José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

jueves, marzo 29, 2012

César Vallejo, el 29M en Sevilla


Ha sido jueves pero no de Otoño

Como esos días de huesos húmeros en París.

Este jueves de Primavera ha sucedido

En la España de cuyo cáliz bebió Vallejo

Pero esta vez no hubo Viernes Santo

Hermandad de la Cruz bajo la Giralda.

Tampoco cayó Andalucía y en las calles

La esperanza es un campo sembrado

De olivares abanderados en sangre viva.

Los combatientes son los vecinos

Que defienden la caña del mediodía

Alrededor de un barril y la charla amiga.

Los combatientes llevan el beso nocturno,

De los labios que comparten la palabra,

Bajo la sábana apasionada que los desarropa.

Los combatientes están cansados de morir

En los mataderos electrónicos de la codicia

Que olvidan los corazones tras los despidos.

Este jueves de huelga obrera en Sevilla

Te evocamos César Vallejo de los Andes

—¡No mueras, te amo tanto!

Republicano de trinchera en la poesía

En cada paso de cada pierna de cada cuerpo

De cada pecho de cada seso de cada ser;

En esa hermandad de parias de la aldea,

Patria planetaria blindada de arco iris.

¡Y tu cadáver, ay, siguió viviendo!

2 comentarios:

  1. Estimado Raúl: Saludos cordiales. Vuelvo a César Vallejo quien sembró la autonomía poética hasta el punto de que alguien (no recuerdo el nombre) le preguntó si colocar una imbecilidad encima de otra imbecilidad es hacer poesía. Dicha pregunta fue una clara reacción ante el cambio que se estaba produciendo. Y recuerdo su soneto: "Me moriré en París con aguacero/un día del cual tengo ya el recuerdo./Me moriré en París y no me corro/talvez un jueves como es hoy de otoño/ Jueves será porque hoy jueves que proso/estos versos los húmeros me he puesto/a la mala y jamás como hoy me he vuelto/ con todo mi camino a verme solo./ César Vallejo ha muerto. Le pegaban/ todos sin que él les hiciera nada./
    Le daban duro con un palo y duro/
    también con una soga. Son testigos/
    los días jueves y los huesos húmeros./ La soledad, la lluvia, los caminos."
    ¡Qué bellos encabalgamientos! ¡Qué bellas rimas asonantes! ¡Qué bien contados endecasílabos! Cesar Vallejo: "Republicano de trinchera en la poesía" cuyo cadáver sigue viviendo.

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  2. Querido Raúl:
    Bellísimo, muchas gracias por el regalo. Evocando a Vallejo nos evocaste a todos y a todos los que estuvieron (y pensaron estar y no pudieron) ayer en Sevilla. Tal y como en Sevilla también evocaron a Miguel Hernández, el que evocaba y combatía con verso y fusil también por todos (los que ya estaban y los que estábamos por estar):

    "Vientos del pueblo me llevan,
    vientos del pueblo me arrastran,
    me esparcen el corazón
    y me aventan la garganta.
    Los bueyes doblan la frente,
    impotentemente mansa,
    delante de los castigos:
    los leones la levantan
    y al mismo tiempo castigan
    con su clamorosa zarpa.
    No soy un de pueblo de bueyes,
    que soy de un pueblo que embargan
    yacimientos de leones,
    desfiladeros de águilas
    y cordilleras de toros
    con el orgullo en el asta.
    Nunca medraron los bueyes
    en los páramos de España.
    ¿Quién habló de echar un yugo
    sobre el cuello de esta raza?
    ¿Quién ha puesto al huracán
    jamás ni yugos ni trabas,
    ni quién al rayo detuvo
    prisionero en una jaula? (...)"
    Abrazos. Justo Cuño

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