José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, julio 07, 2025

La obra reunida de Efraín Jara Idrovo: un homenaje trascendente a un poeta esencial



             Cuenta Efraín Jara Idrovo (Cuenca, 1926-2018) en un texto inédito hasta hoy que, en el verano de 1943, cuando aún no leía literatura latinoamericana ni ecuatoriana, tomó un poemario de Jorge Carrera Andrade de unos de los estantes de la Biblioteca Municipal de Cuenca. Abrió sus páginas al acaso y leyó «La vida perfecta», lo que resultó una suerte de encuentro con su destino, una epifanía: «Al término de su lectura, experimenté la sensación de que el mundo se me revelaba con transparencia y frescura inusitadas; que mi existencia misma, redimida de cuidados y contingencias, se aligeraba hasta los extremos de la levitación» (234) y, concluye, ya con el cúmulo de la experiencia poética personal que vendría después, «que la función de la poesía no podía ser otra que la de conferirnos, mediante el trabajo sobre el lenguaje, una imagen más hermosa y gratificante de la realidad que la que nos proporciona el mundo empírico» (t. II, 235).[1]

 

(t. II, 442)
Efraín Jara Idrovo es un poeta fundamental en nuestra lírica de la segunda mitad del siglo veinte. Su tránsito intelectual abarca la reflexión teórica y crítica, así como la gestión cultural. La Editorial Municipal de Cuenca, a cargo de Juan Carlos Astudillo, y UCuenca Press, bajo la coordinación editorial de Ángeles Martínez Donoso, publicaron a finales del año pasado la obra reunida de Jara Idrovo en tres volúmenes: Poesía, edición y estudio introductorio de María Augusta Vintimilla; Ensayos, discursos y correspondencia, edición y estudio introductorio de Cristóbal Zapata; y Entrevistas y expediente crítico, edición y estudio introductorio de Manuel Villavicencio.[2] El equipo editorial estuvo conformado por los tres editores y Johnny Jara Jaramillo, hijo del poeta, y contó para la transcripción de los textos con la colaboración de Soledad Corral, que en los últimos años de vida de Jara Idrovo, fue su asistente. Esta publicación es un merecido homenaje a un poeta imprescindible por su impecable trabajo con el lenguaje, su particular construcción metafórica, su mirada profunda sobre la vida cotidiana y su permanente renovación formal en términos vanguardistas.

María Augusta Vintimilla es una de las mayores estudiosas de la obra de Jara Idrovo. Ya en 1998, editó El mundo de las evidencias. Obra poética, 1945-1998 con un estudio introductorio[3] del que, en esta ocasión, nos ofrece una versión definitiva con el título «Efraín Jara Idrovo: el inagotable esplendor del mundo». La diferencia entre la edición de 1998 y esta de 2024 está en la organización de la obra poética. El libro de 1998 agrupa la obra bajo el lema El mundo de las evidencias en tres momentos: I: 1945-1970; II: 1971-1997; y III. En cambio, en esta edición, la poesía está agrupada por poemario y ampliando las explicaciones de la edición de 1998. La parte final de la edición de 1998 agrupó algunos poemas no recogidos en volumen bajo el título «El mundo de las evidencias III», en cambio, en esa edición de 2024, algunos de esos poemas, siguiendo la decisión del autor, han sido reagrupados bajo el título «El perverso encanto de la vida conyugal», en la sección «Los rostros de eros (1983-1997)», y otros en la sección «Poemas no recogidos en un libro (1974-2015)». Extraño, en este libro, la reproducción del poema sollozo por pedro jara en el formato original de una sola página que sí contenía la edición de 1998 y que permite que quien lee visualice el poema en su totalidad espacial y acceda a las múltiples construcciones de lectura que el poeta propone.

            El volumen II, a cargo de Cristóbal Zapata, recoge los trabajos de reflexión crítica de Jara Idrovo sobre la poesía a partir del estudio de poetas como Rilke, Juan Bautista Aguirre, Miguel Hernández, César Dávila Andrade y Alfonso Moreno Mora. La tercera sección «Hacia una poética personal» reúne dos textos que dan cuenta de la permanente teorización que Jara Idrovo hacía sobre su quehacer poético: el uno es el texto que he citado al comienzo y el otro es uno que leyó en la presentación de Alguien dispone de su muerte (1988), y que fue encontrado entre los papeles del autor. En este último, el poeta señala la lección moral intrínseca en su poemario que, de alguna manera, lo acompañó en toda su obra: «ya que estamos aquí, gocemos intensa, pagana, obscenamente la existencia. Y algo más: si no somos libres para no morir, sí lo somos para disponer de nuestra muerte del modo más intrépido y triunfal» (t. II, 231). La inclusión de «Correspondencia insular (Cartas desde Galápagos)», que abre las cartas de sus dos estadías en las islas (1954-1958 y 1995-1996)[4] escritas a diversas personas, es un acierto que nos permite adentrarnos en la intimidad del poeta a través de una escritura que ilumina el territorio de la vida cotidiana.

Manuel Villavicencio estuvo a cargo del tomo III que reúne entrevistas y trabajos críticos sobre la obra de Jara Idrovo.[5] Entre las entrevistas de este volumen, está una que le hizo Jorge Dávila Vázquez, publicada en 1990; en ella, el poeta habla de su infancia solitaria: «Creo que la soledad se convirtió en una especie de clima permanente en mi vida»; de la relación con su familia: «Como experiencia personal, yo nunca he sido apegado a la vida familiar»: de su estancia en Galápagos: «El egoísta, el egocentrista, el hombre recluido, el hombre hermético, metido dentro de sí, sufrió un impacto terrible ante esa naturaleza tan hostil y primitiva, de hecho, surgió la necesidad de la solidaridad humanas»; de los poetas de su generación, de Cuenca, de su las transformaciones de obra poética y de su definición de la poesía: «Como forma de conocimiento que obliga a una ordenación especial de los signos lingüísticos, a fin de potenciar su eficacia expresiva» (t. III, 68). Y así, en varias entrevistas, Jara Idrovo expone sus ideas sobre la vida, la literatura y su poesía.

 

(t. III, 23)
             El expediente crítico que incluye este volumen es un aporte indispensable para quienes quieran aproximarse a la poesía de Jara Idrovo. Así, entre otros, tenemos un ensayo de María Eugenia Moscoso, de 1990, que, al recorrer la obra poética de Jara Idrovo, desde Tránsito en la ceniza (1947) hasta Alguien dispone de su muerte (1988), describe las características de la escritura del poeta y sus renovaciones formales, señalando que en su obra «se consuma todo intento de renovación formal y significativa» (t. III, 263). Hay diversas miradas a los varios poemarios de Jara Idrovo y también visiones transversales que analizan, en su conjunto poético, «el oficio esencial de la fundación del ser» (Hernán Rodríguez Castelo), el paralelismo con el pensamiento filosófico de Schopenhauer (Oswaldo Encalada Vásquez); la idea de la muerte como motivación de la vida (Bruno Sáenz); o la elogiosa visión de las imágenes cotidianas, sencillas, en continua fuga (Daniela Alcívar Bellolio).

No obstante que Jara Idrovo se definió a sí mismo como «un adelantado de la vida, un exaltador de su poderosa virtualidad dispuesta a conferir dones y excelencias a quien sabe desentrañarlos y exigirlos» (t. II, 228), quiero, finalmente, referirme al único poema nuevo de la poesía reunida, en la obra reunida de 2024. Se trata de «Epitafio para Efraín Jara», que fuera publicado en Poesía última (2015) y cierra el volumen de su obra poética. Sus dos últimos tercetos son una declaración del sentido que para el poeta tenía su vida: «Por muchos años demoró en Galápagos, / lava y desolación, aún sin tiempo. / ¡De vivir tanto, expiran las tortugas! // Lo desveló tan solo la hermosura / y en condiciones de excepción, amó / y fue amado por la poesía» (t. I, 494)[6]. La obra poética de Efraín Jara Idrovo parece decirnos que en la soledad esencial del poeta también se cuece la condición comunitaria de la poesía.



[1] Efraín Jara Idrovo, Ensayos, discursos y correspondencia. Obra reunida, t. II, edición y estudio introductorio Cristóbal Zapata (Cuenca: GAD de Cuenca / Editorial UCuenca Press, 2024). El texto se llama «Una vocación y un poema»; escrito alrededor de 1995, fue encontrado entre los papeles del autor e incluido por Zapata en este tomo (233-239).

[2] Los tres tomos están disponibles en formato digital en el catálogo en línea de UCuenca Press, editorial de la Universidad de Cuenca, como una manera de democratizar el acceso al arte y al pensamiento académico. En este blog, el título encierra el enlace que conduce al sitio en donde se puede descargar el PDF de cada uno de los volúmenes.

[3] Efraín Jara Idrovo, El mundo de las evidencias. Obra poética, 1845-1998, edición y estudio introductorio de María Augusta Vintimilla (Quito: Libresa / Universidad Andina Simón Bolívar, 1998).

[4] Con el título Una soledad volcánica. Cartas desde Galápagos esta sección fue publicada como libro en 2021, por Mecánica Giratoria, de Quito, con un estudio introductorio de Bernardita Maldonado, titulado «Troppo mare: Cartas desde Galápagos», que está incluido en el tomo III de esta obra reunida.

[5] Efraín Jara Idrovo, Entrevistas y expediente crítico. Obra reunida, t. III, edición y estudio introductorio Manuel Villavicencio (Cuenca: GAD de Cuenca / Editorial UCuenca Press, 2024).

[6] Efraín Jara Idrovo, Poesía. Obra reunida, t. I, edición y estudio introductorio María Augusta Vintimilla (Cuenca: GAD de Cuenca / Editorial UCuenca Press, 2024).

 

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