Aida Corral de Vallejo, en cuya memoria está escrito el poemario Missa solemnis,
y Raúl Vallejo en la Mitad del mundo.
Por Jorge Dávila Vázquez
El Mercurio, domingo 23 de marzo de 2008
De manera particularmente hermosa, el libro más reciente de Raúl Vallejo Corral, Missa Solemnis, se ha ligado a la música. En efecto, tanto en Quito, la noche del lunes 17 de marzo –en el marco maravilloso y barroco de
El libro de Vallejo es un conjunto de poemas de índole religiosa, que el autor dedica a la memoria de su madre. Lo he expresado en otra parte: cuando oímos hablar de poesía religiosa, sentimos cierta desconfianza, y nos preguntamos si no se tratará de un conjunto de versitos devotos y aun beatos. Pera la fuerza, la energía líricas, humanas, intensas, con que el autor ha concebido esta gran Missa, con su tono entre lo amargo y lo glorioso, nos apartan de todo pensamiento negativo sobre el tema. Este libro, de un escritor que nos ha dado cuentos de los mejores de su generación, novelas y dos tomos de lírica, muestra hondos valores religiosos, pero, al mismo tiempo, es un canto desgarrado del hombre frente a sus circunstancias vitales, su soledad, sus temores, su lucha con el dolor y la muerte, y, asimismo, su “resurrección”, más allá de todas las crucifixiones, para proclamar una fe inquebrantable.
Hay que leer esta obra, despaciosamente, disfrutando de sus valores de todo tipo, no solo literarios, sino culturales; como el gran conocimiento de
Complemento de esta poesía magnífica fue la presentación, la noche del martes 18, en el Teatro Sucre de Cuenca del Ensamble Vocal Español “Albada”, que exhibió un precioso repertorio de obras, que iban desde el siglo XIII al XVII. Extraordinaria habilidad la de estos músicos, cantores y danzarines, que usando de instrumentos de época, hilvanaron para un público fascinado, la historia de Eneco, que sale en pos de su destino y recorre parte de
Pocos elementos, una ambientación lograda a base de cirios encendidos, un vestuario apropiado, un gran sentido de lo teatral, y la música entrando en el corazón del público de un modo excepcional.
Creo que nadie olvidará esta experiencia, que combinó una poesía totalmente actual con unas melodías venidas de otros tiempos, de forma completamente armónica y ejemplar.