José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, abril 07, 2025

¿Por qué ratificar la prohibición del uso de teléfonos inteligentes en el aula?


Imagen tomada del portal Éxito educativo. Información educativa y gestión.
            La ministra de Educación, Alegría Crespo, anunció a finales de enero de este año que prohibiría el uso de dispositivos móviles en el aula a partir del año lectivo, ciclo Costa, que empieza en mayo. Según el portal Dialoguemos. La academia en la comunidad, la ministra dijo que «Desde Inicial hasta Décimo no pueden usarlo, y en Bachillerato solo se permitirá para proyectos e investigaciones». Hasta el momento en que escribo esta reflexión, la ministra no ha emitido el acuerdo que norme su declaración y que modifique la regulación vigente sobre el uso de teléfonos inteligentes en el aula que existe desde hace once años. El artículo 3 del Acuerdo Ministerial 070-14 del 17 de abril de 2014, suscrito por el exministro Augusto Espinosa, dice: «La utilización de teléfonos celulares en el aula, para fines pedagógicos, será autorizada por el docente única y exclusivamente a estudiantes de Educación General Básica Superior y Bachillerato». El Acuerdo 070-14, además, especifica las actividades en el aula para uso del móvil, sus usos prohibidos y la sanciones, así como indicaciones para las autoridades de las instituciones educativas. La modificación propuesta por la ministra Crespo es que el teléfono inteligente solo se podrá utilizar en Bachillerato.

            En el portal de la Unesco, en una nota que pasa revista a la evolución de la normativa en el mundo sobre el uso de los teléfonos inteligentes en el aula, se cita «el Informe Mundial de Seguimiento de la Educación de 2023 [que] abogó porque la tecnología se utilice en clase solo cuando apoye los resultados del aprendizaje. Este mensaje incluye el uso de teléfonos inteligentes». La Unesco informa que, la finales de 2024, 79 sistemas educativos en el mundo (el 40%) han prohibido el uso de móviles en la escuela, con la excepción, en ciertos países, para estudiantes que requieran monitoreo por condiciones de salud.

 

            

En marzo de 2025, la ONG Argentinos por la Educación publicó en su portal web el informe «Celular en el aula: uso, distracción y aprendizajes», que analiza las respuestas de los alumnos de 15 años que participaron en las pruebas PISA 2022 sobre el uso de los dispositivos digitales en la escuela. Dos de los resultados más relevantes es que el 54% de los estudiantes se distrae con dispositivos propios y el 46% se distrae por el uso que hacen otros compañeros de tales dispositivos. Ambos porcentajes son los más altos de entre los 80 países que participaron en aquellas pruebas.

En la ya citada nota del portal Dialoguemos se informa que el Ministerio de Educación realizó un estudio de percepción en las nueve coordinaciones zonales y que, al consultar al estudiantado al respecto, el 77% considera que el celular es un distractor; el 82% de los docentes percibe que el uso del celular tiene un impacto negativo en el aprendizaje y el 83% considera que su uso es meramente para entretenimiento. Como contrargumento, una de las razones que se esgrime para tener un celular en el aula es el tema de la seguridad, aunque no está clara la eficacia de su uso para dicho fin.

 

           

El teléfono inteligente es un dispositivo digital que, al mismo tiempo, es cámara fotográfica, filmadora, grabadora, calculadora, tiene acceso a Internet, alberga las aplicaciones de WhatsApp y redes sociales, y de inteligencia artificial, etc. Las preguntas que debemos hacernos quienes somos docentes es si este artefacto tecnológico es indispensable o, al menos, necesario en el aula, cuáles son las condiciones para su uso (característica técnicas del artefacto, conectividad gratuita en la escuela, plan de voz y datos privado, etc.), y si los problemas que acarrea su uso, además de ser un elmento altamente distractivo (las facilitadades para la deshonestidad académica, el phubbing o ningufoneo, el ciberacoso, la violación del uso de la imagen personal, etc.), tienen menos incidencia en la niñez y adolescencia que la supuesta ventajada de su aprovechamiento tecnológico. En este marco, recordemos que el laboratorio, la biblioteca y el libro, y la observación de campo, son los espacios primarios para desarrollar una cultura de la investigación en la escuela. En este sentido, el gremio del magisterio, en la entrada «¿Prohibir el uso de celulares en el aula: demagogia o realidad?» del portal institucional de la Unión Nacional de Educadores, más allá de su acostumbrado tono confrontativo, señala que una de las medidas que deben acompañar esta decisión es el fortalecimiento de biblioteca y actividades extracurriculares:

 

Varios países están adoptando este tipo de medidas. Pero a la vez están también adquiriendo más libros. Una realidad contraria a la nuestra, donde las bibliotecas de escuelas y colegios siguen siendo desmanteladas. Es necesario un plan con el respectivo financiamiento para recuperar las bibliotecas y su personal, así como las actividades extracurriculares (deportes, ajedrez, montañismo, oratoria, periodismo…) Estas medidas deben ir acompañadas por un segundo plan donde la prohibición del celular sea a la vez un desafío para apuntar a digitalizar las aulas con sentido humano y pedagógico.

 

Finalmente, otro asunto que hay que considerar es que el uso del teléfono inteligente se ha convertido en una alarmante adicción que ya es un problema de salud pública que tiene que ser abordado de forma holística. Así, la restricción de su uso en la escuela debería estar acompañada de una restricción similar, bajo las condiciones particulares de la esfera doméstica, en cada casa, siempre en función del cuidado de la salud mental, según un estudio de The Economist reseñado por el portal Infobae. La Unesco, en la entrada «To ban or not to ban» de su portal institucional, concluye:

 

Los estudiantes necesitan aprender los riesgos y las oportunidades que conlleva la tecnología y no estar completamente exentos de ellos. Sin embargo, los países deben brindar una mejor orientación sobre qué tecnología está permitida en la escuela y cuál no, y sobre su uso responsable. Solo la tecnología que desempeña un papel claro en el apoyo al aprendizaje debería permitirse en la escuela. [Énfasis añadido]

 

En síntesis, si bien no habrá uninimidad al respecto, ratificar la vigente prohibición del uso del teléfono inteligente en el aula —con la modificación relativa a permitir su uso, en actividades de aprendizaje debidamente planificadas, solo para el bachillerato— es una medida adecuada en términos educativos. No obstante, hay que considerar los usos pedagógicos como parte de las tareas escolares y la búsqueda de información de referencia para trabajos de investigación para los que se cuenta con los dispositivos digitales, incluidos el teléfono inteligente. Asimismo, es importante acompañar la difusión del acuerdo ministerial respectivo con una guía para la comundiad educativa que, de forma didáctica, explique la necesidad de cooperación de la escuela y la casa en lo que tiene que ver con la salud mental y los procesos de aprendizajes frente a la restricción del uso de los teléfonos inteligentes en la niñez y la adolescencia.