Por Santiago Aguilar Morán
/ @literatango
Entrevista realizada en Bogotá, el jueves 23
de enero de 2014
Candidato a doctor de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, embajador de Ecuador en Colombia, Raúl Vallejo ha trashumado en la narrativa ecuatoriana jugando siempre con el erotismo. Según sus propias palabras, Vallejo se compromete “con la estética y la ética de un tiempo en que el arte lucha por no convertirse en mercancía y la ética por sobrevivir al cinismo, asesino de utopías desde la pragmática del mercado”.
Candidato a doctor de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, embajador de Ecuador en Colombia, Raúl Vallejo ha trashumado en la narrativa ecuatoriana jugando siempre con el erotismo. Según sus propias palabras, Vallejo se compromete “con la estética y la ética de un tiempo en que el arte lucha por no convertirse en mercancía y la ética por sobrevivir al cinismo, asesino de utopías desde la pragmática del mercado”.
Raúl Vallejo deja de lado el traje,
la corbata, abre las puertas de su casa, acaricia el lomo de sus perros
diametralmente opuestos en su tamaño —un Gran Danés Boston y un Shih Tzu—, le
da un beso a su esposa, se sienta en su estudio y responde…
¿Qué estás
leyendo, Raúl?
Ahora estoy trabajando en el siglo
XIX, por lo tanto mis lecturas principales se sitúan en textos de aquella época.
Estoy haciendo una investigación que va de comienzo del siglo hasta finales
para desarrollar una idea: el XIX es un siglo básicamente romántico en el que
la idea del héroe como patriota y como amante está presente no solamente en los
personajes de la literatura sino también en los personajes que han sido parte
de la historia. He hecho, para el primer capítulo de mi tesis, una
investigación sobre las cartas de Manuela Sáenz y Bolívar y cómo esa relación
afectiva está atravesada por la lucha patriótica, por la política.
Recientemente, acabo de leer El progreso del amor, de Alice Monroe —pero
todo el mundo parece que está leyendo sus cuentos desde que ganó el Premio
Nobel—; también terminé la Trilogía de
Nueva York, de Paul Auster.
¿Cómo es ese
momento en que Raúl Vallejo se enfrenta al papel en blanco?
La escritura es un proceso sui géneris y me imagino que cada
escritor tiene sus ritos, sus maneras de vencer el miedo… hay un temor que
tiene que ver con la posibilidad de encontrar la forma expresiva de lo que uno
quiere decir: me parece que cuando se tiene una idea de qué es lo que se quiere
escribir el temor más grande es si el tono en el que uno lo está diciendo, es el
tono adecuado, si es el tono que posibilitará la comunicación con el lector.
Creo que el problema, en mi caso en particular, no es tanto la historia que uno
quiere contar. Primero, uno se pregunta si esta historia le interesará a
alguien. Segundo, si quiero que le interese a alguien cómo la tengo que contar,
cómo la tengo que decir. Y, luego, hacer que ese “cómo” se plasme en la
escritura. Creo que esa es toda la historia de los miedos y el temor.
Obviamente, el trabajo de la escritura es muy silencioso, muy privado. Yo tengo
mis ritos: oigo música, dependiendo de lo que esté escribiendo la música
difiere. Al mismo tiempo, requiero de un espacio en el que esté rodeado de
libros, silencioso, íntimo y, sobretodo, necesito estar exento de los ruidos de
las llamadas redes sociales. Me parece un contrasentido —aunque para otros
puede ser una forma de liberarse de ese miedo— pero andar tuiteando lo que uno
escribe me parece que es parte de una cultura del espectáculo a la que no
pertenezco y a la que no quiero pertenecer tampoco.
Eres un
escritor que ha vivido entre dos siglos, ¿qué queda del Raúl Vallejo de Ópera prima en el de Pubis equinoccial?
Bueno, en realidad no son dos
siglos, son milenios (risas). Obviamente, sí hay cosas que cambian
culturalmente, incluso culturalmente en la manera de escribir. Yo me acuerdo
que escribía a mano, luego se pasaba a máquina de escribir; de esa máquina de
escribir se corregía y luego se volvía a pasar a máquina. Hoy en día, en
particular escribo a mano básicamente apuntes es decir, uno escribe
directamente en el computador por una razón, porque en la computadora uno
escribe un párrafo y le da diez vueltas y termina corrigiendo y eso vuelve al
proceso de escritura algo totalmente distinto. La tecnología instrumental ha
modificado sustancialmente la actitud hacia la escritura. Creo que todos
finalmente tenemos nuestra libreta de apuntes. Esta libreta de apuntes puede
ser, efectivamente, una libreta de apuntes o puede ser la función de notas del
celular. Yo veo que los instrumentos van modificando lo formal pero tal vez lo
que queda de manera permanente es la actitud atenta que normalmente tiene un
escritor o una escritora.
Breves respuestas para
cuestiones cotidianas
¿Una ciudad?
Yo escogería una ciudad del mar…
Manta, porque es de mar, es la ciudad donde nací, es una ciudad donde yo
quisiera regresar.
¿Cómo
enfrentas el tema de la muerte?
La verdad es que no pienso en ella.
Tal vez no tengo la edad para pensar en ella y eso hace que sea algo distante
más allá de que uno la sufre cuando los seres queridos fallecen. La muerte no
es una preocupación, creo que más es una preocupación para mí la vida antes que
la muerte como tal.
¿Un libro?
El Quijote
¿Un
escritor?
Heinrich Böll
¿Una
película?
Casablanca
¿Una
canción?
“Hoy mi deber”, de Silvio Rodríguez
¿A qué le
temes, Raúl?
Le temo a no ser consciente de los
errores, de la soberbia, a la incapacidad de ser autocrítico con uno mismo
¿Una mujer?
La verdad es que no hay una mujer,
no creo en eso, no creo que hay la mujer. Creo que hay distintas mujeres que se
ubican en la vida de uno, de diferente modo y son mujeres en particular.
¿Cuál es tu
mejor texto?
Espero que sea el que está por
venir.
El erotismo atraviesa toda su narrativa. Recuerda
como anécdota que mi primer libro, un libro de colegial que se llamó Cuento
a cuento cuento que fue acusado de ser pornográfico, y fue un libro escrito a los 16
años. Para él, el tema del eros, del amor erótico ha estado siempre presente en
su narrativa.
¿Cuál es la
línea de frontera entre lo erótico y lo pornográfico en Pubis equinoccial?
Lo que pretende Pubis Equinoccial es mostrar múltiples
perspectivas sobre lo erótico en un libro. Es un libro en el que todos los
cuentos están atravesados por el sentido de lo erótico, en general del eros y
en donde el lenguaje es una provocación llevada al extremo, ese extremo en el
que se funde lo erótico, lo obsceno, lo pornográfico y eso determina un severo
cuestionamiento a la interioridad del ser humano. Yo creo que Bogotá no ha
influido en eso para nada. Digamos que las ciudades de mar, las ciudades
calientes tienen fama de ser más eróticas que las ciudades frías, digo, es
fama. El eros pertenece al ser humano y puede darse en un iglú, puede darse en
la selva Amazónica, no creo en la condición geográfica.
Hay algo muy claro: lo erótico
siempre es la sexualidad conflictuada, siempre implica necesariamente que hay
una pregunta sobre esa esfera íntima del ser humano. Lo pornográfico es la
genitalidad obvia. Entonces, en lo pornográfico no importa el conflicto lo que
importa es mostrar la genitalidad en la gimnasia sexual. En lo erótico no. En
lo erótico lo principal es de qué manera esta esfera del ser humano influye o
es parte de su espíritu, influye en sus relaciones y de qué manera lo
conflictúa frente al otro. Creo que aquí hay una línea muy clara de división de
lo uno y lo otro.
Publicado originalmente en el portal electrónico de la Agencia de Noticias Andes. http://www.andes.info.ec/es/noticias/raul-vallejo-erotico-es-sexualidad-conflictuada-pregunta-sobre-intimidad-ser-humano.html
Publicado originalmente en el portal electrónico de la Agencia de Noticias Andes. http://www.andes.info.ec/es/noticias/raul-vallejo-erotico-es-sexualidad-conflictuada-pregunta-sobre-intimidad-ser-humano.html