José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

sábado, septiembre 17, 2016

Sanación en la palabra y la memoria



           
Luego de leer Un piano en la oscuridad, de Lucrecia Maldonado, busqué el preludio Ich ruf zu dir, herr Jesu Christ, BWV 639, de Johann Sebastian Bach, y me topé con la versión de la pianista soviética Tatiana Nikolayeva, cargada de profunda melancolía y cierto dramatismo fúnebre, como si fuera una oración musical para tiempos de angustia y desesperación. Me imaginé, entonces, que así habría sonado el piano que tocaba Gudrun Jackobsen, el personaje del que se desprende la intriga de la novela: su duelo es un dolor sin redención mientras su drama permanezca en el olvido. El piano que siguió sonando más allá del límite de la realidad da paso a una narración cargada de elementos fantasmagóricos y duelos que permanecen a través cuatro generaciones de mujeres.
            A partir de una historia que contiene el horror del nazismo, Lucrecia Maldonado construye un relato de misterio, en el que se mezclan la vivencia del sufrimiento presente y la visión de los espíritus del pasado que no pueden descansar en paz. Lo sobrenatural, en la novela, está manejado con la mesura necesaria para no caer en fantasías inverosímiles. Así, el preludio de Bach ejecutado al piano por un espíritu que sufre es escuchado por el lector, al igual que lo escucha Elda, la bisnieta de Gudrun, aunque no exista ningún piano visible en la habitación, sino aquel espíritu que anda buscando su lugar en el universo.
            La narración de la novela es sencilla, diáfana y bien armada. Desde la omnisciencia, la voz narrativa va desgranando con parsimonia la sorpresa del desenlace que, al final, conjuga los dolores que requieren de la asunción de la verdad para sanar, pues no es tratando de enterrar en el olvido el  pasado como el espíritu alcanza la paz. La fluidez de su narración es la que, seguramente, atrapará a más de un lector y que, al igual que a mí, lo llevará a disfrutar de la novela en una sola jornada de lectura. El preludio de Bach, A ti clamo, señor Jesucristo, es el leit motiv que sostiene el hilo del amor a través del tiempo.
            Los personajes están caracterizados con oficio: a Lucrecia Maldonado le basta un párrafo para describirlos y los profundiza a medida que avanza la narración. La galería va desde la sufrida y doliente Gudrun, pasando por el solitario Felipe, que vive un duelo reciente, hasta la vivencialmente compleja Elda. Pero entre ellos, los personajes secundarios también están presentes con su pequeño drama a cuestas: el alcoholismo de Jorge Bonilla, el marido de Gudrun; el destierro de Arvid Mortensen y su huida de la Alemania nazi; el rencor indescifrable de Angélica, la hija de Gudrun.
            La novela breve Un piano en la oscuridad, de Lucrecia Maldonado, se abre con la muerte y, después de la purificación, que es resultado del desentrañamiento de la memoria y la aparición de la verdad, se cierra con la esperanza que genera la vida y el nacimiento del amor una vez que la palabra ha conseguido su efecto de sanación.

Lucrecia Maldonado en festival de poesía, "Las líneas de su mano", Gimnasio Moderno, Bogotá, 2012.

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