José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

domingo, septiembre 25, 2011

La mala leche derramada

En el blog
http://infamiacomprobada.blogspot.com
encontrarán las explicaciones y justificaciones de mi accionar, que sobre este y otros temas, ofrecí a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional en mayo de 2010.

Es conocido que la crítica enriquece el debate, por tanto, los elementos fácticos sobre los que se sustentan las opiniones deben corresponder a la realidad y tienen que ser utilizados sin prejuicios. Pero el artículo de Miguel Rivadeneira, “La demagogia confirmada”, publicado en El Comercio, el pasado 19 de septiembre, es una demostración de mala leche y manipulación prejuiciada de los datos fácticos.

En primer lugar, yo reconocí mi error no en estos días que salieron los resultados del Censo sino en rueda de prensa, el 21 enero de 2010, apenas tuve conocimiento de los datos de la Encuesta de Empleo y Desempleo del INEC. Rivadeneira, ocultando este hecho a sus lectores, redacta su artículo como si yo hubiese reconocido mi error únicamente ahora. Es más, Rivadeneira oculta otro dato fáctico. Con fecha 1 y 3 de febrero de 2010 dirigí sendos oficios a la UNESCO y a la Comisión de Educación de la Asamblea, respectivamente, señalando que, a la luz de los datos de la encuesta citada, ya no podíamos considerar al Ecuador, una “patria alfabetizada”. Es decir, que fui yo mismo quien, inmediatamente, informó al país sobre el asunto y comunicó a los organismos oficiales respectivos la realidad. Esa ha sido mi acción autocrítica, responsable y transparente frente a un error y está muy alejada de la demagogia de la que me acusa.

En segundo lugar, para condenarme a mí, Rivadeneira salva de toda responsabilidad a quienes se equivocaron en la proyección y oculta de manera deliberada la información que precede a la cita que él recorta. Juan Ponce y Mercedes Onofe fueron contratados por UNESCO para auditar la base de datos del Programa Manuela Sáenz; ellos, luego de depurarla (eliminaron registros duplicados y fijaron la línea base) proyectaron que a fines de diciembre la tasa de analfabetismo sería de 2.7%. Además, Rivadeneira, con mala fe, no solo oculta que Edouard Matoko, director de UNESCO en Quito, en oficio del 21 de octubre de 2009, señaló que “esta información [la proyección realizada] puede utilizarse como referencia para una Declaratoria como la efectuada por usted en Ecuador”, sino que pretende hacerme decir que he “endosado” el error al representante de UNESCO. Jamás lo he dicho, jamás lo diría.

Desde un comienzo (la rueda de prensa de enero de 2010) he reconocido el error al realizar la declaratoria como mío. Así también lo hice ante la comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional en mayo de 2010. La primera frase de un artículo publicado el 8 de septiembre pasado, tanto en este blog como el diario público El Telégrafo, fue: “Hace dos años, el 8 de septiembre de 2009, durante la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, cometí un error.” La declaratoria, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, no provino de la imaginación del ministro; provino de la información recogida por la Dirección Nacional de Educación Popular Permanente a través de las Direcciones Provinciales de Educación que, a su vez, recibieron la información de cada institución educativa y centro de alfabetización que participaron en el programa, bajo la supervisión de la viceministra de entonces, hoy ministra de Educación. Y, provino, también de la equivocada proyección realizada por los técnicos contratados por UNESCO. Digo esto, como una explicación pero no le endilgo la culpa a nadie. Que cada quien en su consciencia asuma la parte que le corresponde a su nivel y en su instancia y que no se intente encontrar en mí a un chivo expiatorio. No obstante, tengo derecho a explicar las razones por las que una autoridad se equivocó.

En tercer lugar, Rivadeneira sabe, pero lo oculta a sus lectores, que una proyección estadística es un insumo técnico válido para tomar decisiones: así lo hacen los estrategas políticos, así lo hacen los estrategas de mercadeo y publicidad, así lo hacen los investigadores y así se trabaja en el mundo académico al cual pertenezco desde siempre en mi vida profesional. No rehúyo la responsabilidad política pero rechazo frontalmente la infundada acusación de que “con certeza en la demagogia” hice el anuncio en la conferencia de UNESCO en octubre de 2009. Para esa fecha, todavía no teníamos los datos de la Encuesta de Empleo y Desempleo del INEC que se realizó en diciembre de 2009 —cuyo resultado el INEC hizo público a fines de enero de 2010—, y aún confiábamos no solo en la proyección de UNESCO sino en las cifras del propio Ministerio de Educación.

Finalmente, la demagogia implica el conocimiento de la verdad y la manipulación de la misma en función de la voluntad de querer engañar a alguien. He probado hasta la saciedad —no solo en este artículo sino en todas las respuestas que he dado al respecto de este tema desde la rueda de prensa convocada por mí el 21 de enero de 2010— que debido al desconocimiento de los datos reales —y nadie en esos momentos conocía los datos reales— cometí un error de buena fe. Así lo expliqué también en mayo de 2010 ante la Asamblea Nacional y mis argumentos fueron ampliamente difundidos. Por lo tanto, es falso que recién ahora haya reconocido mi error, según lo dicho por Rivadeneira.

Esta sentencia mediática prejuiciada sobre un hecho puntual por parte de Rivadeneira es también una posición política que El Comercio viene repitiendo, a través de varios voceros, con la pretensión de reducir mi gestión al frente del Ministerio de Educación a un error. El Comercio, basado en el poder que tiene de machacar cada vez que puede con noticias y comentarios que son escritos desde el punto de vista más desfavorable a mi trabajo, se ha propuesto desconocer la profunda transformación que, como parte del gobierno de la Revolución Ciudadana, llevé adelante en cuatro años de trabajo en el campo educativo; tarea que ha sido ampliamente reconocida por la ciudadanía y la mayoría de los actores educativos. Mi actuación en este punto, y en todos los actos de mi servicio público, está ceñida a una ética de vida que se basa en el asumir con honestidad mis deberes de ciudadanía y desde este blog los defenderé con la única arma que tengo: la palabra.

jueves, septiembre 08, 2011

8 de Septiembre: la tarea por delante

Hace dos años, el 8 de septiembre de 2009, durante la celebración del Día Internacional de la Alfabetización, cometí un error. En el marco de dicha celebración, como ministro de Educación, declaré que el Ecuador era una patria alfabetizada. Dos años después, con los resultados del censo 2010, sabemos que del total de la población de 15 años o más, que es 9’955.074, todavía el 6,75% es una población analfabeta; esto es, en números absolutos, 672.096 personas. Por un tiempo más, el Ecuador seguirá siendo una patria alfabetizándose.

El error de dicha declaración es explicable. Las cifras de personas alfabetizadas recogidas por la Dirección Nacional de Educación Popular, DINEP, que fueron enviadas por las Direcciones Provinciales del país (que, a su vez, recogían las cifras dadas por los centros de alfabetización), señalaron que habíamos bajado la tasa de analfabetismo a menos del 4%. Además, el Ministerio de Educación pidió a UNESCO que realizara un estudio sobre los programas de alfabetización ejecutados y que confronte las cifras del ministerio. La proyección del estudio de UNESCO señaló que la tasa de analfabetismo a diciembre de 2009, sería de menos del 3%. En un oficio del 21 de octubre de 2009, que me envió Eduard Matoko, director regional de UNESCO, señala: “esta información puede utilizarse como referencia para realizar una Declaratoria como la realizada por Usted en el Ecuador (“Patria Alfabetizada”).

Yo no esperé el resultado del censo para reconocer el error. Apenas tuve conocimiento de la Encuesta de calidad de vida, realizada a finales de 2009, convoqué a una rueda de prensa, en enero de 2010, en la que expuse la nueva situación educativa. Además, envié oficialmente sendas comunicaciones a la Comisión de Educación de las Asamblea Nacional y a UNESCO informando acerca de las nuevas realidades. Al mismo tiempo, presenté mi renuncia al cargo de ministro, la misma que no fue aceptada. He trabajado toda mi vida en el campo educativo y, sobre todo, dirigí la campaña de alfabetización “Monseñor Leonidas Proaño”, en 1989, de tal forma que el primer decepcionado y entristecido por la situación fui yo mismo.

Pero hoy día, con los resultados del Censo 2010, tenemos un nuevo desafío. Con los datos actualizados podemos saber con mayor exactitud dónde está la concentración del analfabetismo: zonas rurales, particularmente en las provincias de mayor población indígena. Es decir que la estrategia de programas de alfabetización a nivel nacional debe ser modificada por una estrategia de programas emergentes focalizados, con una orientación pedagógica adecuada, que evite que los cursantes se olviden de leer y escribir al poco tiempo de ser alfabetizados. Al mismo tiempo, y esto es lo principal para que no se siga alimentado las cifras del analfabetismo, hay que proponerse como meta nacional que ese 5,1% de hogares con niños que no asisten a un establecimiento educativo quede reducido a cero y así logremos el 100% de escolaridad.

La tarea que, en la consecución de una patria alfabetizada tenemos por delante, entonces, consiste en atacar dos frentes: programas focalizados de alfabetización y universalización de la escolaridad. Hasta que no hayamos conseguido ambas metas, seguimos siendo una patria alfabetizándose.

domingo, septiembre 04, 2011

La mentira tiene patas cortas



El tratamiento mediático plagado de intencionalidad política que llevaron adelante los medios ecuatorianos cuando Emilio Palacio presentó el video en el que él dijo --y ellos repitieron sin criterio y con sordera-- que el presidente Correa ordenaba "disparar al pecho" quedó inmediatamente en evidencia.

Con la presentación de la grabación de la misma escena desde otro ángulo queda demostrado, como dice el refrán, no solo que la mentira tiene patas cortas sino que los medios son incapaces de rectificar pues no les interesa difundir la verdad sino que están empeñados en desprestigiar permanentemente al gobierno de la Revolución Ciudadana.

Nunca como en estos tiempos se ha puesto en evidencia el poder político que poseen los propietarios de los medios de información. Ese poder político, que no es fruto del ejercicio democrático sino de la propiedad del capital, es ejercido para oponerse a todo proyecto de gobierno destinado a modificar radicalmente el establishment. Dicha posición política es disfrazada bajo la máscara de la "libertad de expresión" cuando, en realidad, se trata de empresarios que ejercen el control ideológico y cultural de una sociedad desde los medios.

Ya Julio Cortázar, en una clásica entrevista concedida a la revista LIFE, en español, (pueden consultar la entrevista en: http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrcortazarvslife1616/) señaló el carácter político de cierta prensa, aún de aquella cuyos periodistas están embebidos de buenas intenciones.

Pero los hechos, no las elucubraciones, demuestran que ese poder antidemocrático que poseen los dueños de medios en Ecuador está siendo utilizado, por un lado, para manipular y tergiversar la mayor parte de las acciones del gobierno de la Revolución Ciudadana, y, por otro, para contribuir a perpetuar una dominación económica y social que tuvo sus expresiones cumbres en la sucretización de la deuda, en el salvataje bancario, en la tenencia de los papeles de nuestra deuda externa y en el congelamiento de los dineros de los ecuatorianos.

Hoy, una nueva mentira ha sido desmontada mas esos mismos que contribuyeron a su montaje serán incapaces de reconocerlo. Pero Marroquín y la SIP no aceptarán que los medios en Ecuador fabricaron una noticia basados en una mentira, y los editoriales de dichos medios no reflexionarán sobre, como en este caso, la fabricación de una noticia que luego se demuestra falsa. Hoy, nuevamente, los políticos disfrazados de periodistas han quedado desenmascarados.