William Ospina (Padua, Tolima, 1954) |
Frankenstein
y el Vampiro fueron gestados en Villa Deodati, Ginebra, la noche del 16 de
junio de 1816, doscientos años atrás. Ambos provienen de los misterios de
nuestra naturaleza que fueron evocados tras la lectura de relatos fantásticos y
del ímpeto de la escritura entendida como un acto vital. Mary Wollstonecraft Shelley
y John William Polidori, los creadores de estos mitos de la modernidad
romántica, escribieron Frankenstein o el
moderno Prometeo y El Vampiro
bajo el desafío, todo un juego creativo, de Percy Shelley, Lord Bryon, Claire
Clairmont, la condesa Potocka y Matthew Lewis.
William
Ospina (Padua, Tolima, 1954) ha logrado con El
año del verano que nunca llegó un texto transgénero que es, al mismo
tiempo, novela sobre una noche excepcional de la historia literaria, crónica
autobiográfica de una escritura, y ensayo apasionado sobre el sentido del
Romanticismo en la modernidad, escrito con prosa lírica inmersa en la intensa
vida de poetas. Ospina disecciona con maestría la creación de esos dos mitos
románticos que son Frankenstein y el Vampiro, y, al mismo tiempo, reflexiona
sobre la influencia del romanticismo en la constitución del sujeto y la
literatura contemporáneos.
En
su texto, Ospina desarrolla las tensiones creativas de aquellos románticos de
comienzos del siglo diecinueve, sus ideas sobre la libertad del individuo
enfrentadas a sus vidas, las miserias de la vanidad de los poetas en la
búsqueda de la autenticidad. Desgrana el proceso vital que los llevó a esa
noche en Villa Deodati, pero también lo que esa noche les deparó en el resto de
sus vidas. También, a partir de la crónica personal, propone la idea —no menos
romántica— de que cuando un autor está escribiendo sobre un tema, parecería que
los sucesos del mundo se conjugan y conjuran para presentársele en todo
momento. Y así es como cuenta y cavila sobre su propio proceso creativo.
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