La cruz de Espinal, en el contexto personal del artista y político de la sociedad, en los que fue realizada, expone conceptualmente la cercanía del diálogo entre marxismo y cristianismo. Su representación es problemática en la medida en que combina símbolos de doctrinas históricamente excluyentes entre sí. Espinal, que también era poeta y cineasta reconocido, fue secuestrado a una cuadra de su casa. En 2007, Morales declaró Día del Cine Boliviano el 21 de marzo, la fecha del secuestro de Espinal. Y, frente a una montaña de La Paz, donde fue encontrado el cuerpo torturado de Espinal, el papa Francisco se detuvo y oró.
Los casos comentados aquí, además, demostrarían la fragilidad de la definición de arte, ya que arte vendría a ser, a fin de cuentas, lo que una curaduría, desde su particular subjetividad, define que es arte; y arte conceptual es lo que aceptamos, desde nuestra ideología, que así sea. Muchos de los que celebran el “Milagroso altar blasfemo” o el “Piss Christ”, denostaron en su momento la escultura de Espinal que Evo regaló al papa Francisco. Así las cosas, estaríamos ante una especie de religiosidad laica marcada por la ideología política de sus sacerdotes. Pero esto ya sería motivo de otra discusión.
En el arte, como en la vida, hay espacio para todos. Sin embargo, con la discusión sobre “Milagroso altar blasfemo” parecería que la capital ha renovado sus votos de ciudad franciscana. En síntesis, sería recomendable que los cristianos y católicos que pudiesen sentirse ofendidos por el contenido de La intimidad es política no vayan a la exposición. Es mejor que continúen caminando hasta la Compañía y otras: las iglesias y altares barrocos son esplendorosos aunque lleven la impronta de la explotación a indios y mestizos para su construcción. En todo caso, lo más importante es que nadie, en nombre de Dios, censure lo que, más allá de las personales creencias religiosas, otros sí quieren ver.