Maradona y Cannigia festejando un gol de Boquita.Saltamontes de Venus —o Guipúzcoa— es un equipo de fútbol integrado mayoritariamente por jugadoras lesbianas. En julio de 2009 fue expulsado de la liga barrial de la Floresta porque, según la directiva, sus jugadoras habían cometido un acto “obsceno” que atentaba “contra la moral y las buenas costumbres”.
El acto “obsceno” es un beso que se dieron dos integrantes del equipo en la tribuna de la cancha de la liga. Resulta que terminado un partido, algunas jugadoras de Guipúzcoa subieron a la tribuna y una seguidora de otro equipo empezó a filmarlas. Dos jugadoras, cansadas de este tipo de acoso, pues no era la primera vez que sucedía, decidieron darle una lección y se besaron delante de quien las filmaba. Karen Barba, líder del equipo, declaró a la prensa: “Fue un beso de descanso por toda esta agresión”.
El juzgado cuarto de garantías penales de Pichincha anuló la sanción de la expulsión por considerarla discriminatoria y dio paso al Amparo Constitucional planteado por Guipúzcoa o Saltamontes de Venus.
A pesar de que la Constitución garantiza el derecho de libre orientación sexual, la sociedad ecuatoriana todavía tiene el corazón atrofiado por la intolerancia frente a la homosexualidad —que, recién en 1998, fue despenalizada—. A esa intolerancia, en un país católico como Ecuador, contribuye una ausencia total de amor al prójimo por parte de la iglesia institucional que condena la homosexualidad como si estuviésemos en los tiempos del Antiguo Testamento. No obstante la persistencia de actitudes homofóbicas, la acción del juez es motivo de esperanza para modificar la discriminación por razones de preferencias sexuales. Además, resulta admirable el coraje y la perseverancia de las jugadoras de Saltamontes de Venus para hacer frente a la discriminación.
En el fondo no importa si es un beso o un abrazo, si es en la tribuna o en la cancha. Se trata del rechazo irracional que despiertan los homosexuales porque quien discrimina no soporta a quien con su sola existencia trastorna la sexualidad de Barbie y Ken. ¡Tanta hipocresía disfrazada de moralismo!