Fotograma del capítulo "Nosedive", de la serie Black Mirror. |
La socialite Kylie Jenner, la menor de las
famosas Kardashians, que
tiene 24.5 millones de seguidores en su cuenta de tuiter, provocó una pérdida de 1.300 millones de
dólares a Snapchat, con este tuit, el
21 de febrero, a las 16h50: “Sooo does
anyone else not open Snapchat anymore? Or is it just me...
ugh this is so sad.”
(Entonces, ¿es que ya
nadie más abre Snapchat? O soy solo yo... uf, esto es muy
triste.). Después del
trino, las acciones de Snapchat cayeron en un 6%. A propósito, ¿saben ustedes qué
es lo que hacen las Kardashians?
No suelo ver televisión porque dedico ese
tiempo a leer y escribir, pero, hace un par de meses, mis alumnos me
recomendaron Black Mirror, así que
elegí “Nosedive” o “Caída en picada,
primer episodio de la tercera temporada, para conocer de qué iba la serie. Lo
que vi, no sin cierta aprehensión, fue una distopía acerca de un mundo regido
por los likes de las Redes Sociales. En
ella, el valor de las personas se mide por el puntaje obtenido en la
virtualidad: un mundo de falsedades reales convertidas en realidades virtuales.
A propósito de la
navegación virtual y sus peligros, el caricaturista colombiano Vladdo, dijo
en Semana, que el tuiter era peor que el
tráfico de Bogotá, y que se dio cuenta de que había emitido alrededor de cien
mil trinos. Haciendo cálculos, aquello equivale a doce veces Cien años de soledad. Tanto tiempo
creativo desperdiciado en cómo construir un mensaje en 140 caracteres, a qué
mensajes darles RT, qué es lo que se responde y qué se deja pasar.
Yo mismo, que trato
de tuitear lo indispensable, ahora que estoy preparando un curso sobre el
Quijote he llegado a sentir lo que percibí antes de cerrar mi cuenta de Facebook: que le presto más atención de
la necesaria al tuiter. Después de todo, en pocos minutos, alguien me reenvía
el tuit al whatsapp; y, lo que es más
sorprendente, las ediciones online de
los diarios convierten al tuit, por intrascendente que sea, en “noticia”: “Fulana
o Mengano insultó a Perencejeta y se hizo #tendencia.”
La conversión de ciertas
“noticias” en #tendencia, nos advierte que ya estamos viviendo en un mundo de verdades falsas: existen
porque circulan en las RS, pero su veracidad se sostiene en la cantidad de
retuits que consiguen y no en la condición verdadera del hecho en sí mismo.
Para ello se ha acuñado el término posverdad.
¡Y hay asesores comunicacionales que se jactan de sus campañas cargadas de posverdad! La RAE ha logrado definirla,
a prisa y bien: “Distorsión deliberada de una realidad,
que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública
y en actitudes sociales.”
Enganchados a las RS, necesitan la
compensación de un like, de un RT, o del hipócrita corazón de los FAV, igual como sucede en “Nosedive”. Y los enganchados revisan
constantemente su cuenta para comprobar, con la ansiedad del que espera la
aprobación de los demás, que únicamente las celebridades, Paris Hilton o
Gianlucca Vacchi, convierten en #ciberplaga aquello que postean en las RS.
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, el 06.04.18
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, el 06.04.18