Las cosas que le dan miedo
Las alturas
Tengo vértigo: no me puedo arrimar a las barandas de los balcones y me es imposible subirme a una montaña rusa; en ese sentido, para mí, “el gusanito” ya es siniestro.
Ser secuestrado
La víctima de un secuestro queda en total indefensión; depende del humor de sus captores para sobrevivir; y la familia se siente tan cautiva como el secuestrado.
Muerte violenta
La muerte no me asusta sino la forma de morir. La peor para mí es una muerte violenta en la que alguien me acuchille el cuerpo, me degüelle o me asesine a machetazos.
Las cosas que lo enojan
Lidiar con borrachos
Sencillamente nos los soporto. Me molestan las estupideces que dicen, la impertinencia con la que se comportan, el estado en el que se desnuda la miseria humana.
Las poses intelectuales
Sobre todo la de aquellos que se las dan de “atormentados”, o “malditos”; o la de quienes creen que sólo se puede ser escritor o artista si se vive fuera del país.
La prepotencia
La de los políticos que abusan del poder; la de quienes consideran inferiores a los que no leen lo que ellos leen; o la de los periodistas que se creen la estrella de un reportaje.
Los papelones en su vida
Viuda feliz
Había fallecido el papá de un amigo y, como me pongo nervioso en los velorios, me acerqué donde la mamá de mi amigo y, al abrazarla, le dije: “¡Felicidades, señora!”.
Confianzudo
Trabajé unos meses como reportero y tenía mi primera entrevista con el alcalde Bolívar Cali. Cuando empezó la entrevista me dirigí al alcalde diciéndole: “Don Bolo…”.
Desafinado
En un programa de TV,
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