José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, mayo 05, 2025

Barcelona S.C.: cien años de una pasión popular

 

No lo sabían aquellos migrantes catalanes embanderados

con las memorias del Mediterráneo y los campos de genista,

ni sus amigos guayaquileños, en casa de Eutimio Pérez Arumí.

No lo sabían en esa tarde del primero de mayo de 1925

escanciando una damajuana de tempranillo de la Rioja,

que tenía el sabor nostálgico de las soledades y el exilio.

 

Aún no lo sabían, pero ahí, donde el espíritu aventurero

imagina su arribo a desconocidos puertos en las naves

que habrán de surcar la ola indómita del mar abierto,

ahí, en los pulmones de acero y madera del barrio del Astillero,

en la respiración de las calles de Guayaquil, todavía de luto

por sus trabajadores muertos el 15 de noviembre de 1922,

nacía la pasión luminosa del alma popular; ahí nacía el único

ídolo abrazado al latido dominguero del corazón del pueblo,

nacía el oro y grana del Pacífico: Barcelona Sporting Club.

 

He leído tantas historias de triunfos en los libros que atraviesan

mi vida, pero en ninguno encontré la explicación de la magia

que envuelve la inagotable pasión popular por el ídolo del Astillero.

Decía mi ñaño Tito que en la cancha de fútbol existen

los futbolistas de la alegría con apenas un toque de pelota

y están aquellos otros ensombrecidos por la gris indiferencia.

 

Él decía que en la cuna te amamantan con aquel sentimiento

que nos envuelve al solo nombrar esta pasión enraizada

en los barrios del puerto y en las alturas de la cordillera.

Mi hermano, que ya no está, pero existe en mí, decía

que a nuestro equipo se lo sigue y nos acompaña siempre,

porque la pasión de la cancha se agita como un canario en el pecho.

Cómo te cuento, ñaño, que en las calles del país avanza un torrente

de camisetas amarillas celebrando un centenario de gloria:

los cien años de Barcelona resplandecen con el amor de la hinchada.

 

No lo sabían, pero ahora lo sabemos: en la casa de la intersección

de las calles Concordia e Independencia, tras las ventanas de chazas

a medio abrir y el balcón con balaustres torneados,

en aquella ciudad vespertina envuelta por la brisa del Guayas,

en el mayo de la libertad y las lluvias, catalanes y guayaquileños

sembraron esta centenaria pasión del pueblo que se llama Barcelona.

 

Con Aengus, en Bogotá, diciembre 2012, celebrando la estrella catorce.