José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, julio 01, 2024

Maneras de despejar «x»: sobre el lenguaje inclusivo

Ilustración tomada de AmecoPress. Información para la igualdad.


         
Hace unos días se produjo un alboroto en Colombia, que trascendió al continente, por causa de una circular enviada por el escritor Giuseppe Caputo dirigida a los postulantes que no habían sido aceptados en la Maestría de Escritura Creativa patrocinada por el Instituto Caro y Cuervo. La circular del coordinador de la maestría fue comentada por el académico de la lengua Daniel Samper Pizano en estos términos:

Aprecio como persona y como autor a Giuseppe Caputo. Seguramente es un buen maestro de escritura creativa. Pero me sorprende que, como profesor del Instituto Caro y Cuervo, envíe a sus alumnos mensajes en los que utiliza un ridículo, minoritario y forzado plural con x: ‘Queridxs postulantes’. Sería bueno saber si este instituto, autoridad mundial en nuestra lengua, acepta semejante endriago de escritorio ajeno al pueblo hispanohablante, o si se trata de una broma de Giuseppe, a quien le sobra humor para ello e inteligencia para manejar sin gestos exhibicionistas la gramática castellana.

          

La respuesta de Caputo fue en términos políticos y lingüísticos: «Hace un tiempo, el lingüista argentino Santiago Kalinowski me permitió pensar intensa y rigurosamente el lenguaje incluyente como “una decisión política que no se ajusta a parámetros de economía lingüística porque es un fenómeno político”».

La discusión sobre el lenguaje inclusivo me ha llevado a reproducir, palabras más, palabras menos, un planteamiento que hice en mi Manual de escritura académica (2021): ¿Cómo estaría mejor escrito el siguiente anuncio?: «Conferencia: Precariedad de lxs artistxs. Amigues: están todes invitades», o «Conferencia: Precariedad de los artistas. Amigos: están todos invitados». La Real Academia Española, RAE, ha normado el uso del masculino como término no marcado de la oposición de género, mientras que el femenino es el término marcado: «El miembro no marcado de una oposición lingüística de dos elementos puede abarcar a ambos conjuntamente, mientras que el marcado se reserva en exclusiva para uno de ellos»[1]. Además, frente a las inquietudes de sus seguidores en Tuiter sobre el uso de la «x» para marcar la inclusión de género, la RAE ha sido enfática al establecer que el uso de la letra «x» es ajeno a la morfología del español y, además, es impronunciable.[2]

           Por otra parte, la Unesco publicó, en 1999, un folleto titulado Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje. En él, se estableció la siguiente caracterización histórica y social acerca del problema sobre la discriminación de las mujeres:

 

Los prejuicios sexistas que el lenguaje transmite sobre las mujeres son el reflejo del papel social atribuido a éstas durante generaciones. A pesar de que el papel de las mujeres en la sociedad ha experimentado desde principios de nuestro siglo [se refiere al siglo veinte], particularmente en las últimas décadas, profundas transformaciones, los mensajes que el lenguaje sigue transmitiendo sobre ellas refuerzan su papel tradicional y dan una imagen de ellas relacionada con el sexo y no con sus capacidades y aptitudes, intrínsecas a todos los seres humanos.[3]

          

           El objetivo de las recomendaciones es visualizar la presencia de las mujeres a través del lenguaje y resulta un ejercicio necesario en la escuela. Para ello, hay que empezar por lo básico que consiste en no usar el genérico masculino, como en la sustitución del vocablo «hombre», que se ha utilizado con un sentido universal, por «ser humano» y otras variantes: «persona», «especie humana», «género humano», etc. La segunda es evitar la asimetría de nombres y tratamientos, por ejemplo, en vez de «la Bachelet y Santos» es mejor «Bachelet y Santos». En tercer lugar, hay evitar el uso del masculino para designar títulos académicos, profesiones o cargos de prestigio, cuando el femenino existe, por eso hay que decir «la presidenta Claudia Sheinbaum» y no «la presidente Claudia Sheinbaum». En este sentido, hay que evitar el uso del femenino para cargos que designan profesiones u oficios que, por la discriminación histórica, han sido o son desempeñados, mayoritaria pero no exclusivamente, por mujeres, por eso, en vez de «las mujeres de la limpieza» es mejor «el personal de limpieza», o en lugar de «los pilotos y las azafatas» «» es mejor «los miembros de la tripulación aérea», etc.

            Asimismo, la RAE prescribe que, exceptuando el uso de vocativos como señal de cortesía, «señoras y señores» o «amigas y amigos», la doble mención es un «circunloquio innecesario cuando el empleo del género no marcado es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo»[4]. No obstante, es necesario contravenir esta regla de manera consciente pues, sin atiborrar de doble mención cualquier discurso o escritura, es válido utilizar, por ejemplo, «maestras y maestros» u otras formas de doble mención, para visibilizar a las mujeres en el lenguaje. En el caso de los primeros grados de la escuela mixta el uso de la doble mención «niñas y niños» se vuelve una necesidad insoslayable por razones pedagógicas.    

A pesar de la lógica lingüística de las normas de la RAE, existe una realidad histórica: las mujeres, así como las personas no binarias, debido a la estructura patriarcal del capitalismo en el que vivimos, han estado marginadas e invisibilizadas en la sociedad y su lenguaje. En este sentido, los usos de la «x» en «lxs médicxs», o la «e», en «hola a todes», o de la «@» de «l@s niñ@s», se explican y entienden como una respuesta política a una situación histórica de opresión, marginación y silenciamiento. Esta situación no es producto de la evolución de la lengua: esta situación política tiene una base material en las inequidades estructurales de la sociedad. Sin embargo, entre la rigidez normativa de la RAE y la flexibilidad de las proclamas políticas, existen formas de escribir de forma inclusiva y no sexista. La invitación al evento sobre la precariedad laboral de artistas pudo formularse, respetando las convenciones del castellano, de otra manera: «Conferencia: Artistas y trabajo precario. Invitación abierta para todo público».

La lengua es una experiencia comunitaria a través del tiempo y sus normas surgen a partir del uso que de ella hacen sus hablantes. Caputo, en el texto ya citado, hace un planteamiento político que va más allá de la dicotomía de género masculino / femenino: «Así como la vida de las maricas, de las personas no binarias y de las personas trans no se debate, el uso de las letras e y equis tampoco —ya no: ya ha sido amplia y larga y paciente la discusión—. Esas letras por fin están aquí para corporizar en la lengua a las personas que siempre —siempre— hemos estado aquí: no es, como suele decirse ridícula y fóbicamente, “una moda”».

En síntesis, son los hablantes quienes decidirán si es viable el uso de las letras e y x como fonemas de la inclusión o si dicha formulación es forzada frente a los procesos de transformación de la lengua por el uso de la comunidad. Mientras esto no suceda, la academia mantendrá la norma de uso, algunos hablantes intentarán introducir una nueva forma de decir, pero nadie debería enojarse ni lanzar diatribas apocalípticas sobre el idioma. Bastaría recordar las formas radicales de experimentación que nos ha regalado la literatura con la jitanjáfora o el capítulo 68 de Rayuela y entender que, si a la literatura le es permitido la búsqueda de otras realidades expresivas de la lengua, es inútil la reprensión y la represión al hablante que busca nuevos canales expresivos.



[1] Real Academia Española, El buen uso del español (Barcelona: Espasa, 2013), 144.

[2] Real Academia Española, (@RAEinforma), «#RAEconsultas El uso de la letra «x» como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario (e impronunciable), pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género», Twitter, 23 de diciembre de 2019, https://twitter.com/RAEinforma/status/1209073205366919168?s=20

[3] UNESCO, Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje, 1999, acceso el 20 de junio de 2020, 2, https://www.uah.es/export/sites/uah/es/conoce-la-uah/.galleries/Galeria-de-descarga-de-Conoce-la-UAH/Unidad-de-Igualdad/Recomendaciones_UNESCO.pdf

[4] RAE, El buen uso…, 145.

lunes, marzo 06, 2023

«Solo los tontos tildan solo»

           

Salón de plenos de la Real Academia de la Lengua, en Madrid.

Yo pensé que la frase era apócrifa. Miguel Donoso Pareja solía decirla, en sus talleres literarios, cuando, durante la revisión de la piel del texto, topaba con algún sólo: «Solo los tontos tildan solo». Sin embargo, luego de leer una primera versión de este artículo, fue el académico Diego Araujo Sánchez quien me indicó que la formulación pertenecía a Miguel Sánchez Astudillo, S.J., que la escribió en su columna «Cuide su lenguaje», en El Comercio, entre 1966 y 1968: «¿Quiere usted no errar nunca en el acento de SOLO? La cosa es muy fácil: no la acentúe nunca. Por tanto, quien comete faltas en esto las comete porque quiere. De aquí esta regla práctica que se graba con facilidad en la memoria: Solo los tontos acentúan el SOLO»[1].


Sin embargo, no son tontos aquellas figuras públicas que, como Arturo Pérez-Reverte —convertido en mosquetero solotildista— defienden, en tono barriobajero, el uso de sólo. El asunto devino escándalo mediático y tendencia en Tuiter, en el mundo hispanohablante, en parte por la práctica de los medios a convertirlo todo en espectáculo, sea chismerío o crónica roja, y, en parte también, por la iconoclastia de escritoras y escritores tuiteros que saben cuántos likes produce echar lodo contra la RAE y están convencidos de que por solo hablar mal de la RAE se convierten en subversivos de la gramática. Como la bobería es lugar común en el estercolero de Tuiter, algunos no tuvieron reparos en tuitear: Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Sólo. Ad nauseam. Lo cierto es que se armó un zafarrancho, de humor surrealista, que ha dividido a los hispanohablantes en solotildistas y antisolotildistas. Lo más hermoso de todo esto es que, como tuiteó Jorge Carrión, con su habitual mirada inteligente sobre los fenómenos culturales, la viralidad, en general, secuestrada por asuntos como la venganza de Shakira y escándalos políticos ha sido liberada por el del debate sobre la forma de nuestra lengua.[1]

En 2010, en la Ortografía de la lengua española, de la Real Academia Española, se introdujeron algunas modificaciones que causaron escozor en sectores académicos de hablantes hispanoamericanos, aunque, en general, respondían a la lógica de la lengua y al afán de preservar de la unidad ortográfica de la misma. Una de las novedades fue la eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio «solo» y los pronombres demostrativos, incluso en caso de posible ambigüedad. La RAE esgrimió dos argumentos lingüísticos para justificar su decisión: el primero, a partir de las justificaciones técnicas sobre el empleo de la tilde diacrítica:

 

Sin embargo, puesto que ese empleo tradicional de la tilde diacrítica no opone en estos casos formas tónicas a otras átonas formalmente idénticas (requisito prosódico que justifica el empleo de la tilde diacrítica), ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el adverbio solo y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación.[2]

 

            El segundo argumento se refiere a la ambigüedad semántica que podría resultar del uso de «solo» y apela, para resolverla, al entendimiento del contexto que se da durante el habla y también al uso de sinónimos o a un ordenamiento diferente de los términos:

 

Las posibles ambigüedades son resueltas casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden resolverse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una sola de las interpretaciones. En todo caso, estas posibles ambigüedades nunca son superiores en número ni más graves que las que producen los numerosísimos casos de homonimia y polisemia léxica que hay en la lengua.[3]

 

Luego del pleno de la RAE, del jueves 2 de marzo, se armó un escándalo mediático pues los medios interpretaron una resolución de la RAE como una rectificación de los planteado en la Ortografía de 2010. Los titulares fueron de esta laya: «La RAE rectifica y devuelve la tilde a solo trece años después» (ABC); «La RAE ‘despenaliza’ el uso de la tilde en ‘solo’ cuando haya riesgo de ambigüedad» (El País); «La RAE deja a juicio del que escribe poner tilde o no al adverbio ‘solo’» (elDiario.es). Enseguida, a través de la cuenta @RAEinforma se aclaró lo que, al parecer, era un malentendido, en un hilo de cuatro tuits:

 

1) «Lo aprobado en el pleno del 2 de marzo no modifica la doctrina de la “Ortografía” de 2010. Incluso la expresa de forma más clara: 1. Se mantiene la obligatoriedad de no tildar el adverbio “solo” y los prons. demostrativos cuando no exista riesgo de ambigüedad»; 2) «Se mantiene la opción de tildar o no estas palabras cuando haya riesgo de ambigüedad. Al introducir «a juicio del que escribe», no se añade nada nuevo. Es siempre el que escribe quien valora si existe o no ambigüedad»; 3) «Si el hablante percibe que existe riesgo de ambigüedad y escribe esa tilde, lo tendrá que justificar. Por ejemplo, si alguien escribe tilde en una oración como «Sólo vino Ana a la fiesta», será difícil que pueda explicar la existencia de una doble interpretación»; y 4) «La norma deja abierta la posibilidad de que no se tilden nunca ni el adverbio «solo» ni los pronombres demostrativos, que es la opción más aconsejable».[4]

 

Esta aclaración desató la ira del mosquetero Pérez-Reverte que anunció una jornada belicosa para el pleno de la RAE del próximo jueves 9 de marzo, y no solo que no está solo en el mundo hispanohablante, sino que tiene el apoyo de una legión de solotildistas. Pérez-Reverte, en respuesta a la aclaración ya citada de la RAE, publicó en su cuenta de Tuiter: «¿“No se añade nada nuevo”? ¿“Lo tendrá que justificar”? Lamento decir que @RAEinforma, dirigida por un académico anti-tildista [sic], está dando información sesgada e inexacta. Ayer, el pleno de la RAE aprobó una modificación importante. El pleno del próximo jueves será tormentoso»[5]. En otro tuit, horas después, aclaró que no se refería al actual director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, sino «al director del departamento de Español al día de la RAE»[6].

El Departamento de «Español al día» se creó en noviembre de 1998 y está formado por un equipo de filólogos y lingüistas especialistas en la normativa del español; su incursión en Tuiter, a través de la cuenta @RAEinforma data de octubre de 2012. «Su cometido básico es resolver dudas de carácter lingüístico (ortográficas, léxicas y gramaticales) desde la perspectiva de la norma que regula hoy el uso culto del español. Las consultas son planteadas por hispanohablantes nativos de todas las áreas del ámbito hispánico y por hablantes no nativos y estudiantes de español de las más diversas nacionalidades»[7]. Según información de la página web de la RAE, el director del Departamento de «Español al día», desde 2008, es el académico Salvador Gutiérrez Ordóñez.

Pérez-Reverte también ponderó en su cuenta de Tuiter lo que, en 1999, prescribía la Ortografía de la lengua española al respecto: «Cuando quien escribe perciba riesgo de ambigüedad, llevará acento ortográfico en su uso adverbial»[8]. Pero me gustaría hacer una reflexión sobre esta ponderación de Pérez-Reverte a la normativa de 1999. La misma Ortografía usa en todo el libro la palabra guion, sin tilde, por cuanto la define monosilábica, pero Pérez-Reverte, que pondera esos tiempos, solo señala lo que le gusta de aquella Ortografía, ya que él considera que existe hiato y no diptongo por lo que gui-ón sería palabra bisílaba con tilde. Aclaro que la misma Ortografía opta por escribir siempre «guion», pero prescribe que es admisible el acento gráfico «si quien escribe percibe nítidamente el hiato»[9]. Es decir que permite la doble grafía, como en el caso de ícono e icono que tiene dos acentuaciones válidas.

En el caso de guion, como señala el Diccionario panhispánico de dudas (2005) «la doble grafía, con y sin tilde, responde a las dos formas posibles de articular esta palabra: con diptongo (guion [gión]), caso en que es monosílaba y debe escribirse sin tilde; o con hiato (guión [gi – ón]), caso que es bisílaba y se tilda por ser aguda acaba en ~n». El diccionario señala que, en ciertos lugares, como México y Centroamérica, la articulación con diptongo es normal, mientras que en España y en países como Argentina, Colombia, Ecuador y Venezuela esta palabra se articula con hiato. El Diccionario panhispánico señala que, para la Ortografía, de 1999, «toda combinación de vocal cerrada átona y abierta tónica se considera diptongo a efectos de acentuación gráfica» y concluye: «Por ello, en guion y otras palabras en la misma situación, como ion, muon, pion, prion, Ruan, Sion y truhan, se da preferencia a la grafía sin tilde, aunque se permite que aquellos hablantes que pronuncien estas voces en dos sílabas puedan seguir tildándolas».[10]

 


Más allá de bromas, memes y pendencias inútiles —y más allá también de la opinión de cierta intelectualidad tuitera que considera que la RAE es una institución obsoleta contra la que hay que rebelarse porque cada quien es libre de escribir como le dé la gana—, la prescripción de Gustavo Alfredo Jácome, en su Ortografía para todos (1996), es una opción que el pleno de la RAE del próximo jueves 9 de marzo podría considerar para evitarles un ataque de apoplejía al mosquetero Pérez-Reverte y su séquito de espadachines solitildistas en el mundo hispanohablante:

 

Se escribirá sólo, así con tilde, únicamente cuando haya riesgo de entender una expresión de dos maneras: Vine sólo a verte, que significa Vine solamente a verte y no Vine solo (sin compañía) a verte. En casos como este es mejor decir: Vine solamente a verte. De esta manera se evita la confusión.

En conclusión: No se pintará la tilde en solo aun en el caso de que tenga función adverbial y signifique solamente. Ejemplos: Tengo solo cinco minutos.— No solo que gritó, sino que lloró.— Debe de estar enfermo, porque quiere estar solo durmiendo.— Solo le gusta jugar y no estudiar.— No solo de pan vive el hombre.[11]

 

Considero, como tuiteó @RAEinforma, que dejar abierta la posibilidad de que no se tilden nunca ni el adverbio «solo» ni los pronombres demostrativos, es la opción más aconsejable. No tengo a mano la primera edición del libro, por lo que no puedo comprobar si esta postura de la edición de 1996 es igual a la de 1975. Sin embargo, en la edición de 1975, se dice que se sigue la normativa del Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, de 1973. En el Esbozo, cuando se refiere a la tilde en los demostrativos sustantivos frente a los adjetivos y también en el adverbio sólo:

 

Determinados monosílabos, prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para diferenciarlos de homófonos suyos, también prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra categoría o subcategoría gramatical. Así, los demostrativos sustantivos éste, ése, aquél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con tilde, frente a los demostrativos adjetivos este (libro), esa (mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se escriben siempre sin tilde. Igualmente se suele escribir con tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo solo.[12]

 

            Resulta clarificador que en la nota al pie de página que genera esta reflexión se señala que el uso de la tilde es potestativo y que se puede prescindir de ella si no existe riesgo de anfibología, según reglas de ¡1959! —el año de la Revolución cubana y que, por casualidades de la vida y la literatura, es también el año en el que yo nací—. Al parecer, los antitildistas provienen del tiempo de los barbudos de la Sierra Maestra y andan camuflándose, entre las páginas de gramáticas y ortografías, como en una guerra de guerrillas lingüística:

 

El uso de la tilde es potestativo en los dos casos (éste, ése, etc., y sólo). Es lícito prescindir de ella cuando no existe riesgo de anfibología (reglas 16.a  y 18.a de las Nuevas normas de Prosodia y Ortografía, que entraron en vigor  el 1.° de enero de 1959).

 

Con certeza, hay problemas realmente más agobiantes en nuestra patria y en el planeta que la tilde en solo, aunque el mosquetero Pérez-Reverte augure una tormenta apocalíptica para un enésimo debate al respecto. No obstante, recuerde que, aunque la tilde en «solo» solo la aplique usted solo, ya sea por capricho o nostalgia escolar, su decisión no será usada como un elemento de convicción de la fiscalía académica para enviarlo a una cárcel de papel, y tampoco un auditor de la contraloría lingüística le glosará la tilde. La lingüista Elena Álvarez Mellado ha escrito un esclarecedor artículo sobre la tilde que se resiste a morir y el papel que en este debate juegan lingüistas y escritores:

 

Es comprensible que los escritores tengan sus preferencias ortográficas (como las tenemos todos). Pero las filias lingüísticas particulares no deben (o no deberían) tener cabida en decisiones que son estrictamente lingüísticas. Los escritores son muy dueños de declararse insumisos de la regla académica y tildar según les dicte su nostalgia, pero no es razonable condicionar las decisiones de un pleno que se supone técnico y del que se esperan decisiones sólidas y argumentadas para que algunos escritores puedan ver sus inclinaciones ortográficas (que los criterios lingüísticos no avalan) convertidos en norma.[13]

 

Algunos se creen insumisos por tildar «solo»; en realidad, están sometidos, por nostalgia escolar, a una norma antigua prescrita por la misma RAE a la que denuestan. En síntesis, más allá de si a usted la RAE le vale un pepino, piense si cuando escribe «solo» el riesgo de ambigüedad es tal que no puede distinguir entre el «solo» en función de adjetivo y el «solo» en función de adverbio y necesita usar la tilde que es solo para cabezas duras de entendimiento del sentido de solo.

 

Actualización al 09 de marzo de 2023

 

El pleno de la RAE del jueves 9 resolvió por unanimidad que la tilde en «solo» puede ponerse si quien escribe considera que existe riesgo de ambigüedad en la frase. Con esta resolución, la regla práctica formulada en los años sesenta por el padre Sánchez Astudillo, S.J., que cité el comienzo de este artículo, mantiene su vigencia: «Solo los tontos acentúan el SOLO».

Según el diario El País, en su edición digital del 9 de marzo: «El director de la institución, Santiago Muñoz Machado, anuncia que los profesores y examinadores no podrán señalar como falta de ortografía que se tilde el vocablo. “Todo ha sido en términos corteses, aunque algunos se hayan expresado con la dureza que han considerado”, dice sobre el pleno de este jueves». Al parecer, el adalid de los mosqueteros solotildistas envainó la espada que blandió durante siete días, no sin antes vociferar con su verbo tronante, y la tormenta se deshizo en el mismo vaso de agua en que se originó. En el enlace de abajo la noticia completa:

 

La RAE da por zanjada la polémica con la tilde de solo 

 



[1] Miguel Sánchez Astudillo, S.J., Cuide su lenguaje, t. 1, presentación de Manuel Corrales Pascual, S.J. (Quito: Subsecretaría de Cultura, 1994), 121.

[1] Jorge Carrión, (@jorgecarrion21), «En el fondo, la confusión y el debate sobre la tilde de “sólo” son hermosos. Porque la viralidad está por lo general secuestrada por fenómenos como la venganza de Shakira o los escándalos políticos. Y de pronto la ha liberado y desatado la ortografía. La forma de nuestra lengua», Twitter, 4 de marzo de 2023, https://twitter.com/jorgecarrion21/status/1631933040455827459?s=20

[2] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Ortografía de la lengua española (Madrid: Espasa-Calpe, 2010), 278.

[3] RAE y ASALE, Ortografía…, 278.

[4] Real Academia Española (@RAEinforma), Twitter, 03 de marzo de 2023, https://twitter.com/RAEinforma/status/1631617357121568771?s=20

[5] Arturo Pérez-Reverte, (@perezreverte), «¿“No se añade nada nuevo”? ¿“Lo tendrá que justificar”? Lamento decir que @RAEinforma, dirigida por un académico anti-tildista [sic], está dando información sesgada e inexacta. Ayer, el pleno de la RAE aprobó una modificación importante. El pleno del próximo jueves será tormentoso», Twitter, 3 de marzo de 2023, https://twitter.com/perezreverte/status/1631717319855448067?s=20

[6] Arturo Pérez-Reverte, (@perezreverte), «Para evitar malas interpretaciones: este tuit no se refiere al director de la RAE, Sr. Muñoz Machado, ajeno a la cuestión (y amigo mío), sino al director del departamento de Español al día de la RAE, que es quien con su equipo controla el servicio de consultas en @RAEinforma», Twitter, 3 de marzo de 2023, https://twitter.com/perezreverte/status/1631755008327708679?s=20

[7] Real Academia Española, «Español al día», acceso 5 de marzo de 2023, https://www.rae.es/espanol-al-dia

[8] Arturo Pérez-Reverte, (@perezreverte), «Qué tiempos aquellos (1999). Tan claro todo. Tan fácil de entender y aplicar. Cuando un lingüista no pretendía imponer a Camilo José Cela o Vargas Llosa cómo debían escribir sus novelas, sino que se guiaba por lo que ellos, con su autoridad, hacían», Twitter, 3 de marzo de 2023, https://twitter.com/perezreverte/status/1631761343068995586?s=20

[9] Real Academia Española, Ortografía de la lengua española (Madrid: Espasa, 1999), 46.

[10] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas (Bogotá: Santillana Ediciones Generales, 2015), 323.

[11] Gustavo Alfredo Jácome, Ortografía para todos [1975] (Quito: Editora Andina, 1996), 54-55. No tengo a mano la primera edición del libro, por lo que no puedo comprobar si esta postura de la edición de 1996 es igual a la de 1975. En la edición de 1975, se indica que igue la normativa del Esbozo… de la RAE, de 1973.

[12] Real Academia Española (Comisión de Gramática), Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (Madrid: Espasa-Calpe, 1973), 140, (énfasis añadido).

[13] Elena Álvarez Mellado, «‘Sólo’: la tilde que se resiste a morir», ElDiario.es, 03 de marzo de 2023, acceso 05 de marzo de 2023, https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/tilde-resiste-morir_129_10003431.html