Solange Rodríguez Pappe ha publicado entre ocho libros de cuentos: Levitaciones (2017), La bondad de los extraños (2016), y Tinta sangre, (su primer libro, 2000). Foto de Tyrone Maridueña. |
Días atrás, leí que Akihito Kondo, japonés de 35 años,
se había casado con el holograma de Hatsune Miku, la cantante virtual. Según
AFP, Gatebox, compañía que creó el holograma, le entregó a Kondo uno de los
3.700 certificados de matrimonio que lleva extendidos. Que un personaje literario
se case con un árbol vendría a ser, entonces, una propuesta casi realista, pero
no lo es. Ni siquiera porque el actor peruano Richard Torres, un militante de
la poligamia vegetal, ande casándose con árboles por todo el mundo. Que el
pos-capitalismo haya convertido al mundo en una distopía en ciernes, no quiere
decir que el asombro haya terminado.
En el cuento «Un hombre en mi
cama», una mujer se casa con un acacia macho, su hermana disfruta contemplando
hombres dormidos —versión de perspectiva feminista de la novela de Kawabata—, y
el mundo carece de condiciones adecuadas para la vida al aire libre. Solange
Rodríguez ha logrado la poderosa creación de una «realidad otra», atravesada
por la soledad, y poblada de fantasmas y monstruos que responden a las
proyecciones de nuestros anhelos, búsquedas, frustraciones y miedos, en su
cuentario La primera vez que vi un
fantasma.
El
cuento que da nombre al libro es una joya hecha de sutileza narrativa, de
impecable composición, y de honda repercusión afectiva. Todos los elementos
trabajan para que la aparición del fantasma sea tomada como un hecho natural.
El escenario de un pueblo cercano a Las Vegas, el escape a una vida sin
ilusiones, la inclusión de la historia de Bonnie y Clyde, la detención de la
rueda de fortuna en una carta del Tarot, y hasta la interpretación de la
empleada de limpieza: «Si una deja que le decidan la vida, una se llena de odios,
de fantasmas». El tono del libro transita alrededor de la propuesta estética de
este relato.
Las
narraciones se mueven con facilidad, y sin que el lector perciba en qué momento
cambió de esfera, del nivel de lo cotidiano al de lo fantástico. «A tiempo para
desayunar» y «Paladar» son ejemplares en este sentido. «Matadora» es un caso
aparte: tres asuntos son tejidos con maestría, mezclan lo cotidiano y lo
político, para confluir en un final de sorprendentes resonancias éticas. Rodríguez
también es una cultora del micro relato, y así lo demuestra en «Pistola
cargada», una sugerente poética del cuento; «Un paseo de domingo», del amor
filial envuelto en necrofilia; y «Cuento antes de ir a la cama», sobre la
venganza del desamor. Todos ellos, micro cuentos en lo que la autora maneja la
intensidad y el factor sorpresa con solvencia.
La primera vez que vi un fantasma, de
Solange Rodríguez Pappe (Guayaquil, 1976), publicado por la editorial catalana
Candaya, es un libro de cuentos en el que la mirada de la autora consigue
hurgar más allá de la realidad que todos vemos, para materializar no solo los
fantasmas y monstruos que la habitan, sino también para construir renovados
puntos de vista sobre lo real y lo fantástico, y un discurso político feminista
que fluye natural en sus relatos.
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, el 23 de noviembre de
2018.
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