José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

jueves, octubre 08, 2015

Cuarta carta a la Comunidad de la UASB


        

Todavía no había cumplido los 32 años cuando, en junio de 1991, el presidente Rodrigo Borja me nombró ministro de Educación, Cultura y Deportes. Yo tenía un título de docente y experiencia en todos los niveles del sistema, excepto el posgrado. Antes del anuncio oficial, llamé a mi madre para contarle la noticia. Ella, con la sabiduría ancestral de todas las madres, dijo: “¿Y qué pasará con tu trabajo? Porque de esos puestos uno tiene que salir el rato menos pensado. Así que cumple con tu deber como si te fueras del puesto mañana mismo”.
Durante ese ministerio, me propuse como objetivo sanar las heridas que habían quedado con sectores del magisterio luego de un largo paro, por lo que impulsé una consulta que culminó, el 15 de abril de 1992, con la firma del I Acuerdo Nacional “Educación Siglo XXI”. Este Acuerdo reunió al Ministerio, al gremio, a los educadores católicos, a los privados laicos, y a las universidades, entre otros actores. Fue cuando ejercía el Ministerio —y sin imaginarme siquiera que al terminar mi período me quedaría a vivir en Quito—, que firmamos con el rector Enrique Ayala Mora, un convenio base entre la UASB y el Estado.

Seguí trabajando en la educación secundaria y me vinculé al programa de posgrado de la UASB, en el Área de Letras como docente y director; institución de la que me honro haber contribuido a su fundación. Años más tarde, a finales de 2005, asumí nuevamente el Ministerio de Educación y Cultura nombrado por el presidente Alfredo Palacio. Luego de más de una década de gobiernos neoliberales que redujeron el presupuesto de inversión social y desarticularon la función rectora del Estado, mi tarea fue “poner la casa en orden” y volví a insistir en la implementación de una política educativa a largo plazo. Fue así que, mientras comenzamos un programa de eliminación de barreras para el acceso a la educación pública, junto con el equipo ministerial, logramos que el Plan Decenal de Educación fuera aprobado mediante referéndum en noviembre de 2006.
Cuando el presidente Rafael Correa asumió el gobierno en enero de 2007, me ratificó como Ministro de Educación. Entonces, el equipo ministerial pudo darle continuidad a lo que habíamos empezado en 2006: fue eliminado todo pago en el sistema educativo público, se fortaleció la alimentación escolar, fueron ejecutados los programas de reconstrucción de escuelas y uniformes escolares con un componente de inclusión económica, universalizamos el programa de textos escolares, iniciamos un programa de jubilación docente que inició multiplicando el bono de jubilación de US$ 800 a US$ 12.000. Asimismo, comenzamos el sistema de evaluación y logramos un alza significativa del salario docente. Obviamente, cometimos errores y quedaron tareas pendientes, pero los cargos públicos deben estar impregnados de la ética del servicio a la comunidad y así lo he hecho siempre: con aciertos y equivocaciones, obrando con buena fe, convicción y responsabilidad social.
Luego de renunciar al ministerio de Educación, en 2010, volví a la UASB y ocupé nuevamente la dirección del Área de Letras. Cuando Ecuador reanudó las relaciones diplomáticas con Colombia, que fueron rotas a raíz del bombardeo de Angostura, el presidente Correa me encargó la delicada tarea de reabrir la Embajada y reconstruir las relaciones con nuestro vecino. Hoy, las relaciones de nuestro país con Colombia son un ejemplo de cooperación binacional en múltiples aspectos, sobre todo, en la perspectiva de hacer de la frontera común un territorio de paz.
Ahora que estoy postulado en el proceso de nombramiento del rector de la UASB, ratifico el principio que ha guiado mi trabajo: la función pública está hecha para servir. Si el Consejo Superior, luego de analizar mi currículo, como señala el Estatuto de la UASB, me designa rector, llevaré adelante un programa, como lo expliqué en mi carta anterior, basado en: el fortalecimiento institucional y la estabilidad laboral; la libertad de cátedra y la ampliación del apoyo a la investigación; una mayor democratización del acceso de los estudiantes de la región. Todo ello, en el marco de una absoluta independencia institucional de la UASB, tanto del gobierno cuanto de la militancia partidista de las autoridades de la misma. Para mí, la universidad es un espacio académico de servicio a la comunidad, signado por la libertad y la diversidad en todos sentidos.
Cada vez que he cumplido y finalizado funciones públicas, que al fin y al cabo han tenido que ver con la acción social y ética de la política, recuerdo las lecciones que me enseñó el comentario de mi madre: el ejercicio del gobierno tiene un límite y uno debe estar consciente de ello desde el primer día; lo que queda del servicio a la comunidad es la satisfacción de haber contribuido, desde uno de los tantos deberes de ciudadanía, a la construcción de una patria con mejores condiciones de vida, más equitativa y más solidaria.
            Fraternalmente,
            Raúl
 



La Unidad Educativa del Milenio "Cacique Tumbalá", en Zumbahua, Cotopaxi, fue la primera de este tipo inaugurada en el país, en septiembre de 2008.

domingo, septiembre 27, 2015

Tercera carta a la Comunidad de la UASB


Ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris


En los exteriores de la UASB, junto al edificio Manuela Sáenz, está una estatua de Simón Bolívar sentado en un poyo largo, de piedra vista. Se trata de un monumento en tamaño natural que tiene la virtud de convertir en un personaje cotidiano a quien le debemos la conducción del proceso libertario de la región. Su particularidad es que, a contramano de la iconografía escolar, Bolívar viste de civil como un símbolo de aquel republicanismo que postuló desde la Carta de Jamaica, en tanto Estadista fundacional de nuestra América.
El Bolívar de civil de la UASB es la memoria del pensamiento latinoamericano que se hermana con las formulaciones de José Martí en su ensayo Nuestra América, publicado en enero de 1891. Ese bronce de Bolívar se complementa con una frase tomada de la Carta de Jamaica: “Somos un pequeño género humano”.  La cita completa es la siguiente: “Nosotros somos un pequeño género humano: poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo ya viejo en los usos de la sociedad civil”. Y ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris. Celebrar el rito de la foto junto al ciudadano Bolívar es celebrar a la UASB como un centro académico que contribuye, desde la libertad de cátedra, el pensamiento crítico y las prácticas interculturales, a los pueblos de la región.
Y es que el principio rector de un centro académico es la libertad de cátedra y la responsabilidad ética en la docencia y la investigación. La cátedra no puede ser el pretexto para el adoctrinamiento pues aquello constituye un abuso por parte del docente. La cátedra es el espacio que propugna el debate académico en torno a los diferentes saberes, es el espacio que impulsa la investigación desde los postulados críticos que se modifican cuando los hechos de la realidad son superiores a las hipótesis de trabajo.
Por ello es necesario una universidad en la que el concepto de autonomía no sea confundido con el de autarquía. Es fundamental, por tanto, preservar a la universidad de los avatares de la política cotidiana puesto que, para el desarrollo del pensamiento científico, la universidad tiene que ser tan independiente de los gobiernos como de los usos partidistas por parte de sus autoridades. La autonomía, y más la de un organismo internacional, es un privilegio otorgado por los Estados para que la institución esté al servicio de la sociedad, pensando la integración regional.
De ahí que, una universidad crítica sea también un espacio para el debate plural y, por supuesto, un lugar que genera aportes que planteen alternativas a los problemas sociales, institucionales, de cooperación Sur-Sur, etc., de la región. Por encima de las militancias partidistas de sus miembros, la universidad construye un arcoíris de ideas y no los garrotes de los sectarios. En este sentido, la universidad tiene como primera tarea el diseño de mecanismos tendientes a democratizar el acceso a ella de los estudiantes de la región y la multiplicación de la oferta académica, optimizando los recursos y especializando en diferentes áreas del conocimiento a las distintas sedes nacionales.
Finalmente, vale destacar y ratificar específicamente que el fortalecimiento institucional de la universidad pasa por el respeto a la estabilidad laboral del personal docente, administrativo y de servicio que ha contribuido a la vida de la comunidad universitaria. Nada tan necesario como la diversidad de pensamiento, nada tan indispensable como la libertad para manifestarse de cada uno de los miembros de la comunidad, nada tan humano como la tranquilidad de las familias mediante la afirmación de la seguridad de su espacio de trabajo.
Simón Bolívar fue un soñador y un visionario que, venciendo todas las dificultades que se le presentaron, hizo realidad sus sueños de Libertador, aunque no pudo concretar la unidad de nuestras repúblicas. Bolívar señaló en la Carta de Jamaica que lo que nos ayudaría en esos momentos a expulsar a los españoles y a fundar un gobierno libre era la unión: "mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".
Los monumentos son apenas un símbolo para que las personas de hoy honremos la vida y la memoria de quienes trabajaron por un mundo mejor. Seguir cimentando una universidad comprometida con la libertad de cátedra, el amor al conocimiento y la unidad regional en la diversidad y en lo intercultural, es también trabajar por los sueños libertarios de Bolívar.
Fraternalmente,
Raúl




Raúl Vallejo es docente del Área de Letras y Estudios Culturales de la UASB, sede Ecuador. En esta foto junto a la estatua de Bolívar en el recibidor del edificio Olmedo. Recientemente tuvo a su cargo la edición y el estudio introductorio de un libro facsimilar y bilingüe de la Carta de Jamaica, con motivo de los 200 años de la misma. La publicación fue auspiciada por el Parlamento Andino y la Embajada de Ecuador en Colombia. Asimismo, fue quien tuvo a su cargo el estudio introductorio, la cronología, la selección de cartas y el cuidado del texto de la primera edición en España de La victoria de Junín. Canto a Bolívar, el poema fundacional de nuestra épica de José Joaquín Olmedo, publicada por Ediciones Doce Calles, de Madrid, y la UASB.