José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

martes, agosto 19, 2008

Mi desafiliación de Izquierda Democrática

Quito, agosto 18, 2008

Doctor
Andrés Páez
Presidente Nacional de Izquierda Democrática

Estimado Andrés:

Frente a la decisión de Izquierda Democrática de apoyar el voto nulo en el referéndum del 28 de septiembre en el que se aprobará o no la Constitución de 2008, considero necesario realizar las siguientes observaciones:

1.- Nuestro país vive un momento de transformación histórica: el viejo poder se está desmoronando; su representación y el discurso que generó se convirtieron en prácticas vacuas y sin credibilidad. La ciudadanía tomó consciencia de que las conductas partidarias de antaño se redujeron a maniobras coyunturales en el recinto legislativo; que los partidos olvidaron la construcción de un proyecto de país sostenido por los ciudadanos; y que sus cuadros dirigentes no se rejuvenecieron. Por eso, en el referéndum para aprobar o no la Constitución de 2008 está en juego la posibilidad de un futuro de esperanza para nuestro país frente a la recomposición de esos grupos que anhelan el regreso del maridaje perverso que se dio entre el poder político y el poder económico.

2.- La Constitución de 2008, más allá de las observaciones puntuales que se le puedan hacer como parte del proceso de deliberación democrática, es, en términos generales, el marco institucional que requiere nuestra Patria para instaurar un régimen de justicia social con libertad, tal como Izquierda Democrática lo proclamó desde su fundación. Resulta paradójico que, cuando existe la posibilidad histórica de cambiar sustancialmente las relaciones de poder en nuestro país, la ID resuelva ponerse a espaldas de dicho proceso.

3.- Que los partidos que representan a la derecha política estén en contra de este proceso ciudadano y de la Constitución de 2008 no es de extrañarse: después de todo, su poder ha sido “el poder” y son la representación orgánica de los intereses que mantuvieron el injusto orden social y económico en el que ha vivido nuestro país y que ha sido afectado por este proceso. Pero que un partido que dice actuar bajo la ideología socialdemócrata y que siempre lideró la tendencia progresista no sintonice con la transformación política que la ciudadanía ha venido demandando es para mí, además de doloroso, un síntoma del olvido del pensamiento socialista democrático y de una práctica política capaces de concretar la esperanza de un país diferente.

4.- Estoy convencido de que promover el voto nulo en este referéndum es, en los efectos reales, oponerse a la posibilidad cierta del marco jurídico que nuestra gente reclama para la construcción de una sociedad más justa y solidaria. En la medida en que mantengo un pensamiento y una práctica política socialista y democrática, estoy a favor de la aprobación de la Constitución de 2008 en el referéndum del 28 de septiembre próximo.

En consecuencia, por lo dicho anteriormente, comunico a usted mi desafiliación de Izquierda Democrática, partido en el que milité desde junio de 1990.

Saludos cordiales,

Raúl Vallejo Corral

domingo, julio 20, 2008

La tradicional sencillez del buen contar

Existen acontecimientos de nuestra historia a los que todavía les hace falta más de una interpretación literaria que dé cuenta del espíritu que los envolvió. A la Costa, de Luis A. Martínez, por ejemplo, recuperó para la literatura las contradicciones espirituales que vivía nuestro país en medio de la Revolución Liberal, a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En Las cruces sobre el agua, Joaquín Gallegos Lara, relata no solo el espíritu social que existía en los años en que tuvo lugar la matanza del 15 de Noviembre de 1922 sino que también hace de Guayaquil un personaje en construcción. Jorge Enrique Adoum, en Entre Marx y una mujer desnuda, disecciona el fracaso de una utopía enarbolada por una izquierda comunista incapaz de leer la realidad nacional que le tocaba transformar.

Si bien ha sido mencionado en varias obras, el trauma nacional del 41 ha esperado por más de sesenta años para que la palabra de la literatura lo ponga como el asunto principal de una novela, como sucede en Cuando tú te hayas ido, de Hugo Larrea Benalcázar. No se trata de una novela histórica, en el sentido estricto del término, sino de una novela embebida en la historia. Se trata de una novela en la que sus personajes viven la historia sin fatalismos ni heroicidades impostadas sino en la profundidad de lo cotidiano y las batallas de los seres comunes ante los acontecimientos que no pueden controlar. «La nación huele a moho», dice uno de los personajes que narra la novela: y en esa frase sintetiza el espíritu de un pueblo deseoso de manifestar su heroísmo y, al mismo tiempo, sometido por un gobernante cobarde y represor que contaba los días de su permanencia en el poder.

Cuando tú te hayas ido es también el retrato de una pequeña sociedad provinciana, de sus costrumbre y de su gente, en la mitad del siglo XX ecuatoriano y de la manera como éstos sufrieron, y lucharon a su modo, la Guerra del 41. En ese microcosmos, unas «melcochas bailables», sarao de jóvenes inocentes, es un acontecimiento en cuyo alrededor se juegan las tensiones sociales y políticas del momento y el asesinato de la prostituta Eudocia pone al descubierto todo el horror de la guerra en medio de lo cotidiano. Asimismo, la novela es el testimonio de esa resistencia heróica y anónima de una guerra que nos cubrió de vergüenza por la actitud antipatriótica del gobierno de Arroyo del Río: desde la literatura nos encontramos con el patriotismo de la gente de todos los días en un momento en que el espíritu de la nación se encontraba carente de liderazgo y de unidad.

La novela está narrada con un lenguaje que no por coloquial cae en lo vulgar y no por cotidiano deja a un lado las grandes reflexiones sobre la realidad histórica que están viviendo los personajes. El tono de la novela de Hugo Larrea tiene la chispa de los narradores orales, de aquellos buenos conversadores, de quienes saben la mejor de manera de contar una historia y atrapar la atención de su audiencia. Un sentido del humor, cotidiano también, atraviesa el texto: las frases en este sentido se multiplican y el lector no puede dejar de sonreír frente a ellas.

Esta novela no se propone ni la experimentación literaria ni la búsqueda de un nuevo lenguaje. Tampoco se ubica en las estéticas posmodernas de este milenio. Prefiere anclarse en la tradicional sencillez del buen contar. Hugo Larrea sabe manejar la intriga: la historia de Eudocia, que atraviesa la novela como historia de amor prostibulario se convierte, a medidad que avanza el relato, en una historia de horror atravesada por la conducta criminal de los fascistas y la complicidad de un gobierno corrupto.

Cuando tú te hayas ido, de Hugo Larrea Benalcázar, es una novela cuya fortaleza reside en la capacidad de las voces narrativas para contar una historia en la tradición de aquellos conversadores célebres. Una apuesta al valor de los jóvenes en los cambios que reclama una sociedad. Una recreación literaria del espíritu de aquellos años en los que la Guerra del 41 había sumido al Ecuador en la desesperanza y, al mismo tiempo, el testimonio de que no todo era oscuridad: de que, en el seno del patriotismo de la gente de todos los días, se fraguaba el germen de la rebeldía. Una novela dolida de Patria.

domingo, junio 15, 2008

Vallejo sucumbe a la poesía


El Telégrafo, 12 de mayo de 2008

"Me resistía a publicar poesía”, confiesa Raúl Vallejo (Manta, 1959), “Pero fui encontrando temas que tenían como vehículo expresivo este género”, agrega. Ese es el origen de Missa solemnis, su más reciente poemario.

El actual Ministro de Educación se inició como narrador en la década del 70 con Cuento a cuento cuento (1976). Desde ahí, su actividad literaria se desplegó en ese género con relativo éxito.

En 1992 obtuvo el premio 70 años de Diario El Universo por el volumen de relatos Fiesta de solitarios; luego, en 1999, su novela Acoso textual recibió los premios Joaquín Gallegos Lara y el Nacional del Libro; y, en el 2000, Huellas de amor eterno, fue premiada con el Aurelio Espinosa Pólit en la categoría de cuento.

Eso confirma que su trayecto en las letras ha sido largo, pero su incursión en la poesía es relativamente reciente. Cánticos para Oriana, su primer poemario, se editó en el 2003; y Crónica del mestizo, un poema con referentes históricos, fue publicado en el 2007.

Con Missa solemnis (Editorial Planeta, 2008) Vallejo pretende rendir un homenaje a la vida. Por eso escribió una Misa y no un Réquiem, a pesar de que fue un fallecimiento, el de su madre, en el 2004, lo que dio pie a la concepción de esta nueva obra.

...Una breve pausa en sus ocupaciones del Ministerio que dirige, permite a Vallejo recordar que inició la escritura de este libro cuando encontró el tono poético.

“Quiero entender al ser humano en su libertad, a partir de su expulsión del paraíso”

“El tono vino de dos descubrimientos: imaginar a María que acepta ser madre del Mesías y recuperar la oración tradicional bíblica”, explica.

La presencia de la mujer -no solo de María, sino también de Magdalena- y las citas que extrae de la Biblia son dos constantes en el texto.

Otra singularidad es la concepción del poema como un concierto de Música Sacra. “El magnificat”, también conocido como la ‘Anunciación a María’, un tema de música religiosa que se interpreta antes de las misas, es la apertura del poemario.

Le siguen el Kyrie, palabra que de origen griego y significa Señor, que es una canción que representa una parte invariable en la liturgia; la Gloria, el Credo, el Sanctus, el Padrenuestro, el Agnus Dei (en latín, Cordero de Dios), continúan. Sigue después con Las siete palabras de Cristo en la Cruz, el Stabat Mater (en latín, Estaba la Madre) y se cierra con la Resurrección y Ascensión de Cristo, además de una reescritura moderna del salmo 150.

“He trabajado en relación con los tópicos de la música sacra, reinterpretados a través de la palabra poética”, explica el autor de este libro.

“Busco construir una suerte de oración contemporánea”, reflexiona Vallejo, con respecto a la obra.

El autor, graduado en Letras en la Universidad Católica de Guayaquil, y Master en Artes por la Universidad de Maryland, dice que lo que él busca es “entender al ser humano en su libertad, a partir de su expulsión del paraíso”.

El escritor reconoce que ha sido complejo estructurar esta clase de poesía, porque tradicionalmente ha sido escrita solo por religiosos; además, en la literatura regular ha sido predominante el carácter heterodoxo y el sentimiento anticlerical.

Para el Ministro de Educación, el misticismo de este poema se expresa en el ritual mediante el cual se encuentran la voz poética con la divinidad. “Esta redención se logra mediante el sacrificio del Salvador en la Cruz”, precisa Vallejo, quien escribió la Resurrección y Ascensión a partir de los evangelios apócrifos de María
Magdalena, comenta.

Dicen los versos de esta parte final:“¿Cómo quieres que crean sin tocar las huellas/ de la crucifixión en tus manos y pies/ si sólo son hombres que deben/apacentar tus corderos huérfanos?/ Dirán de mí que soy la meretriz arrepentida/del placer que tomaron de un cuerpo de mujer/ los mismos hombres que la condenan y lapidan/ pero soy la que siguió el rastro de tu palabra hasta la hora del calvario”.

David Guzmán
dguzman@telegrafo.com.ec
Reportero - Quito