Descubrirte
perla del Guayas
mansedumbre de ría;
andas en manglar agreste,
bañada y cantora,
en la luz nocturna
de la noria del malecón.
Empaparme
en tu piel de aurora
plácida y libérrima;
refulges, perla,
húmeda y caliente
orgiástica y exultante
talismán de la razón.
Extasiarme
sensualidad de iguana
en tus ojos de cafetal;
existes, guayaquileña,
perla de fuego y tierra
por las calles guácharas,
en la flor del guachapelí.
Incendiarme
bajo soles de octubre
en hamacas de miel;
debo devolverte, perla,
a la profundidad de la ría,
tras el dulce cautiverio
de mi fiel libertad en ti.