José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).
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lunes, julio 18, 2022

«El cielo de Sant’Angelo» en «Poéticas de Guayasamín»

Castillo de Sant'Angelo, en Roma. Intervención de los artistas Adriana Ríos y Juan Carlos Fernández sobre una foto de Raúl Vallejo tomada el 7 de septiembre de 2019. Este es el texto que abre Poéticas de Guayasamín.

El cielo de Sant’Angelo

 

—Madre, no me encuentro con el color para mi cielo. Demasiada agua en los pinceles le quita luz y solo consigo pintar un atardecer deslucido. Madre, no me encuentro con el color que me busca desde un cielo extranjero.

         Dolores, la madre de preñez continua —ella amamanta a René, el sexto de los diez hermanos que serán—, se lleva la mano a su pecho y con sus dedos exprime el pezón rebosante. Vierte la leche materna en un platillo de barro para que el aprendiz de siete años remoje en ella las cerdas de su pincel sediento de luz.

         La leche de la madre de todos los tiempos, la dadora de vida; aquella pagana que originó la eternidad estrellada de la Vía Láctea; el chorro virginal que otorgó el don de la elocuencia a San Bernardo; la leche de mamá Dolores, que bañó de luz el pincel pueril de su hijo.   

         Se enciende el firmamento que ilumina aquel castillo de postal. El niño copista se aplica sobre la luz romana del atardecer. Desde ese momento, el artista habrá de sentir, cada vez que empiece un cuadro, que vuelve a la infancia de su propio espíritu.

         —Mira, madre, me encontré con una mezcla de naranjas y arcilla.

         —Piel de naranjilla.

El cielo de Sant’Angelo adquiere el color exacto del amor de la madre.

 

 

Prefacio

 

El 6 de julio de 2019 se cumplieron cien años del natalicio de Oswaldo Guayasamín. Si bien existe abundante bibliografía sobre su pintura y el lugar que ocupa en la tradición de la plástica ecuatoriana, en este libro me he aproximado a la obra del artista desde una perspectiva diferente y novedosa: una mirada poética que atraviesa de manera transdisciplinaria la significación cultural de la obra de Guayasamín.

Con ese marco, mi investigación académica ha desembocado en un texto de escritura transgenérica que combina poesía, microrrelato, biografía, ensayo, crónica, etc. Al mismo tiempo, la escritura dialoga, en todo momento, con una imagen fotográfica diferente a la tradicional reproducción de los cuadros del artista. Para escribir este retrato literario de Guayasamín he recurrido a libros especializados y noticias de prensa, así como a la realización de fotografías de las obras, con las que mi escritura dialoga, en su contexto museográfico o cultural. Las fotos fueron tomadas especialmente para este libro con la finalidad de complementar el concepto artístico y poético del mismo.

Investigué en el archivo hemerográfico, desde 1939, cuando Guayasamín participa en una exposición colectiva de los alumnos de Bellas Artes, en Quito, y su cuadro Cosecha es elogiado en una reseña periodística, hasta 1999, año de su fallecimiento. Asimismo, seguí la evolución de su obra en la bibliografía citada al final, a partir de la cual elaboré una cronología comentada de los momentos relevantes de la vida y obra del artista.

Mi primer agradecimiento es a la Universidad de las Artes, de Guayaquil, en la persona de su rector, William Herrera, pues este libro es el resultado de un proyecto de investigación personal que se propuso como resultado un texto artístico y literario y no un artículo académico. Asimismo, agradezco a Verenice y Pablo Guayasamín por haberme brindado las facilidades con las que me moví en los diferentes espacios de la Casa Museo y de La Capilla del Hombre; a Martha Manzano y Santiago Guayasamín, por su ayuda permanente durante mi búsqueda de libros y documentos de todo tipo en la biblioteca de la Fundación Guayasamín; a mis colegas, docentes artistas, Xavier Patiño, Adriana Ríos y a Juan Carlos Fernández, el Mago; a Xavier Lasso, director del Fondo de Cultura Económica, sede Ecuador, y a José Miguel Cabrera, director de la editorial de la Universidad de las Artes, por el entusiasmo para convertir mi escritura en el libro que ustedes tienen en sus manos. Finalmente, dejo constancia de mi gratitud especial a Jorge Medina por el extraordinario trabajo fotográfico que tuvo a su cargo y que es parte sustancial del sentido artístico de este libro: su ojo supo capturar el concepto que yo había tejido entre mi escritura y la imagen de la obra del artista.

En síntesis, Poéticas de Guayasamín propone una lectura —sostenida en la función lúdica de la literatura y en la diversidad textual de la escritura— sobre la significación cultural y artística de Oswaldo Guayasamín, un artista centenario en la historia del arte de nuestra América.

 

PS: El libro fue presentado en Guayaquil en Mz14, en la Universidad de las Artes, el jueves 14 de julio. El próximo jueves 21 de julio de 2022 será presentado en Quito, en el Centro Cultural Carlos Fuentes del Fondo de Cultura Económica. El acto se enmarca en la celebración de los siete años de establecimiento del FCE en Ecuador. La invitación es abierta a todo público:

 


 


lunes, noviembre 30, 2015

Los colores del llanto, la ira y la ternura


"Mientras viva siempre te recuerdo", en la sala central de la biblioteca Julio Mario Santo Domingo.

 “He pintado como si gritase desesperadamente, y mi grito fue sumado a todos los gritos que la humillación exprime, la angustia del tiempo que nos tocó vivir”, ha dicho Oswaldo Guayasamín (1919 – 1999).
La de Guayasamín es una obra artística que transita, en los primeros años (Huacayñán), por la vanguardia indigenista, evidenciado un aprendizaje que le viene de Picasso. Luego, una etapa que llevan en sí la fuerza demoledora de un trazo expresionista acoplado a un discurso potente de su plástica (La edad de la ira). Finalmente, en recuerdo de su madre, Guayasamín suaviza las formas, llena de luz y colores vivos la última etapa de su producción (Mientras viva siempre te recuerdo).
Instalando "De la ira a la ternura" en la Embajada de Ecuador.
El 1 de noviembre llegaron desde Quito cuarenta obras gráficas al auditorio de la Embajada. Al día siguiente, de 10 am a 8 pm, una parte de serie fue instalada en el auditorio de la Embajada. Esta serie gráfica denominada “De la ira a la ternura”, es exhibida desde el 3 de diciembre, ya completa, en el Centro Cultural Gabriel García Márquez.
El martes 3 de noviembre llegaron a la biblioteca Julio Mario Santo Domingo cuarenta y tres obras y el montaje se realizó durante todo el día, hasta las 2 de la mañana del día siguiente. El miércoles 4 llegaron a las 9 am, a la biblioteca Virgilio Barco, treinta y siete obras, y se trabajó en el montaje hasta las 6 pm.

Berenice y Pablo Guayasamín.
En los tres montajes estuvieron Berenice y Pablo Guayasamín, curadores de la muestra e hijos del maestro, quienes contaron para la instalación de las obras, con el trabajo del personal de Biblored y de la Embajada del Ecuador.
            Fue así como todo estuvo listo para que, del 5 de noviembre al 17 de diciembre, después de treinta años, una retrospectiva de la obra de Guayasamín haya visitado nuevamente Colombia. En esta ocasión, una alianza entre la Embajada de Ecuador en Colombia y la Alcaldía Mayor de Bogotá permitió que la obra del “Pintor de Iberoamérica” —según la declaración de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en 1999— se exhibiera como una contribución a la programación cultural de Bogotá Humana.

"Huacayñán" en la biblioteca Virgilio Barco.
             La primera etapa de la obra de Guayasamín es conocida como Huacayñán. Sobre esta palabra quichua, él ha dicho: “La traducción de huacayñán al español tiene varias interpretaciones. La más profunda, que me han dado los indios, es ‘el camino por el que camina la lágrima’, el pliegue del párpado inferior, antes de rodar por la mejilla”. Una muestra de treinta y siete cuadros se instaló en la biblioteca Virgilio Barco. A ella fue añadido un retrato que el maestro hiciera del ex presidente Belisario Betancur, en 1984.
En la biblioteca Julio Mario Santo Domingo, JMSD, fueron exhibidos un total de cuarenta y siete obras, pertenecientes tanto a La edad de la ira como a Mientras viva siempre te recuerdo. Un lugar destacado ocuparon los cuadros de gran formado de la serie “Mujeres llorando”. Se trata de un grupo de siete obras que, según la Fundación Guayasamín, “representa el sufrimiento del pueblo español durante su guerra civil. Cada familia perdió un esposo, un hermano, un hijo. En última instancia, solían ser las mujeres las que quedaban para lamentar su ausencia”.

"La edad de la ira", en la sala de exhibición de la biblioteca Julio Mario Santo Domingo.

De 1988 a 1998, Guayasamín pintó más de cien obras en memoria de su madre y, por extensión, como un homenaje a todas las madres: una obra simbólica de lo que para él fue siempre la defensa de la vida: “Mi madre era como el pan recién salido del horno. Me dio las dos vidas que tengo. Era y sigue siendo una tierna poesía”.

"Mientras viva siempre te recuerdo" en la  biblioteca Julio Mario Santo Domingo.

            El poeta chileno Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura, al reflexionar sobre La edad de la ira, nos advierte sobre una particular actitud espiritual frente a ella: “Pensemos antes de entrar en su pintura, porque no nos será fácil retroceder”.
Las cenizas del maestro —fallecido el 10 de marzo de 1999— descansan “en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro”, bajo el “Árbol de la Vida”, un pino plantado por el propio Guayasamín, quien profetizó: “Siempre voy a volver. Mantengan encendida una luz”.

"Huacayñán", en la biblioteca Virgilio Barco.