El 1 de junio de 1978, el dictador Jorge
Rafael Videla inauguró aquel mundial de fútbol, ejemplo de despilfarro y
corrupción, que ganaría Argentina. En las calles de Buenos Aires, las Madres de
la Plaza de Mayo denunciaban ante el mundo la desaparición forzada de sus hijos
y la dictadura, con la complicidad de los grandes medios argentinos, justificaba
la violencia criminal del Estado como una estrategia de la guerra contra la
subversión. Aquel día, la vida de Julián Martínez, 50 años, soltero, sin hijos,
quedó partida en el ayer de la militancia política clandestina y la sobrevivencia
que vendría, al convertirse en un linyera. El Hogar, de José Henrique,
es una novela que engancha a sus lectores a partir de una intriga desarrollada
con el lenguaje de la crónica y la investigación periodísticas, del diario personal
y del relato policial.
En la primera parte, Julián escapa
de la persecución de la dictadura, que ha allanado su casa, convirtiéndose en
un habitante de la calle. Su transformación en un desechable urbano lo pone a
salvo de la tortura y, al mismo tiempo, lo convierte en nadie. La dictadura fue
capaz de convertir en nadie a miles de seres humanos: Videla dijo de los
desaparecidos que eran seres sin entidad. Solo que los desparecidos de Videla
estaban muertos. Julián tiene una muerte civil: ha dejado de ser para transformarse
en un no-ser. Desde la invisibilidad política, en la miserable libertad que da
la calle, Julián contempla la represión de un poder dictatorial que ha puesto
bajo sospecha a todos los habitantes del país. En la calle, Julián se topa con
la miseria de los miserables: Pedro, otro linyera como él, representa el miedo,
la cobardía, la comodidad del ciudadano común; ese mismo que decía de los torturados
en centros clandestinos: “Si están ahí, por algo será”. Esta sección se cierra
con un acto de justicia, por parte de Julián, que reivindica su dignidad de ser
humano.
En la segunda, Julián es enviado a Necochea
a un hogar de ancianos de la calle, aunque él no lo es; no obstante, lo acogen porque
la calle y la enfermedad lo han envejecido y puede fingir serlo. Julián continúa
escapando de la represión; el militante que fue es un recuerdo lejano: se ha
transformado en un viejo que ha perdido una mano. Julián necesita pensar políticamente
para no perderse, dice el narrador. El hogar de ancianos es una suerte de alegoría:
en ese micro país existen la corrupción, los soplones, los represores, los militantes
clandestinos, así como la gente común que resiste en silencio, con ese callar
que sobrevive agazapado, y está siempre a punto de reventar. El discurso novelístico
se convierte en un policial. Julián decide investigar el crimen de una
prostituta que es atribuido por las fuerzas represivas a un marinero yugoslavo.
Hay un barco afantasmado de por medio. La investigación lleva a Julián a
descubrir los efectos de la dictadura en la vida cotidiana de un hogar de
ancianos. De la misma manera que en la primera parte, Julián busca la realización
de un acto de justicia para recuperar, una vez más, la dignidad perdida.
El Hogar, de José Henrique, es
crónica que milita en la resistencia y resiliencia del ser humano y se inscribe
en una tradición literaria que convoca a Rodolfo Walsh y Osvaldo Soriano. En esta
novela hay una trama que entreteje el sórdido crimen de una prostituta y la
represión de la dictadura militar; la existencia callejera de los linyeras y la
vida de encierro de los ancianos en un hogar de acogida. Sus recursos
narrativos incluyen las imágenes de las noticias de periódicos de la época, con
lo que inserta el tiempo de la ficción en el de la historia. En tanto lectores,
lo que nos genera un profundo estremecimiento es que en esta novela están
presentes la memoria que nos enfrenta a la crueldad del poder militar y la búsqueda
de un claro día de justicia por sobre las prácticas tenebrosas de una dictadura.
Henrique, José. El Hotel. Buenos Aires: Final Abierto, 2020.