El destello de la sabiduría nos toma por sorpresa, sucede en el poema y se establece en el verso con un sentido del humor cargado de cierta sorna: «Que una mosca divina se ha bebido / el secreto final de las arterias».[1] Hay en la voz poética un anhelo por la permanencia de la belleza inasible en medio de la crueldad del mundo: «La Poesía —su vuelo, sus raíces— / y el universo del Amor que crea […] Infinidad de cosas que adoro —que adorables / mido en silencio— como / leer un libro puro —puro de fiel belleza— […]».[2] Quiero brindar con Ileana Espinel Cedeño —acompañados los dos por la sabiduría irreverente y dolorosa de sus versos, llenos de nostalgia, de amor y de anhelo de justicia social— con este cóctel creado en su memoria y su poesía.
El pasado miércoles 12 de noviembre, presenté este cóctel con sabor de caña y almendras, perfumado de naranja, en la barra de La Cueva Jazz Bar, en la calle Numa Pompilio Llona # 174 del barrio de Las Peñas, de Guayaquil. La presentación se dio en el marco del XVIII Festival de Poesía de Guayaquil Ileana Espinel Cedeño. Un homenaje a la autenticidad de una poeta que dejó sentado, con la fuerza irónica de la libertad romántica, su desdén por las ventajas del matrimonio por conveniencia y prefería la ilusión de la pasión amorosa: «De la raíz más honda del practicismo, brota: / “Ileana, un comerciante… ¡Un comerciante, Ileana!” // Pero Ileana, / la tonta, / la lírica, / la loca / se casa / —si se casa— / con un poeta pobre».[3]
El nombre nació durante un café de mediodía con Siomara España, Marcelo Báez y Karen y Karina Nogales y surgió dándole vueltas al texto de «Valium 10», ese soneto estremecedor de Ileana Espinel que conjuga la dependencia de los fármacos y el canto a los efectos sedantes de la pastilla contra la ansiedad crónica de la poeta. Luego de leer: «Con una Valium 10 tu ser podría / fusionar al ángel de la angustia / y convertir esa sonrisa mustia / en cascabel de pánica alegría»[4], Marcelo recitó en voz alta este último verso, que corresponde al segundo cuarteto, y, como si se tratara de una epifanía, repitió las dos últimas palabras.
Cóctel «Pánica alegría»
Ingredientes:
1 ½ oz de ron añejo
½ oz de vermut rojo
½ oz de vermut seco
½ oz de amaretto
Un golpe de amargo de Angostura
Preparación:
Mezclar todos los ingredientes en coctelera con hielo.
Torcer la tira de cáscara de naranja sobre la copa.
Presentación:
Servir en copa de cóctel.
Adornar con una espiral de cáscara de naranja al filo de la copa.
Este cóctel, que vivifica la fiesta caribeña del ron añejo con la reminiscencia entre dulzona y amarga de la almendra, y busca la calma mediante la combinación equilibrada del vermut rojo y del seco, evoca la permanencia de Ileana en la verdad apasionada de la poesía.
Y recuerda que Ileana rememoraba a García Lorca y su poesía que sobreviven a su muerte criminal a manos de los fascistas: «Mientras la luna sea / flor de sueño y de llanto, / serás eterno tú… […] En todo lo que canta y lo que gime, / serás eterno tú…».[5] Y saborea la rebeldía del verso de Ileana a partir de la imagen de las sandalias del Tío Ho: «Canto tu corazón anochecido / en el suplicio del Vietnam libérrimo. / ¡Y escribo por el triunfo de tu Pueblo!».[6] Y comparte con Ileana su amor de memoria inmarcesible por el poeta David Ledesma: «Se llamaba David. ¿Mejor no fuera / llamarlo dulce eternidad que llora? […] Y era su lira como salto de agua / que en la cima purísima se fragua. / Se llamaba David. ¡Se llama Orfeo!»[7]
El cóctel «Pánica alegría» nos invita a la contemplación serena de la felicidad del instante para disipar la angustia de lo prosaico de todos los días, aunque, paradójicamente, nos envuelva en la melancólica fiesta de la poesía de Ileana: «Mi carcajada: / harapo rojo de la nostalgia».[8]
[1] Los versos citados en esta entrada fueron tomados de: Ileana Espinel, Poemas escogidos, Colección Letras del Ecuador No. 77 (Guayaquil: Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo del Guayas, 1978). A continuación, citaré únicamente el título del poema y la página de esta edición, así: «Sabiduría», 62.
[2] «Un balance de cosas adorables», 49.
[3] «El practicismo», 33.
[4] «Valium 10», 99.
[5] «Canción para el gitano eterno», 14 y 15.
[6] «Las sandalias de “Tío Ho”», 112.
[7] «Soneto que interroga», 69.
[8] «Tránsito», 61.

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