Detalle de "El jardín de las delicias" (1500 - 1505), El Bosco |
La llamada mala palabra en la literatura cumple la función de un detonante
que, dependiendo del contexto, deviene una subversión del bien decir, que, las más de las veces, encubre las variadas formas
de la opresión política y social, como en el caso de los cuentos del cholo y el
montuvio en Los que se van, clásico
de la literatura ecuatoriana. Asimismo, permite al autor arribar a un clímax
expresivo y liberar vitalmente a un personaje como sucede en el Quijote (I, 52), cuando el cabrero
se burla del Caballero de la triste
figura y le dice que tiene «vacíos los aposentos de la cabeza». A esta
ofensa, don Quijote responde: «Sois un grandísimo bellaco, y vos sois el vacío
y el menguado, que yo estoy más lleno que jamás lo estuvo la muy hideputa puta que
os parió». Como el diálogo era frente a frente y no por tuiter, el cabrero entabló tal pendencia con don Quijote que «del rostro del pobre caballero
llovía tanta sangre como del suyo».
El insulto directo o la mala palabra gratuita son gérmenes del
lenguaje violento y, cuando se dicen en las redes sociales, son la antesala de
la escalada de agresividad entre internautas. Estos últimos tienen una
identidad cotidiana; con aquella, a muchos les costaría decir, frente a frente,
aquel «MVV» que escriben sin más, en el mundo virtual. No me refiero a la
manada de troles, que existen para
boicotear cualquier postura de un “enemigo” en cualquier campo (político,
religioso, deportivo, sexual, etc.). Me refiero al común de la gente que se
siente autorizada para utilizar un lenguaje soez por el solo hecho de navegar
en la red, como si la realidad fuera únicamente su ser y el teléfono móvil. ¿Si
figuras públicas, destacadas, utilizan la violencia verbal para definir sus
posiciones, por qué las personas comunes no pueden expresarse de igual manera?
Vivimos un continuo intento de escandalizar al buen burgués, en la
búsqueda de likes, y, así, pervertimos
la calidad artística de la mala palabra.
Don Quijote le comenta al Caballero del Verde Gabán (II, 16), mientras
reflexiona sobre poesía y poetas: «…la pluma es la lengua del alma: cuales
fueran los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos…».
¡Cuánto revelamos acerca de nuestra alma en cada tuit que publicamos!
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, 07.12.18
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