José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, agosto 11, 2025

«Los enterramientos», de Sandra Araya: familia, muerte y duelo

           

(Foto: R. Vallejo, 2024)

La primera frase de Anna Karenina, de Lev Tolstoi, dice: «Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada familia desdichada lo es a su manera». En algunas novelas de Sandra Araya (Quito, 1980) encontramos familias en proceso de desintegración, con secretos indecibles y con la insania mental como en esqueleto escondido en el clóset. En Los enterramientos (2024, Premio de Novela Corta Miguel Donoso Pareja 2023)[1], Sandra Araya nos revela las interioridades secretas de dos familias que, a su manera, enfrentan la desdicha, la muerte y el duelo, desde la voz de una narradora protagonista que escribe la crónica sobre el descubrimiento de un enterramiento aborigen encontrado en los terrenos de una ruinosa propiedad rural.

            La familia atravesada por un profundo conflicto es un motivo que Sandra Araya ha explorado desde sus primeras novelas. En Orange (2014), familia Donoso está signada por una maldición en la que el fuego es protagónico. Un abuelo que ha incendiado una propiedad vecina es el origen de una vocación pirómana en sus descendientes. El fuego, finalmente, se convierte en un instrumento para la justicia y la purificación. Asimismo, en La familia del Dr. Lehman (2015, Premio de Novela Corta La Linares) asistimos a la desintegración familiar y la muerte de sus miembros, en un ambiente siniestro que conjuga, en clave de horror, la perversión, la insania mental, la muerte y el duelo.

            En Los enterramientos el conjunto de tumbas ancestrales se convierte en el espacio que permite la meditación sobre la muerte y la asunción del duelo familiar. La disposición de las tumbas semeja un ritual funerario comunitario: así, los personajes del presente intentan construir una narración sobre este hallazgo para entenderse a sí mismo y entender lo que habrá de sucederles cuando descubran (o inventen) lo que ha sucedido con aquellos muertos ajenos y lejanos. Emma Rahn, la narradora protagonista, es también escritora y, al tiempo que es parte de los acontecimientos novelescos, está escribiendo una crónica sobre aquellos enterramientos; crónica que termina convertida en un relato sobre su propia vida.

            ¿Cómo se llora a los muertos? Hacia el final de la novela, un texto de Emma es una suerte de oración fúnebre en la que invoca a los muertos que son parte de cada uno de nosotros y de la ciudad que habitamos: «Caminamos sobre muertos. Vivimos sobre muertos […] Dormimos sobre muertos. Ellos descansan. Nosotros soñamos. Dormimos con muertos. Dormimos como si estuviéramos muertos» (191). Las familias de Emma y de Canaima, que pertenece a la familia dueña de la hacienda, están atravesadas por la muerte y deben sobrellevar el duelo. Los muertos de ahora dialogan con los muertos de los enterramientos y así se da una continuación de la vida por sobre los malestares familiares.

«La muerte es irse de alguien» (165), dice Emma Rahn. En Los enterramientos, Sandra Araya ha logrado una bella y dolorosa meditación sobre el duelo con un lenguaje lleno de resonancias poéticas y filosóficas que diseccionan los meandros de la vida en medio de la inevitabilidad y contundencia de la muerte. Los seres amados no se van de nosotros y, más allá de su muerte, permanecen en la memoria de nuestras familias. Solo el olvido es la muerte definitiva.



[1] Sandra Araya, Los enterramientos (Quito: Severo Editorial, 2024).

 

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