José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, enero 30, 2023

En Limoncito se aprende haciendo

La Unidad Educativa del Milenio «Ing. Agr. Juan José Castelló Zambrano» está ubicada en Limoncito, comuna de la parroquia rural Simón Bolívar, también conocida como Julio Moreno, del cantón Santa Elena.

En la vida académica y el servicio público los conceptos filosóficos se multiplican. Existe, por ejemplo, la idea de los cuatro pilares de la educación, según Jaques Delors: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos. Asimismo, a nivel internacional, se ha formulado políticas públicas educativas en el marco de un compromiso permanente del Estado para lograr la realización plena del derecho a una educación pública gratuita de calidad y calidez para todos. En otro ámbito, el principio pedagógico del aprender haciendo no es solo una consigna institucional sino una manera de entender el proceso de enseñanza y aprendizaje. Sentir que estas formulaciones filosóficas se encuentran, años después, en la vida cotidiana de una institución escolar —en cuyo nacimiento uno contribuyó con la mínima semilla de un bosque—, es una satisfacción espiritual que recompensa los desvelos y sinsabores del servicio público.

            La Unidad Educativa del Milenio «Ing. Agr. Juan José Castelló Zambrano» está ubicada en Limoncito, comuna de la parroquia rural Simón Bolívar, también conocida como Julio Moreno, del cantón Santa Elena. El sábado 28 de enero se llevó a cabo una sencilla ceremonia, tanto por la creación de la institución cuanto porque el 31 de enero se conmemora el natalicio de quien es su patrono. Quince años atrás, entre septiembre y noviembre de 2007, se ejecutaron las acciones administrativas que desembocaron en la creación de la fundación y la UEM. La Fundación del mismo nombre donó al Ministerio de Educación el terreno de la finca Carmen Paulina: cuarenta hectáreas productivas para las prácticas agrícolas. El convenio entre la fundación y el Ministerio permitió un trabajo conjunto para sacar adelante este proyecto educativo según el modelo del Zamorano, de Honduras. El diseño del pénsum contó con la asesoría de la economista Mayra Falck, en ese entonces, docente de dicha universidad, que también estuvo en la conmemoración del sábado pasado.

Con Juan José Castelló y Josefina Zambrano de Castelló.
El proyecto educativo rinde tributo a la memoria de un graduado del Zamorano, el ingeniero agrónomo Juan José Castelló Zambrano (1986-2007), a través de la implementación de la pedagogía del aprender haciendo de dicha universidad y, al mismo tiempo, ha convertido un territorio rural en un espacio comunitario de producción. En él, confluyen niños y jóvenes de las comunas de Limoncito, Juntas del Pacífico, Santa Ana, La Frutilla y Sube y Baja, que pertenecen a la parroquia de Simón Bolívar. Esta institución educativa nació en medio del dolor de los padres, Juan José y Josefina, por la pérdida de su hijo: ellos convirtieron su duelo familiar en un proyecto de vida al servicio de la comunidad y se han entregado con amor a generar las mejores condiciones, en alianza con las autoridades educativas, para la educación de la zona entendida como un motor que promueve el desarrollo de las comunas.           


En 2008, se iniciaron las actividades con una minga que levantó diez casas de caña guadúa de dos plantas, para las residencias estudiantiles; tres casas prefabricadas, para los docentes y la administración; dos galpones para comedor, cocina y dispensario médico; y tres aulas y un laboratorio de cómputo. En 2010, el Ministerio de Educación construyó el complejo educativo con una inversión de 3’500.000 US$. Hubo diferentes proyectos productivos con resultados diversos, según lo señalado en una investigación académica de 2013[1]: planta de procesamiento de ciruela, proyecto piloto del cultivo de piñón, producción de cacao fino de aroma, maracuyá, plátano y maíz, administración de un hato de cincuenta vacas, laboratorio de biotecnología, etc. Actualmente, se han iniciado dos proyectos: criadero y distribución de gallinas criollas y sembrío de balsa. De hecho, el sábado pasado disfrutamos de un exquisito seco de gallina, cuya textura y sabor son superiores, sin discusión alguna, a los de las aves de criaderos industriales, y ese mismo día, de manera simbólica, también sembramos algunos árboles del proyectado bosque de balsa.   

Con mi hija Daniela, sembramos un árbol de balsa.
            El proyecto educativo de la UEM JJCZ ha tenido logros y contratiempos a lo largo de estos quince años. En este proceso, el entusiasmo de su comunidad educativa se ha fortalecido y, desde hace un lustro, se retomó la relación de manera más estrecha entre la UEM y la Fundación JJCZ. En todo caso, aquellos conceptos educativos y de política pública, que mencioné al comienzo, se realizan en la vida diaria de este proyecto educativo que alberga, en cada célula de la naturaleza que envuelve a la escuela, el espíritu vivo de aquel joven ingeniero agrónomo, sintetizado en el nombre del proyecto inicial: «Yo sueño con Limoncito».



[1] Luz María Guamán Salazar y Felipe Vásquez Villaba, «Sistematización de la experiencia de desarrollo de la fundación Juan José Castelló Zambrano, Limoncito, Ecuador», Proyecto especial de graduación presentado como requisito parcial para optar al título de Ingenieros en Ambiente y Desarrollo en el
Grado Académico de Licenciatura en la Escuela Agrícola Panamericana, Zamorano, Honduras, noviembre de 2013, https://bdigital.zamorano.edu/server/api/core/bitstreams/2307aa62-bf67-4dfa-bd7b-c21048aa9b5f/content


lunes, enero 23, 2023

El yo de la literatura de ficción y quien escribe

Annie Ernaux durante la lectura de su discurso de aceptación del Premio Nobel 2022:

«Escribiré para vengar a mi raza».


            Cuando publiqué Pubis equinoccial (2013), que es un libro de relatos eróticos, me preguntaban, con cierta picardía, en casi todas las presentaciones que hice del libro, si yo había vivido las situaciones sexuales que narraba en mis cuentos. En términos teóricos, puedo decir que experimenté en carne propia todas las situaciones de mis textos literarios porque las he vivido en la escritura. En las obras de ficción, a veces, hay guiños que quien escribe se hace a sí mismo, a la persona con la que quiere dialogar en clave o a la cofradía. Lo que no puede hacer quien lee, me parece, es trasladar mecánicamente las cosas y asumir que, por ciertos datos, quien escribe está confesando un episodio sobre sí, pues la literatura no es un reflejo mecánico del mundo real (tanta tinta ha corrido alrededor de la teoría del reflejo de la realidad en el arte) sino una construcción formal del lenguaje y la imaginación: a veces, uno fabula sobre su propia vida y juega a «y qué hubiera sucedido si...» asumiendo, en el texto, el papel de héroe o villano o una mezcla de ambos. Si bien existe el texto propositivamente confesional, el yo de la literatura de ficción, más que una confesión autobiográfica, es, por lo general, una categoría de la estructura del relato: una voz narrativa que quien escribe ha escogido para contar una historia.

Semanas atrás, escribí en este blog sobre Vargas Llosa y su entrampamiento como figurante en la civilización del espectáculo que él mismo criticó[1]. En lo personal, me importa poco el chismerío alrededor de la ruptura sentimental de Vargas Llosa e Isabel Presley: el tratamiento mediático que le han dado al asunto es tan vulgar como los sueños de riqueza y vida social que tenía madame Bovary. De hecho, la lectura del cuento por parte de la prensa del corazón es equivocada porque cree que los episodios de la vida del autor se trasladan mecánicamente al texto literario. El tema de «Los vientos» no es la ruptura amorosa, aunque la menciona. «Los vientos» —cuento de tono ensayístico, a ratos aburrido y panfletario; afortunadamente, salvado del tedio por el humor— desarrolla otros temas: la soledad, la vejez y el cambio del paradigma cultural. El narrador en primera persona es un personaje, no la persona de Vargas Llosa, aunque las ideas de aquel sean similares a las del autor. Deducir, por una reflexión del personaje del cuento, que Vargas Llosa está hablando de sí mismo es una mezcla de ignorancia y sensacionalismo: típico de la superficialidad y el facilismo de la prensa rosa.   

            Ariana Harwicz escribió, días atrás, en su cuenta de Twitter: «La escritura nunca es autobiográfica aunque todos los hechos hayan existido, aunque la literatura es una forma de memoria, incluso más que la vida. Kertész dice que su composición es abstracta, hecha de signos. Su lengua es atonal, Shönberg, es tan verdad como su deportación»[2]. Concuerdo con esta reflexión por cuanto el problema de la literatura del yo como exposición de la autobiografía y su verdad es un callejón sin salida, pues, al narrar un suceso, desde el mismo momento de la selección de los hechos narrables es ya un recorte artificial de la realidad, según la narrativa que optamos por construir en el texto. Además, al definir una voz narrativa también estamos manipulando un acontecimiento, ya que la selección de la voz la hacemos según el punto de vista desde donde queremos contar los hechos escogidos de nuestra historia personal y del énfasis que queremos darle a un suceso. A fin de cuentas, toda historia narrada en un texto es verdadera en tanto es escritura y toda escritura es composición de estructuras, desarrollo de formas narrativas y traslados de sentido.

Se acepta, generalmente, que Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, es una novela autobiográfica por las similitudes del personaje y del autor; no obstante, si nos despojamos del prejuicio biografista, nos daremos cuenta de que lo que hace Hemingway es aprovechar una experiencia vital para novelar un episodio bélico, de un realismo crudo, atravesado por una historia de amor, como también lo hará en Por quién doblan las campanas, con menos elementos personales. ¿Nos atrae la novela por lo que podría contar sobre la vida de su autor o, esa misma novela, nos cautiva por la escritura que disecciona una vida en la plenitud de su contradictoria existencia, como lo hace la buena literatura? Hemingway es un tipo de escritor del que se dice que convirtió su vida aventurera en literatura. Cuando le preguntaron si había descrito alguna situación de la que no tuviera un conocimiento personal, respondió: «Esa es una pregunta extraña. Al decir conocimento personal, ¿quiere usted decir conocimiento carnal? En ese caso la respuesta es afirmativa. Un escritor, si es bueno, no describe. Inventa o hace a partir del conocimiento personal o impersonal, y algunas veces parece poseer un conocimiento inexplicado que podría venirle de la experiencia racial o familiar olvidada»[3].

No me llama la atención El acontecimiento, de Annie Ernaux, tanto porque sea verdad que ella vivió la experiencia clandestina del aborto que narra en su libro, cuanto porque es una escritura conmovedora, capaz de transformar una experiencia personal —dolorosa, peligrosa, atravesada por el origen de clase social— en una novela que, trabajada desde las convenciones de la literatura, es un texto capaz de convertir la experiencia de quien la escribió en una experiencia de quien la lee. La propia Ernaux dijo en su discurso de aceptación del Premio Nobel: «No pretendo contar la historia de mi vida ni desvelar sus secretos, sino descifrar una situación vivida, un acontecimiento, una relación amorosa, y revelar así algo que solo la escritura puede hacer existir y transmitir, quizá, a otras conciencias y otras memorias»[4]. No quiero ser malinterpretado: es muy importante la confesión en tanto posicionamiento de una reivindicación política —el aborto, en este caso, como derecho a decidir—, pero si esa confesión no se hubiera convertido en escritura, entonces, su verdad testimonial carecería de valor literario, aunque tendría otro valor —tal vez más importante para sus efectos prácticos— en el terreno del activismo político.   

Me interesa un texto literario, sea basado o no en la vida de quien escribe, en cuanto sea escritura capaz de hacerme sentir lo que leo como una transmutación de la vida y sus intersticios en literatura, tal como sucede en El Quijote, de Cervantes, o en En la mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin, aunque la una sea una novela realista y la otra una novela de ciencia ficción. Como dijo Annie Ernaux en el discurso ya citado: «Pero como todas las cosas se viven, inexorablemente, de forma individual — “me sucede a mí”—, no pueden leerse de la misma manera salvo si el “yo” del libro se vuelve, en cierta forma, transparente, de suerte que el del lector o el de la lectora ocupen su lugar. Si ese Yo es, en suma, transpersonal». El yo, en la literatura, es una entidad discursiva, por tanto, una voz del texto, lírico o narrativo, que debe ser asumido como escritura.

A quienes leemos literatura nos apasiona el lenguaje del texto, al periodismo de las revistas del corazón, en cambio, le subyuga el chismerío sobre la vida de quienes escriben. Yo escribí Pubis equinoccial para realizar una exploración literaria sobre la sexualidad humana en diferentes situaciones vitales; en este cuentario, hay un trabajo extenuante de lenguaje: me propuse nominar lo sexual —explotado sin límites por la pornografía— con palabra diferente y diferenciadora[5]. Siempre es liberador desmontar un tabú. Por eso, cuando me preguntaban si había descrito vivencias personales en los cuentos de dicho libro respondía, como suelo decir desde hace años: mi escritura es mentirosamente autobiográfica

 

Un poco de humor siempre viene bien: este meme lo hice en 2018.
 


[2] Ariana Harwicz, (@ArianaHar), Twitter, 10 de enero de 2023.

[3] George Plimpton, «Entrevista con Ernest Hemingway», en El oficio de escritor (México D.F.: Ediciones Era, 1970), 219. En la foto, Ernest Hemingway, en Milán, 1918, con su uniforme militar.

[4] Annie Ernaux, «Discurso íntegro de Annie Ernaux ante la Academia Sueca», El País, 7 de diciembre de 2022, traducción de Lydia Vázquez Jiménez, acceso 10 de diciembre de 2022, https://elpais.com/cultura/2022-12-07/annie-ernaux-en-su-discurso-del-nobel-hay-hombres-para-quienes-los-libros-escritos-por-mujeres-no-existen.html


lunes, enero 16, 2023

100 años de Oswaldo Muñoz Mariño: «Disyunciones»

La exposición Disyunciones, homenaje a la obra de Oswaldo Muñoz Mariño, en el centenario de su natalacio, en el Centro Cultural de la PUCE, en Quito, estará abierta hasta marzo de este año.
            «Amo la acuarela por ser limpia y transparente, porque es capaz de captar la precisión de la luz. Esta técnica es todo un reto porque no se puede corregir»[1]. Estas palabras de Oswaldo Muñoz Mariño (Riobamba, 24 de diciembre de 1922 – Quito, 20 de febrero de 2016) fueron leídas por Cristina Chequer, su esposa, en diciembre de 2014, cuando el artista recibió la Orden Mexicana del Águila Azteca, «por su aporte a México y su contribución al acercamiento entre ambas naciones». Muñoz Mariño hizo su primera exposición de acuarelas en el Colegio de Arquitectos de México, en 1951; se graduó de arquitecto en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1952; y, en 1965, obtuvo el Primer Premio del Salón Nacional de la Acuarela, de México. En Ecuador es considerado el mayor acuarelista del siglo veinte y recibió, en 1999, el Premio Nacional Eugenio Espejo.

Desde diciembre del año pasado, en el Centro Cultural de la PUCE, en Quito, se exhibe la retrospectiva Disyunciones que celebra el centenario del natalicio de Muñoz Mariño. La retrospectiva está armada con fotografías, planos, acuarelas, dibujos, bitácoras y documentos de variada índole que son el testimonio de una vida dedicada al arte y la arquitectura, dos realidades que, como alternancia y sucesión de una obra creativa en dos esferas, independientes y complementarias a la vez, constituyeron el trabajo del artista arquitecto. La exhibición tiene un conjunto de elementos que permite apreciar la obra de un artista que, como arquitecto, pensó el diseño arquitectónico público en términos monumentales y el privado como espacios íntimos en donde la cotidianidad doméstica habita de manera acogedora. Un arquitecto que, como artista, hizo del dibujo y la acuarela una magistral crónica, sobre todo, de las casas y edificios del mundo; espacios arquitectónicos en donde los seres humanos están ausentes como una provocación para que estos los contemplen, mediten y se imaginen habitando aquellos espacios y llenando esa ausencia que es, también un desafío existencial.

 

«Huayracanta: Homenaje al hombre de América» debió construirse en el Cerro de la Estrella, en Ciudad de México, en 1974; lastimosamente, las autoridades suspendieron el proyecto.
            «Para él, discípulo de la escuela mexicana de arquitectura moderna, la arquitectura es moderna porque resuelve la configuración del espacio en función de la sinceridad programática y de la idea de beneficio social. Por lo tanto, la arquitectura es un lugar de crítica y de resistencia», indica Shayarina Monard, curadora del material arquitectónico. En la muestra encontramos, entre otros proyectos no realizados, el diseño del Palacio Municipal de Quito, con el que ganó el concurso de anteproyectos de 1961 y que no se construyó por cuanto el espíritu conservador de la época lo vio como una agresión a la tradición colonial del Centro Histórico, cuando el proyecto de Muñoz Mariño proponía que la imagen tradicional quedara imbricada en la ruptura propuesta por la construcción moderna[2]. Asimismo, «Huayracanta: Homenaje al hombre de América», que debió construirse en el Cerro de la Estrella, en Ciudad de México, en 1974, y en el que participaron él, como arquitecto, y Guayasamín, como encargado de curar la exposición permanente de artistas latinoamericanos; finalmente, el proyecto no se realizó por algunas declaraciones inoportunas de Guayasamín que crearon descontento de los artistas mexicanos con las autoridades de su país y estas decidieron suspenderlo para evitarse problemas políticos. 

 

El paisaje mexicano está presente en su etapa de descubrimiento (1946-1960)
            «Muñoz Mariño pinta casi exclusivamente espacios exteriores, arquitecturas de todos los tiempos que narran el crecimiento de las ciudades, las ruinas como huellas del paso del tiempo, paisajes casi sin lo presencia de seres humanos, luces y sombras, nubes, árboles techos y portones como zonas liminales entre el exterior y lo interior, entre lo público y lo privado», señala Giada Lusardi, curadora del material pictórico. Un gran acierto de la muestra es el diálogo que entablan las acuarelas del paisaje de México y las del Ecuador, así como algunos ejemplos de la crónica, narrada a través de acuarelas y dibujos, de Quito y del mundo, que el artista hizo a lo largo de su vida. En 1976, Muñoz Mariño exhibió —como ya lo había hecho, años atrás, en la misma Ciudad de México— en el Museo Nacional de San Carlos, entre otras, sus acuarelas sobre Quito. Elena Poniatowska escribió en Novedades: «Un puro amor a su ciudad Quito, a sus montañas violetas, a sus casas apeñuscadas como cabras, sus árboles y sus techos de tejas rojas. Yo no conozco Ecuador, pero me gustaría visitarlo después de ver los cuadros de Oswaldo Muñoz Mariño».


Disyunciones tiene también un novedoso e importante material documental del artista: muestras de la bitácora hecha de dibujos y reflexiones en la que documentó sus viajes —bitácora formada por más de 30 cuadernos—, a la que Muñoz Mariño llamaba «la biblia»; cartas, fotografías, recortes de prensa, etc. Los documentos hablan de un creador que, desde muy temprano, concibió su profesión y su arte como un todo artístico. Esta obra también está en la bella casa Museo Muñoz Mariño, MMM, ubicada en la calle Junín E2-27, en el tradicional barrio de San Marcos, en el Centro Histórico de Quito, cuyo proyecto de restauración lo hizo el propio artista. El MMM, a pesar de tener un convenio de comodato por cincuenta años con el Municipio de Quito, no recibe los fondos correspondientes desde 2015, por lo que el museo corre el riesgo de cerrar. Ojalá, la nueva administración municipal, solucione los inconvenientes administrativos y presupuestarios que impiden un adecuado financiamiento de este centro cultural.


            Disyunciones es una estupenda exposición que merece ser visitada[3] por cuanto es una construcción, concebida con profundidad conceptual por parte de sus curadoras, de la memoria de un artista que, con una maestría singular en la acuarela y el dibujo de paisajes urbanos, fue el cronista visual de Quito y el mundo, y que, desde la arquitectura, siempre pensó el hábitat humano como un espacio estético y acogedor.


 

 


[1] «Muñoz Mariño, un ‘águila azteca’», La Hora, 8 de diciembre de 2014, acceso 15 de enero de 2023, https://issuu.com/la_hora/docs/quito_8_de_diciembre_2014/27

[2] Erika Andrade García et al., «La modernidad ucrónica en Quito: Una aproximación a la obra no construida de Oswaldo Muñoz Mariño», Actas II Congreso Iberoamericano redfundamentos, 17-18 de diciembre de 2018, acceso 15 de enero de 2023, https://www.researchgate.net/publication/330713512_La_modernidad_ucronica_en_Quito_Una_aproximacion_a_la_obra_no_construida_de_Oswaldo_Munoz_Marino

[3] La exposición, en el Centro Cultural de la PUCE, en Quito, estará abierta hasta marzo de este año y es auspiciada por la Pontifica Universidad Católica del Ecuador, PUCE, el Colegio de Arquitectos del Ecuador, CAE-P, el Museo Archivo de Arquitectura del Ecuador, MAE, y la Fundación Muñoz Chequer.

 

P.S.: Todas las fotos son de Raúl Vallejo y fueron tomadas el miércoles 11 de enero de 2023.