Ilustración de portada de Aves sin nido, en Biblioteca Ayacucho |
En Aves sin
nido (1889) —novela precursora del indigenismo, a pesar de su drama
sentimental y cierta visión idílica acerca del indio—, Clorinda Matto de Turner
comienza con un «Proemio» en donde plantea sus tesis sobre la naciente literatura
nacional y la injusticia e hipocresía sociales referidas a la expoliación del
indio y la vida disipada de los sacerdotes.
Hoy, la explotación
que ella denunciaba es condenada por las leyes laborales y existe una amplia
discusión sobre el celibato. Pero, ser mujer y decirlo a finales del siglo XIX significaba una
confrontación directa contra los poderes establecidos de la sociedad patriarcal
y católica. Matto, que define una función pedagógica para la literatura
nacional, decía que la novela de
costumbres debía influir en sus lectores, de tal forma que, después de
leerla, «¿Quién sabe si se reconocerá la necesidad del matrimonio de los curas
como una exigencia social?». Asimismo, Matto denuncia a los «mandones de
villorrio», y, hacia el final de la novela, un personaje femenino se quejará contra
la injusticia sistémica: «¡Nacimos indios, esclavos del cura, esclavos del
gobernador, esclavos del cacique, esclavos de todos los que agarran la vara del
mandón!».
En la novela Aves sin nido, subyace un proyecto
nacional liderado por la burguesía modernizadora que debe derrotar a la
oligarquía terrateniente; la tesis implícita es que el indígena tendrá un trato
humanizado basado en la educación y el respeto y, en la asimilación, por su
parte, de la cultura ciudadana. No obstante esta limitación, Aves sin nido es una novela valiente, a la que,
como consecuencia del escándalo de «Magdala», la Iglesia peruana no dudó en
incluir en su lista de libros prohibidos; y, como corolario, el Obispo de Lima,
excomulgó a la escritora.
Clorinda Matto de Turner |
Clorinda Matto de
Turner fue, también, una intelectual feminista. En 1895 leyó en El Ateneo de
Buenos Aires, su conferencia «Las obreras del pensamiento en América del Sud»,
basada en su lectura de más de noventa autoras del continente: «Me refiero a
las mujeres que escriben, verdaderas heroínas que luchan, día a día, hora tras
hora, para producir el libro, el folleto, el periódico, encarnados en el ideal
del progreso femenino». Ella demostró, con su lucha y con su obra, que las aves
sin nido tienen la fuerza suficiente para volar por sí solas.