Ilustración tomada de AmecoPress. Información para la igualdad. |
Hace unos días se produjo un alboroto en Colombia, que trascendió al continente, por causa de una circular enviada por el escritor Giuseppe Caputo dirigida a los postulantes que no habían sido aceptados en la Maestría de Escritura Creativa patrocinada por el Instituto Caro y Cuervo. La circular del coordinador de la maestría fue comentada por el académico de la lengua Daniel Samper Pizano en estos términos:
Aprecio como persona y como autor a Giuseppe Caputo. Seguramente es un buen maestro de escritura creativa. Pero me sorprende que, como profesor del Instituto Caro y Cuervo, envíe a sus alumnos mensajes en los que utiliza un ridículo, minoritario y forzado plural con x: ‘Queridxs postulantes’. Sería bueno saber si este instituto, autoridad mundial en nuestra lengua, acepta semejante endriago de escritorio ajeno al pueblo hispanohablante, o si se trata de una broma de Giuseppe, a quien le sobra humor para ello e inteligencia para manejar sin gestos exhibicionistas la gramática castellana.
La respuesta de Caputo fue en términos políticos y lingüísticos: «Hace un tiempo, el lingüista argentino Santiago Kalinowski me permitió pensar intensa y rigurosamente el lenguaje incluyente como “una decisión política que no se ajusta a parámetros de economía lingüística porque es un fenómeno político”».
La discusión sobre el lenguaje inclusivo me ha llevado a reproducir, palabras más, palabras menos, un planteamiento que hice en mi Manual de escritura académica (2021): ¿Cómo estaría mejor escrito el siguiente anuncio?: «Conferencia: Precariedad de lxs artistxs. Amigues: están todes invitades», o «Conferencia: Precariedad de los artistas. Amigos: están todos invitados». La Real Academia Española, RAE, ha normado el uso del masculino como término no marcado de la oposición de género, mientras que el femenino es el término marcado: «El miembro no marcado de una oposición lingüística de dos elementos puede abarcar a ambos conjuntamente, mientras que el marcado se reserva en exclusiva para uno de ellos»[1]. Además, frente a las inquietudes de sus seguidores en Tuiter sobre el uso de la «x» para marcar la inclusión de género, la RAE ha sido enfática al establecer que el uso de la letra «x» es ajeno a la morfología del español y, además, es impronunciable.[2]
Por otra parte, la Unesco publicó, en 1999, un folleto titulado Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje. En él, se estableció la siguiente caracterización histórica y social acerca del problema sobre la discriminación de las mujeres:
Los prejuicios sexistas que el lenguaje transmite sobre las mujeres son el reflejo del papel social atribuido a éstas durante generaciones. A pesar de que el papel de las mujeres en la sociedad ha experimentado desde principios de nuestro siglo [se refiere al siglo veinte], particularmente en las últimas décadas, profundas transformaciones, los mensajes que el lenguaje sigue transmitiendo sobre ellas refuerzan su papel tradicional y dan una imagen de ellas relacionada con el sexo y no con sus capacidades y aptitudes, intrínsecas a todos los seres humanos.[3]
El objetivo de las recomendaciones es visualizar la presencia de las mujeres a través del lenguaje y resulta un ejercicio necesario en la escuela. Para ello, hay que empezar por lo básico que consiste en no usar el genérico masculino, como en la sustitución del vocablo «hombre», que se ha utilizado con un sentido universal, por «ser humano» y otras variantes: «persona», «especie humana», «género humano», etc. La segunda es evitar la asimetría de nombres y tratamientos, por ejemplo, en vez de «la Bachelet y Santos» es mejor «Bachelet y Santos». En tercer lugar, hay evitar el uso del masculino para designar títulos académicos, profesiones o cargos de prestigio, cuando el femenino existe, por eso hay que decir «la presidenta Claudia Sheinbaum» y no «la presidente Claudia Sheinbaum». En este sentido, hay que evitar el uso del femenino para cargos que designan profesiones u oficios que, por la discriminación histórica, han sido o son desempeñados, mayoritaria pero no exclusivamente, por mujeres, por eso, en vez de «las mujeres de la limpieza» es mejor «el personal de limpieza», o en lugar de «los pilotos y las azafatas» «» es mejor «los miembros de la tripulación aérea», etc.
Asimismo, la RAE prescribe que, exceptuando el uso de vocativos como señal de cortesía, «señoras y señores» o «amigas y amigos», la doble mención es un «circunloquio innecesario cuando el empleo del género no marcado es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo»[4]. No obstante, es necesario contravenir esta regla de manera consciente pues, sin atiborrar de doble mención cualquier discurso o escritura, es válido utilizar, por ejemplo, «maestras y maestros» u otras formas de doble mención, para visibilizar a las mujeres en el lenguaje. En el caso de los primeros grados de la escuela mixta el uso de la doble mención «niñas y niños» se vuelve una necesidad insoslayable por razones pedagógicas.
A pesar de la lógica lingüística de las normas de la RAE, existe una realidad histórica: las mujeres, así como las personas no binarias, debido a la estructura patriarcal del capitalismo en el que vivimos, han estado marginadas e invisibilizadas en la sociedad y su lenguaje. En este sentido, los usos de la «x» en «lxs médicxs», o la «e», en «hola a todes», o de la «@» de «l@s niñ@s», se explican y entienden como una respuesta política a una situación histórica de opresión, marginación y silenciamiento. Esta situación no es producto de la evolución de la lengua: esta situación política tiene una base material en las inequidades estructurales de la sociedad. Sin embargo, entre la rigidez normativa de la RAE y la flexibilidad de las proclamas políticas, existen formas de escribir de forma inclusiva y no sexista. La invitación al evento sobre la precariedad laboral de artistas pudo formularse, respetando las convenciones del castellano, de otra manera: «Conferencia: Artistas y trabajo precario. Invitación abierta para todo público».
La lengua es una experiencia comunitaria a través del tiempo y sus normas surgen a partir del uso que de ella hacen sus hablantes. Caputo, en el texto ya citado, hace un planteamiento político que va más allá de la dicotomía de género masculino / femenino: «Así como la vida de las maricas, de las personas no binarias y de las personas trans no se debate, el uso de las letras e y equis tampoco —ya no: ya ha sido amplia y larga y paciente la discusión—. Esas letras por fin están aquí para corporizar en la lengua a las personas que siempre —siempre— hemos estado aquí: no es, como suele decirse ridícula y fóbicamente, “una moda”».
En síntesis, son los hablantes quienes decidirán si es viable el uso de las letras e y x como fonemas de la inclusión o si dicha formulación es forzada frente a los procesos de transformación de la lengua por el uso de la comunidad. Mientras esto no suceda, la academia mantendrá la norma de uso, algunos hablantes intentarán introducir una nueva forma de decir, pero nadie debería enojarse ni lanzar diatribas apocalípticas sobre el idioma. Bastaría recordar las formas radicales de experimentación que nos ha regalado la literatura con la jitanjáfora o el capítulo 68 de Rayuela y entender que, si a la literatura le es permitido la búsqueda de otras realidades expresivas de la lengua, es inútil la reprensión y la represión al hablante que busca nuevos canales expresivos.
[1] Real Academia Española, El buen uso del español (Barcelona: Espasa, 2013), 144.
[2] Real Academia Española, (@RAEinforma), «#RAEconsultas El uso de la letra «x» como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario (e impronunciable), pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género», Twitter, 23 de diciembre de 2019, https://twitter.com/RAEinforma/status/1209073205366919168?s=20
[3] UNESCO, Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje, 1999, acceso el 20 de junio de 2020, 2, https://www.uah.es/export/sites/uah/es/conoce-la-uah/.galleries/Galeria-de-descarga-de-Conoce-la-UAH/Unidad-de-Igualdad/Recomendaciones_UNESCO.pdf
[4] RAE, El buen uso…, 145.
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