José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, agosto 19, 2024

«Diario de un loco», de Sarao: treinta años de un Gogol en deslumbrante clave local

María Sacoto (Marva) y Lucho Mueckay (Ausencio González y Chiriboga) en Diario de un loco, de Nicolai Gogol, adaptado por Lucho Mueckay. Teatro Centro de Arte, 17 de agosto de 2024. (Foto: R. Vallejo, 2024)
            En la última entrada del Diario de un loco (1835) de Nicolai Gogol (1809-1852), la del día 34 de febrero de 343, el narrador protagonista Aksenti Ivanovich Poprishchin se quiebra en su locura y todo lo que habíamos leído como farsa se convierte en una tragedia: el destino de Poprishchin, desde un comienzo, es sumirse en la locura total, y su invocación a la madre es el llamado desesperado al único ser que le queda, aunque ella ya no puede salvarlo. En la deslumbrante adaptación de este clásico ruso, que, desde hace treinta años, Lucho Mueckay ha interpretado en clave local, esta última escena es estremecedora y condensa el dolor que el personaje sobrelleva en su mente desquiciada: el humor, a lo largo de la obra, nos prepara para este instante trágico: la locura del burócrata Ausencio González y Chiriboga es también el símbolo de la insania social en la que vivimos atrapados.

           

Estreno en el Teatro del Ángel, 1994. Foto de Joshua Degel.
En 1994, la Asociación Cultural Sarao estrenó Diario de un loco con Lucho Mueckay, como Ausencio González, y Tani Flor, bailarina y maestra de danza de Sarao, en el papel de Marva. Desde entonces, la obra ha tenido más de 200 representaciones y varias actrices han interpretado a Marva: Michelle Mena, Camila Moncada, Marina Salvarezza, en 2019, por los 30 años de Sarao, y Steff Alarcón, en 2023, por los treinta y cinco. El sábado 17 de agosto, en el Teatro Centro de Arte, de Guayaquil, en el marco de las Jornadas Culturales Theatertage, del Centro Cultural Ecuatoriano Alemán, con el auspicio del Goethe-Institut, de Alemania, Diario de un loco fue nuevamente representada. En esta oportunidad, Lucho Mueckay trabajó con María Sacoto, en el papel de Marva, un dúo actoral con mucha química en la escena.

            La adaptación de Diario de un loco hecha por Lucho Mueckay no solo le imprime actualidad al tiempo que respeta el sentido del relato original de Gogol, sino que, además, introduce un par de escenas que refuerzan el humor y el papel del arte y el artista en medio de la locura. Una de ellas, es la que muestra a Ausencio como diputado del Congreso, quien ofrece un hilarante discurso que mezcla con maestría el enredo amoroso de la obra y una fina crítica a la política local. La otra escena es aquella en la que Ausencio y Marva se involucran en un diálogo sobre la libertad del arte y los artistas, muy similar a la libertad expresiva de los locos.

Asimismo, Mueckay ha desarrollado al personaje de Marva, que en el cuento es apenas mencionada, de tal forma que fortalece el conflicto del protagonista y la tensión dramática. En la adaptación teatral, Marva es la enfermera que representa, al mismo tiempo, la represión institucional sobre la locura y también el surgimiento espontáneo del amor; el cansancio producido por un trabajo violento y la ilusión de compartir un momento de lucidez afectiva. A través del personaje de Marva asistimos a una mezcla de conflictos emotivos que contribuye a redondear el tratamiento del tema de la locura y que permite un juego escénico más complejo entre los dos personajes de la obra.

Mueckay, como Ausencio González, logra una visión crítica sobre la burocracia, el mundillo político local y la alienación de las personas que medran de él. (Foto: R. Vallejo)
            Entre el espíritu del burócrata ruso Poprishchin y el del burócrata ecuatoriano Ausencio González no existen más diferencias que la época de los sucesos. La locura parecería ser el estado natural de un sistema social y político que enajena a todos y que se reproduce con la insania que, estructuralmente, subyace en él. Las relaciones serviles del poder, los abismos de clase y el absurdo de una existencia marcada por la alienación laboral son diseccionados con el afilado bisturí del humor. Uno de los méritos de la adaptación de Lucho Mueckay es haber conseguido una versión tan nuestra y tan actual de Diario de un loco y, al mismo tiempo, tan exacta a la obra de Gogol en su visión crítica de la burocracia, del mundillo político y la alienación de los seres humanos que medran en él. Otro mérito es el de haber dotado de una presencia conmovedora a un personaje cuyo monólogo discurre entre las disparatadas elucubraciones sobre perros que se escriben cartas, la ocupación del trono de España como Fernando VIII y agudas reflexiones sobre la alienación de la política.

La función del sábado 17 de agosto de Diario de un loco, con sala llena, fue deslumbrante: Lucho Mueckay hizo de Ausencio González un loco encendido que busca la libertad en la luna llena, en los pajaritos de esponja como guirnaldas de un paraguas agujereado, en la ilusión de volar; María Sacoto hizo de Marva una enfermera que contempla a Ausencio con los ojos ilusionados del amor y la mirada violenta de la represión institucional. El público pasó riendo a carcajadas de los delirios del burócrata y estremeciéndose hasta las lágrimas con la locura irredenta de Ausencio González.