José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, agosto 05, 2024

Imane Khelif: un pretexto para que se desate la transfobia mundial

Composición del portal digital Volcánicas sobre una imagen de Imane Khelif.

La nota de BBC Sport dice que la boxeadora italiana Angela Carini, que, el jueves 1 de agosto, abandonó la pelea contra la argelina Imane Khelif, a los 46 segundos, quiere disculparse con su oponente por no haberle dado la mano luego de la pelea. Carini dijo que estaba muy enojada en ese momento porque las Olimpíadas habían terminado para ella. Asimismo, Carini añadió que, si se volvía a encontrar con Khelif de nuevo, «la abrazaría». Las disculpas de Carini son importantes en medio de la ola de bulos cargados de transfobia que se desató luego del triunfo de Khelif en contra de la boxeadora argelina. En realidad, la transfobia, a nivel planetario, se disfrazó de una supuesta preocupación por las condiciones de igualdad durante las competencias deportivas en la categoría de mujeres.

En primer lugar, hay que aclarar que Imane Khelif no es una mujer trans ni podría serlo en Argelia, un país en donde la homosexualidad está penalizada. Aunque la International Boxing Asociation, IBA, presidida por el ruso Umar Kremlev —que hizo declaraciones homofóbicas respecto al IOC y la ceremonia inaugural—, la descalificó el año pasado por no calzar en sus criterios de elegibilidad para participar en la competencia de mujeres, Imane Khelif es mujer. Ella compite en la categoría de mujer y ha sido reconocida como mujer atleta por el International Olympic Committee, IOC. «La boxeadora argelina nació mujer, fue registrada mujer, vive su vida como una mujer, boxea como una mujer, tiene pasaporte de mujer», dijo el viernes pasado Mark Adams, vocero del IOC. Como reconoció Carini: «Toda esta controversia me da tristeza. Lo siento por mi oponente, también. Si la IOC dice que ella puede pelear, yo respeto tal decisión». Amy Broadhurst, la irlandesa que derrotó a Khelif en la final del campeonato del mundo de boxeo, en 2022, posteó en X-Twitter, en defensa de la argelina: «Mucha gente me ha enviado mensajes de texto sobre Imane Khelif. Personalmente, no creo que haya hecho nada para “engañar”. Creo que así es como nació y que eso está fuera de su control. El hecho de que haya sido derrotada por nueve mujeres antes lo dice todo».

En segundo lugar, se ha dicho a lo largo de la discusión que hay deportistas cuyas características biológicas los vuelven únicos. Así, se habla de la altura de la basquetbolista china Yao Ming (2.29m), el tamaño inusual de las extremidades del nadador estadounidense Michael Phelps, que padece el síndrome de Marfan, o la capacidad pulmonar del atleta jamaiquino Usain Bolt. Al parecer, Imane Khelif —y otras atletas africanas como Caster Semenya y Christine Mboma o la española María José Martínez Patiño— tiene una condición biológica llamada hiperandrogenismo que hace que su cuerpo genere altos niveles de testosterona, lo que la convierte en una mujer intersexual, algo que no garantiza su triunfo. Hay que recordar que Khelif tiene una vida personal y una carrera deportiva de superación: fue eliminada en el mundial de boxeo de 2018 y de 2019 en la primera ronda; en las Olimpiadas de Tokio (2020) fue eliminada en cuartos de final y, recién en 2022 llegó a la final del campeonato mundial de boxeo y fue derrotada. En síntesis, la discusión debería centrarse en si ciertas condiciones biológicas de los seres humanos constituyen ventajas determinantes o no en las competiciones deportivas, pero al parecer, en la red social X-Twitter pueden más los prejuicios de los líderes conservadores y homofóbicos del planeta que azuzan a quienes odian la diversidad de los seres humanos.

          Finalmente, el primer triunfo de Khelif[1] desató una ola de transfobia gratuita porque, en un comienzo, se “acusó” a la boxeadora argelina de ser una mujer transgénero. Estos ataques transfóbicos estuvieron encabezados por el multimillonario dueño de X-Twitter, Elon Musk, y aglutinaron a la escritora J. R. Rowling, al presidente argentino Javier Milei, la primera ministra italiana Georgia Meloni y Agustín Laje, entre otros, quienes lideraron los bulos y el discurso de odio a través de dicha red social. Según el portal Volcánicas, que adelantó una amplia investigación periodística al respecto, hubo más de 10.000 trinos transfóbicos coordinados que atacaron a Imane Khelif en X: «Lo que parecía una reacción de indignación orgánica no lo fue. Fue un ataque coordinado. Volcánicas, con ayuda de DFRLab, rastreó el inicio del bulo transfóbico y encontró más de 10 mil trinos en la red social “X” que replicaron el mismo mensaje de odio»[2]. Amnistía Internacional ha publicado un extenso informe sobre los casos de homofobia en el mundo que merece nuestra atención.

            Lo sucedido con Imane Khelif, además de la transfobia, da cuenta de los prejuicios contra las mujeres racializadas que no se ajustan al estereotipo femenino europeo. Y el debate, que no se ha centrado sobre las condiciones biológicas de cualquier persona que pudiesen generar ventajas injustas en competiciones deportivas, se ha diluido en un discurso transodiante que no tiene sentido ya que Imane Khelif es mujer biológica. Las personas trans no son peligrosas ni borran a nadie como sostiene el feminismo transexcluyente; en cambio, el odio contra las personas trans provoca crímenes horrendos que, generalmente, quedan en la impunidad.

 

P.S: La foto de Imane Khelif, de niña fue posteada por Amy Broadhurst.



[1] Al cierre de este post, Imane Khelif ya pasó a semifinales y aseguró al menos una medalla de bronce, luego de derrotar por decisión unánime a la húngara Anna Luca Hamori (5-0), que, antes de la pelea, se había sumado a la ola de ataques contra Khelif en la red social X-Twitter, respaldada por su federación deportiva. No obstante, luego del combate, Luca Hamori aceptó la derrota y le dio la mano a Khelif, que se acercó a ella para saludarla. Khelif se enfrentará el martes 6 a la tailandesa Janjaem Suwannapheng.

[2] «Más de 10.000 trinos coordinados. Así fue el ataque contra Imane Khelif en X», Volcánicas, 2 de agosto de 2024, acceso 2 de agosto de 2024


lunes, enero 22, 2024

Las consignas del odio político le abren la puerta de entrada al neofascismo

            Las consignas del odio que esparcen en las redes sociales los mercenarios digitales provienen de una estrategia elaborada por los intelectuales orgánicos del poder económico: hay que criminalizar cualquier tendencia política que afecte los intereses del capital. En nuestro país, los operadores mediáticos y aquellos que se benefician de la puerta giratoria —periodista/empresario, luego funcionario gubernamental, y luego de regreso a fungir de periodista/empresario— han construido una narrativa que pretende culpar al correísmo de todos los males de la República. Para ello, no dudan en repetir sofismas y argumentar desde sus relatos ideológicos como si fueran los datos de la realidad. En vez de contribuir al debate de cómo construir una sociedad más justa, solidaria y democrática, es decir, la manera de implementar la vieja consigna socialdemócrata de justicia social con libertad, se dedican a fabricar mentiras que los-tíos-del-WhatsApp aplauden y distribuyen.

            Una estrategia que se utiliza para la criminalización es culpar a las políticas públicas que bajaron la tasa de homicidios a 5,8 por cada cien mil habitantes por la penetración del narcotráfico en la institucionalidad del Estado. Un Estado que fue debilitado por causa de las políticas neoliberales aplicadas bajo la falacia de que el nuestro es un Estado obeso. Otro asunto que se repite es que la no renovación de la presencia de la base norteamericana en Manta origina la violencia actual. Sin embargo, los datos demuestran que durante la presencia de los soldados norteamericanos en Manta la tasa se mantuvo en un promedio de 17 muertes violentas por cada cien mil habitantes. Luego de la salida de los soldados y, justamente, por la aplicación de las políticas públicas que son cuestionadas, dicha tasa bajó a 5,8. Además, se omite el señalamiento de que, en Colombia, a pesar de las siete bases militares norteamericanas, nuestro vecino se ha convertido en el primer productor de cocaína y de cultivo de coca en el mundo.[1] Pues sí, aunque se enojen los-tíos-del-WhatsApp, los datos son tozudos.

            También se repite la tontería de que por haber eliminado el pedido del pasado judicial a los colombianos los narcos se han instalado aquí. En primer lugar, se oculta el hecho de que entre los países de la Comunidad Andina existe libre tránsito y que las medidas de esta naturaleza pueden ser recíprocas y que, de aplicarse en ambos sentidos, entorpecería notablemente el comercio y la integración entre dos países fronterizos. En segundo lugar, los delincuentes no entran al país por vías regulares mostrando papeles, salvo, claro está, los delincuentes/empresarios que lavan el dinero, pero esos tienen pasado judicial limpio. En tercero, no existe ningún dato de la realidad que sostenga que los colombianos están participando mayoritariamente en los GDO del Ecuador. En cuarto, ¿acaso ignoran que los colombianos entran sin visa al llamado espacio Schengen desde diciembre de 2015? Y, finalmente, si eliminar el pedido del pasado judicial era inadecuado ¿por qué los gobiernos que siguieron al de Correa, ya sea el de Moreno o ya sea el de Lasso, no implementaron nuevamente dicho requisito?

            Lo mismo sucede con la tabla de umbrales que fue elaborada para que fiscales y jueces tuviesen un elemento más que les permitiera diferenciar al consumidor del narcotraficante. Se dice, con mala fe, que la tabla de umbrales le permitió al micro traficante hacerse pasar por consumidor. Un micro traficante es un delincuente sobre quien la fiscalía tiene que hacer su trabajo y reunir una serie de pruebas que, más allá de toda duda (como sucede en los sistemas judiciales de las sociedades democráticas), conduzcan a su condena. La posesión de una determinada cantidad de droga es solo un elemento para acusar a un micro traficante, pero la tabla de umbrales sí evita que los consumidores, que son un tema de salud pública, sean criminalizados. En este caso, también vale la pregunta: ¿si la tabla de umbrales era la causa, por qué los gobiernos de Moreno y Lasso no la eliminaron? ¿Por ineptitud o porque se dieron cuenta de que la tabla de umbrales es referencial para jueces y fiscales? Tanto es así que el gobierno de Daniel Noboa, que la eliminó fácilmente mediante un decreto, ahora está estudiando la manera de regresar a ella por necesidades del sistema judicial. Seguramente le pondrá otro nombre para no decepcionar a su electorado y corregirá lo que considera equivocado y la actualizará a las circunstancias de hoy.

            Otra manera de criminalizar a una tendencia política es hacer de las políticas públicas de corte socialdemócrata que se implementaron durante el gobierno, una sola masa de actos delictivos identificada como correísmo. En este punto, la falta de autocrítica del movimiento de la Revolución ciudadana —al que, aclaro, no he estado ni estoy afiliado— sobre los casos de corrupción durante el gobierno y los errores de gestión gubernamental y política, así como la tendencia autoritaria del propio Correa, dan pie a los argumentos para dicha generalización. Corrupción ha existido en todos los gobiernos (conservadores, liberales, velasquistas, socialcristianos, socialdemócratas, demócratas cristianos y en las dictaduras militares) y no por ello se ha criminalizado al grupo político que gobernó. Esta criminalización sí sucede con el correísmo y el consiguiente intento de descalificar y silenciarnos y, además, cerrarnos toda oportunidad laboral a quienes servimos al país durante el gobierno de la Revolución ciudadana. Lo que pretenden es que, como si se tratase de los juicios del estalinismo, reneguemos de nuestro servicio al país y seamos desleales con el gobierno del que fuimos parte; cuestión que nada tiene que ver con ejercer la crítica y la autocrítica, y, además, estar al margen de la participación política partidista, como es mi caso.

Un último ejemplo de lo dicho hasta aquí: a raíz del triunfo electoral de algunos candidatos del movimiento de la Revolución Ciudadana en las elecciones seccionales de 2023, los intelectuales de la derecha llegaron a proponer un modelo de ciudad excluyente: que se dividiera a Quito y Guayaquil en varios municipios para elegir distintas alcaldías según las zonas barriales o que se eliminen los distritos electorales porque, según ellos, la votación por distritos favorece al correísmo. Es decir, las propuestas no tienen que ver con una racionalidad de organización administrativa del gobierno local sino con una estrategia para impedir en el futuro un triunfo electoral que, como todos sabemos, es coyuntural: con el mismo sistema, si la gestión actual no es buena según el criterio de la ciudadanía, mañana ganará otro partido político.

El debate político es necesario para construir una sociedad democrática, pero la criminalización del otro lo impide. Lo que no quieren entender quienes pretenden proscribir a una tendencia política es que su discurso, construido bajo las consignas del odio, le abre la puerta de entrada al neofascismo.


lunes, septiembre 05, 2022

Los discursos de odio son la semilla de los asesinatos políticos

           

El jueves 1 de septiembre, Fernando Andre Sabag Montiel intentó asesinar a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kircher. (Foto del periódico Página 12)

            Yo no sé si Cristina Fernández de Kirchner sea culpable de aquello que la acusan. La justicia argentina, libre de presiones mediáticas y políticas, deberá determinarlo más allá de toda duda que pueda ser calificada de lawfare. Lo que sí sé es que deshumanizar al rival político, es decir, reducirlo a la condición más execrable posible mediante un discurso de odio, es convertirlo en blanco favorito de fanáticos. El intento de magnicidio perpetrado sobre la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, debería generar una reflexión ciudadana sobre las prácticas políticas de hoy porque un atentado de esta naturaleza socava la democracia, se inscribe en los efectos de la criminalización del opositor político y es un signo preocupante del ascenso sostenido del neofascismo.

            En primer lugar, debemos entender que la democracia burguesa, con sus limitaciones intrínsecas, se sostiene en la convivencia pacífica de los distintos actores políticos, en la tolerancia de las diversas ideas y en la alternabilidad en el ejercicio de gobierno. Cuando se impide el debate de ideas y se lo reemplaza por el lenguaje violento del insulto, las acusaciones infundadas y la descalificación moral del adversario, se está exacerbando las contradicciones, la intolerancia y las agresiones físicas. Como nunca faltan mentes afiebradas y fanáticas, se genera la idea de la eliminación física del adversario político con lo cual hemos retrocedido varios siglos en la construcción de sociedades de paz y se pone a un país al borde de la guerra civil. Y no estoy hablando de la intriga de una novela distópica: el irrespeto a las normas de la convivencia democrática es un atentando que socava la misma democracia y que, por lo tanto, exacerba la violencia social y política.    

Con el debilitamiento de la democracia, la presunción de inocencia muere. Ahora las personas están en la obligación de demostrar su inocencia y la carga de la prueba, en el campo minado de las redes sociales, ya no recae en quien acusa sino en quien se defiende de una acusación. Criminalizar al opositor político se ha vuelto una práctica sin escrúpulos: se repite hasta la saciedad una acusación: se la simplifica y exagera, se mezclan elementos ciertos y falsedades, y, a través de los troles de las redes sociales, se hace creer que todo el mundo coincide con aquella. Y, si existe alguna persona de una tienda política involucrada en una acción delictiva suficientemente probada, se generaliza la conducta delincuencial sobre todos quienes participan de dicha opción política. La criminalización, además, va de la mano del discurso de eliminar de la historia del país a ese otro a quien se la ha quitado no solo la presunción de inocencia sino el derecho de participación en la vida pública.

Fácilmente, el discurso moralista sobre la honestidad se convierte en discurso de odio e incita, incluso más allá de la voluntad de quienes lo sostienen, a la violencia política. Personajillos revestidos de moralina e ideas ramplonas se dedican a denostar contra sus adversarios políticos y, escudándose tras la consigna de que la libertad de expresión lo aguanta todo, se dedican a predicar contra la existencia misma del adversario político. El discurso de odio se instala como si fuera una virtud. Ciertos medios de comunicación se han convertido en actores políticos y sus periodistas en activistas que toman partido por los intereses que el dueño del medio representa; en la práctica, estos no son periodistas sino mercenarios de la palabra que insultan y sentencian desde la agenda particular de aquellos a quienes sirven. Todo esto contribuye al ascenso sostenido de un neofascismo que cierra los espacios de participación en la vida de civil de aquellos a quienes pretende proscribir de la vida pública. Sabemos que el fascismo es esencialmente violento y que un periódico enseñe cómo debió ser manejada el arma del atentado para que este hubiera sido efectivo solo contribuye a que crezca aún más ese neofascismo en ascenso.

El intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner es un hecho criminal que, más allá de las simpatías o antipatías hacia ella y su movimiento político, debería ser no solo motivo de preocupación sino también motivo de rechazo por todos quienes creemos en la convivencia democrática. El fanático negará la realidad y tranquilizará su conciencia hablando de autoatentado; pretenderá sembrar dudas sobre este y hasta dirá que la pistola era una pistola de agua; o, lo que es peor, se quedará en silencio porque, en el fondo secreto de su odio, lamenta que no se haya concretado el magnicidio. Ojalá entendamos que los discursos de odio que alimenta el neofascismo son las semillas de los asesinatos políticos, tanto de los simbólicos como de los perpetrados en la humanidad del enemigo.