El Día Mundial de la Poesía se celebra el
21 de marzo de cada año. En la 30ma. Conferencia General en París, en 1999, la
Unesco declaró esta fecha para conmemorar una de las formas literarias que, mediante
una búsqueda incesante de las distintas aproximaciones a la belleza, expresa el
espíritu de la humanidad. Dice la Unesco en su sitio web: «La poesía,
practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los
continentes, habla de nuestra humanidad común y de nuestros valores
compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del
diálogo y la paz». Yo les ofrezco, en
esta entrada, una selección de poemas de Trabajos y desvelos (2022) que dialogan,
a partir de la imagen de la rosa, con poetas queridos.
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Foto de la artista colombiana Marcela Sánchez González, Mara, 2019. |
Vigilia
de la rosa
¿Cómo hacerte florecer en el poema rosa dormida?
Gestación del instante
pétalos del esplendor
decadencia del rocío.
Otra vez la rosa, otra vez.
Y, sin embargo, floreces sin la existencia del
poema y te instalas en nuestra pupila, ¡oh, rosa!, en el asombro de la pareja primigenia.
Expulsados del divino paraíso y su eternidad, tú
germinas en el humano jardín de nuestra finitud.
Otra vez la rosa, otra vez, rosa otra.
La rosa blanca de Martí
Hay una rosa de enero y julio que habita en mí
y existe mundano un verso que la pluma escribe.
Si mi pluma retratara la rosa blanca que me habita
atraparía a la poesía en el rosedal de mi escritura.
La poesía cruel arranca la rosa para su belleza única
y abandona en mi mano torpe el tallo de tristes espinas.
Despetaladas
Te molieron a
palos, María Juana Pinto
que vives en la
cruz de estas palabras.
Ileana Espinel,
«María Juana Pinto»,
Tan solo 13, 1972.
Rosas arrancadas del rosal
desgajados sus pétalos, quebradas sus espinas.
Toda rosa se parece a sus pétalos caídos.
Rosas desgarradas por ser rosas
porque sus pétalos perfuman y sus espinas hieren.
Toda rosa se parece a sus espinas rotas.
Rosas arrojadas a un basural
mezcladas en carne sangrante y huesos molidos.
Toda rosa se parece a su rosa marchita.
Rosa Amada
Soy la rosa de la verdad del verso y soy la espina de
la mentira del poeta. Soy la espina del amor en la poesía que sangra y soy la
rosa encendida que se extingue en el poema. El día en que me faltes me
arrancaré la vida. Soy la rosa fatal, pero no soy la espina asesina. Soy
Rosa Amada, la del poeta suicida.
La rosa que iba a ser reina
Todas las rosas iban a ser reinas entre tantos reinos sobre la mar.
Lucila hablaba al oído de Cristo y a la Muerte en dolor de sonetos;
descubrió la razón de locas mujeres, jugó a la ternura de las rondas
con hijos de nubes; en el pórtico de un lagar mató a su flor de cactus
y junto a su verso atravesó la delgada geografía de su patria, sin
reino.
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a
juzgarme, lo comprendes, Señor!
La rosa de pétalos ásperos bebió del rocío junto a la rosa errante
y, desde la noche de la muerte de la mar, ambas rosas compartieron
secretos de sol y lluvia, y sus tallos abrazados en el reino del
rosedal.
Roses For Export
El poeta Julio Pazos transita el Qhapaq Ñan
en la personal misión corográfica de su poesía.
Deja constancia en el verso del olor a pan del alba en Pinllo,
del conejillo de Indias en los asaderos de Baños de Agua Santa
y de las ofrendas que alimentan la memoria de nuestros muertos.
El poema es una mazorca que amalgama los oficios del pueblo.
Los corazones sencillos conspiran por la alegría de los días tristes,
escancian aguardientes nocturnos y bendicen el cultivo de su heredad.
En las tortillas de
maíz
pueden verse días y
caminos.
¿Qué epítetos invocaremos para las roses for export?
Tallos de de esperanza, botones de ternura; colores
saturados de arcoíris: sangre, sol y mares, rayos de menta y nubes.
El poeta nos enseña a sembrar metáforas.
¿Qué imagen florecerá en las espinadas manos
de esas mujeres que se marchitan para la lozanía de roses for export?
Julio Pazos perpetúa la poesía en la patria del poema,
en su personal misión de levantamiento del país con textos libres.
Nocturno de Pizarnik
pétalos de sangre
de la rosa que en el fuego
habita sus heridas.
a cantar dulce y a morirse luego.
pétalos de seconal
de la rosa que a sí misma
clava sus espinas.
París, 15 de abril de 1938
En los campos de capulíes de Santiago de Chuco
florece, trilcemente, una rosa llena de mundo.
¡Biba la poesííííía! Y el poeta, ¡ay, muere viviendo!
Envío:
una vez más, Márgara Báez
para Marcelo Báez
Meza
Escribir un poema a la
poesía es un asunto de Bécquer y yo soy solo un Vallejo menor de cualquier
antología.
«Ten
cuidado con las personas que inventas porque puede resultar que sí existen».
Desahogo
margaritas y rosas en la piedra negra de mi mortero y aromo con sus pétalos las
metáforas mustias de mis versos blancos.
«Que
tengan cuidado las personas que te quieren inventar porque pueden convertirse
en víctimas de su propia invención».
En
tierra de Nadia —tan lejos, tan cerca— fuimos el poeta del barrio y la rosa de
los vientos: actantes feraces en la novela de una novela de Márgara Báez.
Escribir
un poema en la rosa, ¡oh poetas!, que la poesía florezca en la rosa escrita.