Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
César Vallejo, «A mi hermano Miguel»,
Los heraldos negros, 1918.
Tito Vallejo Corral (1946-2015) |
Uno por semana, los Clásicos Ariel que me regaló mi ñaño Tito fueron llegando a mis ojos miopes que los devoraron tal como aparecieron, cada jueves, con el verde intenso de mis becquerianas ensoñaciones. Intuía la poesía en el mundo y la poesía se develaba ante mí en los libros.
¿Cuánto habré aprendido —yo, vértigo de púber en los desfiladeros de la palabra— de la Historia antigua del padre Juan de Velasco o de la prosa inteligente de Las Catilinarias, de Montalvo? ¡No lo sé, no puedo saberlo! Tan solo recuerdo que, entre tanta luz del saber que me enceguecía, supe del espíritu rebelde al final de la quinta catilinaria: ¡Desgraciado del pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo!
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Aún conservo el primer libro de los Clásicos Ariel |
Con mi hermano me fue revelado que la insondable culpa de Raskolnikof era la culpa escondida que padecíamos por querer igualarnos a los dioses; que el alma perpleja de Gregorio Samsa era la misma de aquellos insectos que visten corbatas lánguidas en una oficina infectada de insectos y lloré por mi hermano; que mi abuela María y mi madre estaban tan rotas como la mujer rota de Simone de Beauvoir y también lloré por la resquebrajada pupila azul de sus vacíos.
Mi hermano me mostró la milenaria sabiduría de un profeta que predicaba bajo la sombra de los cedros del Líbano y la sabiduría fresca de un principito extraviado, igual que todos nosotros, en el desierto del mundo. Con mi hermano descubrí al Quijote de esa España pendiente en su carabela que, años después, acabó desguazada junto al escritorio del banco del que se jubiló. Y lloré por mí mismo.
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Mamá Aída, yo y mi ñaño Tito en Cuenca, 1963. |
PS: Esta prosa poética es parte de Trabajos y desvelos, poemario bajo el sello editorial de Caza de Libros, Ibagué, Colombia, que será presentado el próximo 1 de mayo en la FIL Bogotá.
Hermoso homenaje, Raúl. Lo comparto en redes.
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