José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, enero 27, 2025

El saludo nazi de Elon Musk anuncia el peligroso ascenso del neofascismo

El periódico alemán Die Zeit, reconocido por su cobertura de calidad sobre asuntos políticos y culturales, dedicó su portada a Elon Musk, pero cubrió la mano hitleriana del oligarca ultraderechista y editorializó la foto: «Un saludo hitleriano es un saludo hitleriano es un saludo hitleriano».
            No es solo un gesto dirigido a las barras bravas del neofascismo, es una amenaza para la humanidad. No es solo una actuación para generar escándalo en las redes sociales, es un intento de lavarle la cara al saludo nazi para reivindicar el neofascismo a nivel global. No es solo el desafío a la humanidad de un multimillonario ensoberbecido por su poder oligárquico, es una amenaza para los valores democráticos que los seres humanos hemos construido a través de la convivencia de las naciones. El saludo nazi de Elon Musk es un gesto simbólico de la ultraderecha global que no les compete únicamente a los norteamericanos, le concierne al planeta.

           Elon Musk —que, con ese gesto medido, parecería haber iniciado su campaña para suceder a Trump en la Casa Blanca— y la ultraderecha global, al igual que los nazis alemanes lo hicieron en su tiempo con los judíos, han construido un “enemigo de la libertad” al que, dándole vuelta al término y utilizándolo con connotación peyorativa denominan con el genérico de cultura woke —en el que cabe todo lo que cuestiona al poder conservador y que los parlanchines mediocres de acá llama “cultura progre”—. Más allá de la discusión de si lo woke es una lavada de cara del capitalismo por parte de los liberales norteamericanos que terminaron desdibujando el origen antirracista del término, la ultraderecha global, a la que no le interesa la precisión académica sino la funcionalidad de cualquier concepto para su narrativa, ha señalado como “enemigos de la libertad” a quienes defienden una sociedad construida sobre la base de los derechos humanos y el trato digno a las personas migrantes, a quienes rechazan al racismo estructural, a quienes luchan por la aceptación de la diversidad sexual y los derechos de las personas LGBT+, a quienes denuncian la responsabilidad del desarrollo capitalista sin controles en el cambio climático del planeta; a quienes defienden lo público, los derechos de los trabajadores y el postulado de que la dignidad del ser humano debe de estar por encima de la renta del capital. El saludo nazi de Musk es un signo de que se aproximan muy malos tiempos para la humanidad.

            Hitler ilegalizó a los partidos Socialista y Comunista, encarceló y asesinó a sus militantes, privatizó las empresas públicas, benefició a los grandes capitalistas, invadió a la URSS, que era el único país socialista del mundo en ese entonces, pero en una entrevista de Elon Musk con Alice Widel, líder del partido ultraderechista alemán Alternativa para Alemania, AfD, no solo que se atrevieron a decir que Hitler era comunista, sino que Musk sostiene que solo el AfD puede salvar a Alemania. ¿Lo dicen porque son ignorantes o estúpidos? No, son inteligentes y sí conocen la historia: lo dicen porque son perversos y necesitan lavarse la cara neofascista equiparando a los nazis de ayer con el comunismo, que, con maromas retóricas, equiparan a lo woke o progre. Así, por ejemplo, movida la Ventana Overton hacia la normalización de los postulados trumpistas, los socialdemócratas quedan convertidos en un grupo de radicales comunistas que, para no ser confundidos, se mueven rápidamente hacia la derecha traicionando su propio programa socialista democrático. Es la derechización de una sociedad en donde los postulados neonazis se convierten en postulados “revolucionarios” en nombre de la libertad.

            El saludo nazi de Elon Musk ha dado rienda suelta para que las barras bravas del neofascismo se envalentonen. No me extrañaría que, muy pronto, en el vecindario los ultras comiencen a levantar el brazo hitleriano para saludar y exigir, con violencia, que todos lo hagan porque es cool, bro. Claro, el proceso tiene sus etapas: primero, la negación: se trata de un “saludo romano”, un “gesto exaltado”, la “entrega de su corazón” y otras sandeces destinadas a una audiencia de estúpidos, o, directamente, la manipulación de fotos para decir que los liberales han hecho el mismo gesto. Enseguida, la formulación del absurdo: Musk “defiende a Israel” —como si defender la guerra genocida de Netanyahu y el complejo militar industrial contra el pueblo palestino fuera equivalente a condenar el fascismo y el Holocausto—, cuando el mismo Musk pide olvidar el pasado y ya no cargar con las cupas del Holocausto. Y, al mismo tiempo, el garrote verbal: Javier Milei, el mayor esbirro latinoamericano del trumpismo y negacionista de los crímenes de la dictadura militar argentina, no dudó en defender al oligarca global, en el foro económico de Davos, llamándolo, con el uso acostumbrado de la hipérbole cuando se trata de imponer la narrativa neofascista, «uno de los hombres más importantes de la Historia» y, con la más agresiva de las retóricas nazis cargada de amenazas: «… los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas tiemblen». El neofascismo está de plácemes: la retórica ultranacionalista de Trump (Make America Great Again, MAGA) encandila a los esbirros del poder imperial, como Milei & Cía, que hacen gala de su sometimiento neocolonial.

El Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio señaló en su cuenta en X que esto no es un juego y que el saludo nazi debe ser pensado críticamente y ser motivo de preocupación de todos porque viola el corazón de los valores de la Constitución norteamericana e irrespeta las instituciones democráticas; también insulta la memoria de los veteranos de la II Guerra Mundial que lucharon y murieron en campos de batalla extranjeros batallando contra el fascismo en Europa. Lo más preocupante de todo, porque es una preocupación para la humanidad entera, es que la normalización del saludo nazi y, por ende, del neofascismo, envalentona a las personas que creen en los principios básicos del nazismo (y del fascismo en general), incluido el racismo genocida, el desprecio por los débiles, la promoción del totalitarismo y la búsqueda de la dominación global. El futuro de la humanidad es siniestro porque los nazis no tuvieron ni tendrán respeto por ninguna norma de convivencia democrática de las naciones.

Meme basado en un fotograma de Harrison Ford en Indiana Jones y el llamado del destino (2023).

El periódico alemán Die Zeit, reconocido por su cobertura de calidad sobre asuntos políticos y culturales, dedicó su portada a Elon Musk, pero cubrió la mano hitleriana del oligarca ultraderechista y editorializó la foto: «Un saludo hitleriano es un saludo hitleriano es un saludo hitleriano»[1]. El pasado sábado 25 de enero, Elon Musk, el funcionario del gobierno norteamericano, ratificó su apoyo al partido de ultraderecha AfD participando, por videoconferencia, en un mitin electoral de Alice Weidel celebrado en Alemania, en descarada injerencia en la vida política de otro Estado. La distopía del poder mundial ejercido por los tecnoligarcas neofascistas parecería convertirse en el nuevo realismo.



[1] Alusión intertextual del famoso verso de Gertrude Stein en su poema «Sacred Emily»: «Rose is a rose is a rose is a rose».      


lunes, enero 20, 2025

X y Meta: libertad para los discursos de odio

            No estoy diciendo nada nuevo al señalar que los multimillonarios del planeta están utilizando la palabra libertad como una muletilla para gobernar a la humanidad. X y Meta no quieren hacerse responsables ni de la proliferación de perfiles falsos ni de la desinformación ni de los discursos de odio que se distribuyen en sus redes en nombre de la libertad. Hace pocos días, Marc Zuckerberg anunció que la corporación Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp, Messenger Live, Threads y otros) abandonaba la política de moderación de contenidos o verificación de información porque, según Zuckerberg, es restrictiva de la libertad, imitando la política de X, desde que Elon Musk compró Twitter. Los analistas señalan que Zuckerberg busca acercarse a Donald Trump que, el año pasado, había calificado a Facebook como “enemigo del pueblo”. Recordemos que Facebook reforzó controles, luego de la comparecencia de Zuckerberg en el Senado de EE. UU., para evitar las filtraciones de datos de los usuarios después del escándalo de Cambridge Analítica, la empresa que manipuló ochenta y siete millones de perfiles en favor de la candidatura de Trump en 2016. Al eliminar la verificación de información, no solo que Meta se descarga de la responsabilidad empresarial de moderar tales contenidos trasladándola a la “comunidad de usuarios”, sino que, bajo el paraguas de la palabra libertad y el argumento de que así se evita la censura, abre la puerta para que se instalen libremente los bulos y la consecuente desinformación, la incitación al suicidio, la misoginia, los discursos de odio sobre la inmigración y la identidad de género, etc. Claro que es difícil guardar el equilibrio entre los contenidos dañinos controlados por una corporación y el negocio de la redes sociales instalado como un mercado de libre concurrencia de ideas. De todas maneras, las corporaciones controlan los contenidos con la manipulación de los algoritmos y de la ideas e información que se difunde en las redes: recordemos que Musk es el mayor difusor de bulos en su propia red. X, de Musk, se niega a eliminar las granjas de troles y a obligar a los usuarios a una debida identificación, también bajo el paraguas de la libertad. Musk, que se convertirá en funcionario gubernamental con Trump, no ha dudado en utilizar su red para los intereses propios y para los multimillonarios como él. «Siendo dueño de la mayor plaza pública del planeta, dio rienda suelta al odio, el racismo, el machismo, las ideas negacionistas y los bulos que favorecen a la extrema derecha. No sólo las permitió, sino que el algoritmo de Twitter promueve que sean esos mensajes los que más se difundan», ha señalado el periodista y comentarista económico Yago Álvarez Barba. Recientemente, Elon Musk declaró su apoyo a la candidata alemana Alice Weidel, del partido ultra-derechista Alternativa para Alemania, AfD, y en una entrevista que le hizo para su red social, estuvo de acuerdo con ella cuando dijo que “Hitler era comunista”. Por supuesto que se trata de una mentira y una deformación de la Historia, pero difundir un bulo de esta naturaleza es introducir un debate absurdo para crear un margen de duda que permite al neofascismo lavarse la cara: “nosotros, los libertarios de hoy no somos como el Hitler del ayer, que era un comunista igual a los comunistas de hoy”, incluso sabiendo que el membrete de “comunista” se lo pegan a los socialdemócratas, que se han vuelto asustadizos de sus propios postulados de justicia social. Claro que el asunto es más complejo porque Weidel es lesbiana y, dada su orientación sexual, Musk concluye, falazmente, que ella no puede ser fascista y que “solo laAfD puede salvar a Alemania”. Musk se ha convertido en un influencer político a escala planetaria que apoya, sin reparos, propuestas neofacistas que se parapetan tras la palabra libertad. Los discursos de odio, que son el sustento del fascismo, continuarán instalándose sin ningún control en nombre de la libertad.


lunes, enero 13, 2025

Notas de lectura II

Monólogo del dolor sin tregua

 

Mi pe(o)rversión, de Marialuz Albuja, es una novela breve, dura y dolorosa, que no da respiro, estructurada como una puesta en escena en el que una hija protagoniza una diatriba contra la madre y, al mismo tiempo, se ve a sí misma en una encrucijada vital. Por su lado, la madre confronta con su propia voz a la hija en un enfrentamiento despojado de piedad. Los reclamos de ambas están cargados de odio: la hija, que resiente lo que considera el abandono de su madre; la madre, que juzga como un fracaso toda la vida la de su hija. El lenguaje de la novela está marcado, en momentos climáticos, de una intensa como desgarradora poesía con el que la narradora protagonista explora la culpa propia, su infelicidad, el fracaso amoroso y la conflictiva relación con su madre. La dureza sin matices atraviesa el texto de principio a fin. Al comienzo de la novela, la hija contempla a su madre, que ha muerto, con una mirada cruel frente a la mujer que no fue capaz de pronunciar el nombre de la hija con amor: «Mamá con los ojos desorbitados y el vómito sobre la túnica escogida para la muerte. Majestuosa, grotesca, mamá, pintura medieval para el desgarramiento. Dos bolas blancas sus ojos […] Yo el peso muerto que la arrastró a fondo de agua»[1]. A la protagonista la envuelve el fracaso de una vida triste, sin alivio: odia a la madre, sus relaciones de pareja terminan mal, no concluye sus estudios, su vida laboral es precaria, el cáncer la amenaza, ella misma está envuelta por el caos de la depresión. Esta novela de tan dolorosa trama, conectada con la poesía de su autora[2], se sostiene en el esplendor de su escritura, en la meditación a la que obliga a sus lectores: «Y en el fondo hay silencio. Es allí donde el mundo se vuelve lenguaje» (60).

 

 

Una indagación sobre la vida de Kafka

 

Las palabras del aire vacío, de Jeovanny Benavides, es una novela biográfica sobre Franz Kafka en la que la oposición de la vocación literaria del protagonista se enfrenta a los rígidos cánones familiares, la esencia burocrática del mundo del trabajo y a la dificultad para la vida feliz con las parejas amorosas. En la novela, que ganó la I Bienal de Narrativa Eliécer Cárdenas Espinosa, la vida de Kafka está signada por una interrogante que también atraviesa su obra literaria: «¿Y si todo lo que vivimos es una ficción, un gran teatro del absurdo recreado en las pesadillas de un Dios loco y enfermo?»[3]. El autor confronta el fracaso de las relaciones amorosas de Kafka con la necesidad de realizar su vocación literaria y la literatura, entonces, se convierte en la excusa para su incapacidad de construir relaciones de pareja: «Cada vez que comprometía el corazón dejaba de escribir. ¿No era acaso a señal que tanto esperaba para saber que no estaba hecho para el amor?» (149). Lamentablemente, las mujeres que amaron a Kafka, en esta biografía novelada, pasan por su vida como personajes secundarios y planos. La omnipresencia del padre en la vida de Kafka está bien lograda en el texto de Benavides y su relación conflictiva y cargada de odio llega a un momento climático cuando Kafka, en la estación de Praga, vomita sangre encima de su padre. Al verlo bañado de pies a cabeza le dice, repitiendo las palabras que, minutos antes, Hermann le había dicho luego de reprocharle su relación con Milena: «¡Mírate ahora, pobre infeliz, mírate cómo estás! Adiós, padre mío» (155). La novela, que da cuenta de una valiosa investigación bibliográfica, tiene un tono narrativo fluido y es de lectura placentera, aunque la propuesta biográfica que desarrolla es tradicional y mantiene los tópicos ya conocidos de la vida y obra de Kafka.

 

 

Historia de amor y desamor en una sociedad patriarcal y homofóbica

 

Corazón en bandolera, de Silvia Vera Viteri, es una novela breve sobre el amor y el desamor que desarrolla situaciones conflictivas sobre la ruptura de la pareja; está enmarcada en los prejuicios sociales ante el amor lésbico y en la existencia de una estructura de justicia patriarcal alrededor de la institución del matrimonio. La novela cuenta la historia de Tamara que, casada con Xavier, que ha sido su enamorado desde los años colegiales, termina su matrimonio al encontrar un amor diferente y libre con Muriel, una exitosa empresaria española. Tamara se rompe anímicamente cuando Xavier la acusa de abandono del hogar y pretende quitarle la custodia de sus dos hijos Adrián y Juliana. Tamara, por tanto, se tiene que enfrentar a la incomprensión familiar, al abandono de los amigos y a un juicio de divorcio en donde tiene todas las de perder, aunque cuenta con aliados como su hermano Antonio, un par de amigos y la militancia feminista de su abogada. La novela, cuya verosimilitud es consistente, está narrada con una voz narrativa omnisciente que cuenta la historia de un modo tradicional y que, algunas veces, se excede en la explicación de los sucesos con información de referencia que no contribuye al conflicto novelesco. La primera parte se abre con un momento intenso de la trama que es la audiencia de mediación, pero luego la tensión narrativa se diluye al describir la historia familiar y otros acontecimientos que poco contribuyen al conflicto novelesco. La segunda parte, en cambio, concentra el conflicto y eleva la tensión novelesca, aunque a ratos el tratamiento asume el lenguaje del melodrama. La cortísima tercera parte, casi un epílogo, es un cierre equilibrado del conflicto y un final esperanzador. Tamara ha reflexionado, capítulos atrás sobre su amor por Muriel: «Mi amor por Muriel es intenso, dulce, profundo. La vida por propia que sea no la hacemos solos, somos entre todos hacedores de nuestras vidas, en ese espacio soy un ser renacido. La libertad que hoy conozco iluminó su amor. Soy libre por eso la amo»[4]. Corazón en bandolera, título tomado de un verso de una vieja canción de Salvatore Adamo, es la historia de una mujer que expone su espíritu, sus sentimientos y su sexualidad y afronta las consecuencias de su libertad para amar.

 


[1] Marialuz Albuja, Mi pe(o)rversión (Guayaquil: UArtes Ediciones, 2024), 12.

[2] Me refiero a la sección «Autorretrato» de su estremecedor y hermoso poemario Doble filo (Sevilla: Editorial Renacimiento, 2023). Un texto que se comunica directamente con la voz narrativa de la novela dice: «esta que quiere envenenar a las palomas / soy / la peorversión de mis versiones / única forma de salvar lo que se pueda / aunque después nadie me invite a su banquete / porque escupí en la perfección del día» (23).

[3] Jeovanny Benavidez Bailón, Las palabras del aire vacío. La novela de Kafka (Cuenca: UCuencaPress, 2024), 143.

[4] Silvia Vera Viteri, Corazón en bandolera (Quito: El Ángel Editor, ¿2024?), 115.