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La actriz Rossana Iturralde |
«Los teatreros podrán no estar en la
memoria, pero están en la historia. / La historia es la memoria hecha ficción.
/ La memoria se pierde en la realidad. / La historia la sobrevive […] Para eso
la fotografía: / cosifica la memoria / y la hace historia»
. En su hermoso libro
La
ficción de un rincón del horizonte (1979-1994), Jorge Massucco nos entrega no
solo una memoria en imágenes de quince años de la escena teatral guayaquileña, sino
también una profunda reflexión poética sobre la ficción, la realidad y el arte
de la fotografía.
Este libro, cuidado con amor, es una
muestra del trabajo de una familia de artistas visuales (Marina Paolinelli y
Diego Massuco Paolinelli acompañan a Jorge en esta aventura) con la colaboración,
en la conceptualización visual y el cuidado editorial de Mario Rodríguez Dávila
y Bertha Díaz, respectivamente, que editaron
Las
fotos del obrero (2023). El archivo fotográfico que expone este libro es en
sí mismo una joya de la memoria que quienes estudian la historia del teatro en
Guayaquil debería considerar como la base de cualquier investigación académica.
Un archivo de esta naturaleza da cuenta, por un lado, de la presencia
permanente del fotógrafo en las obras teatrales y, por tanto, de un testimonio
visual de primera línea, y, por otro, confirma la existencia de una ferverosa
actividad teatral guayaquileña que no ha sido debidamente estudiada por la
academia.
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Pipo Martínez Queirolo |
Leemos este libro como si asistiéramos
a una exposición fotográfica. A lo largo de la muestra, Jorge Massucco, además
de entregarnos su mirada de artista sobre el trabajo de la gente de las artes
escénicas nos convoca a una reflexión permanente sobre la ficción, ese espacio
autónomo del arte representativo por donde se cuelan los espectros de la
realidad. Dice Massucco: «La fotografía, otra ficción. / Y la vida de los sueños
se pierden como la memoria / Cuando la realidad nos aparta de las ficciones que
han ido tejiendo nuestras vidas. / Y entonces volvemos a las fotografías, con
nuevas y distintas lecturas.
La fotografía
sobrevive / a la realidad» (228). La memoria de estas ficciones, capturada
en la fotografía, es ese movimiento permanente de la utopía que nos permite
seguir creyendo en la vida.
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Marina Salvarezza |
Las fotos del libro son un testimonio
aleatorio del teatro callejero y el de las salas, del teatro experimental y del
clásico, de los espectáculos de títeres, música y danza, de las búsquedas del
teatro en el cine; en síntesis, de la escena teatral guayaquileña y sus
protagonistas. La limitación de esta muestra fotográfica la señala el propio
autor: «Nunca tuve la intención de un registro prolijo de la actividad teatral.
Lamentablemente» (31); pero, quién puede reclamarle a Massucco el que se haya
dedicado a asistir a tantas funciones durante tantos años y tomar tantas fotos
con esmero, porque para un artista de la fotografía como él lo importante es
entregarnos su mirada del teatro a través de la imagen fotográfica. Como él
mismo lo dice: «
La ficción de la vida
valió la pena vivirla» (31).
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Lucho Mueckay |
El libro de Jorge Massucco tiene un tono
nostálgico de aquel que, al igual que los teatreros, cree en lo creado y crea
para creer. A mí me quedan las palabras del padre, Jorge Massucco Tagliaferro,
en su poema «De la patria», que comparten esa ficción utópica de querer un
mundo «donde la justicia impera soberana y el derecho a la vida no se implora».
Que esa patria sea la ficción de todos, dice el hijo (70), y yo añado que esa
ficción sea la esperanza de nuestra historia.
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Taty Interllige y Oswaldo Segura entrevistados por el poeta Fernando Artieda |
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