José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, marzo 31, 2025

Construcción de políticas culturales

          


Las políticas culturales, en el campo de las expresiones artísticas y la preservación del patrimonio, no se construyen aisladas de las políticas sociales y económicas. Las políticas culturales, además, se extienden más allá del período de un gobierno y para su plena realización y permanencia se requiere de un acuerdo que permita señalar las necesidades básicas, un trabajo continuado para lograrlo y una evaluación permanente de su ejecución. Si bien habrá hitos novedosos, ninguna política nace de la nada y todas se construyen desde un acumulado histórico, por lo tanto, en medio de una declaración de emergencia del sector cultural, hay que mirar con atención aquello que nos hace falta en fortalecimiento de los subsistemas básicos, descentralizar y desconcentrar la gestión, y preservación patrimonial.

            La declaratoria de emergencia de un sector, en este caso, el sector cultural, puede resultar positiva porque permite movilizar recursos extrapresupuestarios, intervenir con mayor rapidez en sus necesidades, y, por tanto, priorizar tareas que requieren recursos y atención inmediata. Por supuesto, habría que definir cómo las políticas culturales se articularían, por ejemplo, con las políticas educativas, incluidas las relacionadas con las de educación superior en artes. Asimismo, habría que señalar, técnicamente, qué tareas requerirían una ejecución inmediata. Para todo ello, la convocatoria a un diálogo nacional es imprescindible, porque en ese diálogo se debería empezar por escuchar aquello que tienen que decir las personas que han investigado y reflexionado académicamente sobre la cultura, la gestión cultural, sus modelos, los desafíos que enfrentan, etc.

            Me atrevo a señalar que, para atender al subsistema de la Memoria Social y el Patrimonio Cultural, resulta indispensable fortalecer y expandir la Red Nacional de Bibliotecas, de tal manera que las bibliotecas públicas y las privadas, según sus reglamentos, se conviertan en espacios al servicio de la ciudadanía para un acceso pleno al libro, con modernos sistemas de préstamos para la casa, y circulación de libros en préstamos entre bibliotecas. Además, con una inversión adecuada, aquellas bibliotecas que hoy tienen locales propicios, y aún no lo han hecho, pueden transformarse en centros culturales comunitarios cuyas actividades vayan desde la animación a la lectura hasta talleres de diversas artes para todas las edades. Una experiencia de esta naturaleza, por ejemplo, se desarrolló en Medellín en la primera década del siglo veintiuno como un elemento que contribuyó significativamente a restaurar el tejido social y a reducir la violencia. Asimismo, el fortalecimiento de la red de archivos y de museos requeriría una intervención que mirase las necesidades de la investigación académica y de la formación estética de la ciudadanía, respectivamente.

            ¿De qué manera descentralizar la gestión? Las sedes provinciales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y las direcciones de Cultura de los GAD son los espacios institucionales que podrían convertirse en los planificadores y ejecutores de la gestión cultural local, con un mejor y mayor financiamiento, toda vez que los presupuestos, sobre todo de las Casas provinciales, ha venido menguando. Por supuesto, en aquellos sitios en que, por razones del desarrollo inequitativo del país, no existan todavía las condiciones materiales para ello, el Ministerio de Cultura y Patrimonio, MCyP, tendría que intervenir creando las condiciones para que aquello se dé en un momento dado.

Por su parte, el propio MCyP podría desarrollar procesos de fortalecimiento para la planificación y acción desconcentrada, con un mayor financiamiento de la programación, de los teatros (por ejemplo, el teatro Benjamín Carrión, de Loja, o el Centro Cívico, de Guayaquil), las sinfónicas y la Compañía Nacional de Danza. En esta línea, es importante culminar el proceso de restablecimiento del Instituto de Cine y Creación Audiovisual, ICCA, y el Instituto de Fomento para las Artes, Innovación y Creatividad, IFAIC.

            Finalmente, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, INPC, es una institución que tiene un enorme acumulado histórico en el ejercicio de conservación del patrimonio, de investigación académica y de defensa del patrimonio ante el tráfico de bienes culturales. El INPC es una institución a la que debemos cuidar y dotar de todos los instrumentos administrativos, legales y financieros que requiera para cumplir cada vez de mejor manera su misión. Tal vez esté planteando algo obvio, pero resulta que la descentralización de la preservación patrimonial en manos de los GAD requiere de la asesoría y fortalecimiento de capacidades por parte del INPC, que las ofrece tanto a las instituciones como a los propietarios y custodios de los bienes patrimoniales. Para este trabajo conjunto, se requiere voluntad política y financiamiento.

            En síntesis, los procesos de construcción de las políticas culturales deben basarse en un diálogo nacional de los actores culturales, tanto públicos como privados. La experiencia académica de los investigadores y de los observatorios tiene que atravesar estos diálogos. Y, finalmente, las instituciones más adecuadas para convocarlo son el MCyP, la Casa de la Cultura Ecuatoriana y los GAD.


lunes, junio 19, 2023

La inversión local en cultura contribuye a erradicar la violencia de las ciudades

Casa de la Cultura, corregimiento de Altavista, Medellín, inaugurada el 10 de marzo de 2022. (Foto: R. Vallejo, 2022).
            La experiencia de Medellín, como la ciudad que implementó un sistema cultural que contribuyó a enfrentar la narcoviolencia en los años 90, es emblemática. En 1991, Medellín era considerada la ciudad más violenta del mundo: su tasa de homicidios era de 381 muertos por cada 100.000 habitantes; es decir, veinte crímenes diarios. «Con sus parques-biblioteca y otras acciones de un proyecto que multiplicó por cinco la inversión pública en cultura, Medellín logró reducir la tasa de muerte por homicidio en un 96,3 % en dos décadas».[1] Una de las políticas públicas que hay que implementar para contribuir a la erradicación de la violencia en las ciudades es la inversión de los gobiernos locales en la creación de un sistema cultural que implique la construcción de una red de centros comunitarios concebidos como parques-bibliotecas, la realización de una agenda de actividades artísticas articuladas al sistema educativo y los barrios y la puesta en marcha de programas de lectura con una amplia distribución de libros en el sistema de bibliotecas.

            Siguiendo el ejemplo de Medellín, el municipio de Guayaquil, por ejemplo, podría empezar el proceso de construcción de una infraestructura que transforme, en donde se pueda, y que cree nuevos espacios en donde no, de parques-bibliotecas concebidos como centros culturales comunitarios. Al comienzo, para aprovechar la infraestructura existente, se puede articular el centro cultural comunitario con las instituciones educativas de tal manera que se potencie el uso de lo público, lo que requiere una alianza del municipio con el Ministerio de Educación. Un parque-biblioteca concebido como un centro cultural comunitario crea convivencia social, disfrute estético del tiempo libre, seguridad ciudadana y genera empleo, pues se necesitan personas encargadas de la biblioteca, de la animación a la lectura, de los talleres de arte, de mantenimiento, etc.

            Antes de entrar al segundo punto, debo aclarar que no se trata de organizar megaespectáculos en donde los artistas actúen gratuitamente para beneficio político de la autoridad respectiva. Tampoco se trata, como sucede en muchos cantones, de contratar a un grupo de artistas, más o menos famosos, para un espectáculo musical al año y en él gastarse el presupuesto destinado a cultura. Se trata, más bien, de crear lazos entre las y los artistas locales y la escuela para la formación de público, así como con los barrios para la generación de una ciudadanía que aprecie el arte en sus múltiples manifestaciones. Por tanto, los gobiernos locales deberían financiar una política pública en cultura por la que la música, el teatro, la danza, las artes plásticas, el cine y la literatura tengan una programación permanente en las escuelas y los barrios, con la finalidad de entretener y enseñar. Al mismo tiempo, hay que considerar que un programa de esta naturaleza también genera un sinnúmero de empleos en el sector.

            En 2021, un proyecto municipal que pintó 50 murales con frases literarias terminó en un escándalo por su costo y porque no se tomó en cuenta los derechos autorales de escritoras y escritores cuyas frases fueron utilizadas en dichos murales. Qué distinto hubiera sido todo, si se convocaba a varios artistas para el diseño de los murales, a varios escritores para seleccionar con ellas y ellos los textos, a los barrios beneficiados para organizar en conjunto la inauguración del mural con lecturas de los autores e, incluso, se repartía una antología con textos de los escritores y las escritoras escogidos. Y, por supuesto, a todos se les reconocía los respectivos honorarios profesionales. Valga esta experiencia para entender que un programa de lectura debe articular a quienes escriben y a quienes leen, a quienes producen libros y a quienes animan la lectura, al sistema de bibliotecas, sin olvidarse de las bibliotecas escolares. Asimismo, el programa editorial de un plan de lectura cantonal debe considerar libros de pequeño formato para su difusión gratuita en el transporte público, libros producidos en alianza con editoriales privadas —constituidas como independientes o pymes— para el sistema de bibliotecas y su venta en librerías, quioscos y otros puntos de distribución no tradicionales.

 

Taller de lectura con madres e hijos en el Parque-Biblioteca Fernando Botero, en el corregimiento de San Cristóbal, en Medellín. (Foto: R. Vallejo, 2022).
            Medellín aumentó su inversión en cultura del 0,68%, en 2000, al 5% en 2007. Hasta 2020, esa inversión se mantuvo entre el 3% y el 5% y se centró en construcción de equipamiento culturales en los barrios más pobres y violentos.[2] «El objetivo de estos espacios era que lo público fuera un generador de equidad y calidad en todos los territorios de la ciudad», ha dicho Jorge Melguizo, consultor colombiano que estuvo vinculado al proceso de la capital antioqueña.[3] En julio de 2022, fui invitado al Festival Internacional de Poesía de Medellín y viví una experiencia maravillosa al participar de los recitales en las bibliotecas de las comunas, en los parques, en las escuelas y universidades, con un público que disfruta de la poesía. Obviamente, esto es el resultado de una política pública que ha hecho de la cultura un elemento fundamental para una ciudad que construye convivencia ciudadana en paz.



[1] Existe una extensa bibliografía sobre la experiencia de Medellín que puede ser localizada en Internet. Para quienes quieren consultar experiencias similares en Recife, Brasil, e Iztapalapa, México, recomiendo este artículo de divulgación de donde cito los datos aquí presentados: Florencia Tuchín, «Medellín o cómo erradicar la violencia a través de la cultura», El Café Latino, 6 de octubre de 2022, acceso 17 de junio de 2023, https://elcafelatino.org/es/medellin-erradicar-violencia-cultura/

[2] A lo largo de estos años, Medellín ha construido su Sistema Municipal de Cultura.

[3] Tuchín, «Medellín o cómo erradicar la violencia a través de la cultura». El 30 de noviembre de 2015, Medellín aprobó su Plan de Desarrollo Cultural a 2020.