Recreación de alcoba de mujeres y niños en la casa natal de Cervantes. |
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No
tenía título universitario, pero ejercía de zurujano,
por lo tanto, no era cirujano de academia,
sino cirujano de cuota. Rodrigo de
Cervantes se estableció en Alcalá de Henares, donde, en 1547, nacería su hijo
Miguel. La competencia entre los cirujanos de todo tipo era inclemente y, en general,
la mayoría de estos padecía pobrezas. En 1614, en El coloquio de los perros, Berganza le cuenta a Cipión que un
estudiante de Alcalá de Henares había dicho: «Que de cinco mil estudiantes que
cursaban aquel año en la Universidad, los dos mil oían Medicina», de lo que se
infería: «o que estos dos mil médicos han de tener enfermos que curar (que
sería harta plaga y mala ventura), o ellos se han de morir de hambre».
Botica de Rodrígo de Cervantes. |
En las afueras de
la casa, don Quijote y Sancho sentados en un poyo de cemento, invitan a los
turistas a tomarse la fotografía que subirán a su Instagram. ¿Cuántos habrán
leído El Quijote? Los dos personajes
protagónicos de El Quijote son tan
conocidos que los turistas hacen de cuenta que, con solo nombrarlos y recordar
unos molinos de viento, la lectura de la obra queda exonerada y lo que importa
es la foto.
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El patio del limonero y la fuente de la casa natal de Antonio Machado, en Sevilla. |
De
1919 a 1931, Antonio Machado vivió en Segovia. Llegó de cuarenta y cuatro años,
viudo, algo derrotado y enfermo, para desempeñarse como profesor de francés. Apenas
se instaló en la ciudad participó en la fundación de la Universidad Popular
Segoviana, actual Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. La casa donde
se alojó era una muy modesta pensión regentada por doña María Luisa Torrego y
conserva el mobiliario original que usó poeta, incluida la estufa que le regaló
su hermano Manuel. La guía cuenta que Machado solía dormir con la ventana
abierta y que, alguna mañana, doña María Luisa le preguntó por qué lo hacía: «Para
que salga el frío, señora», le respondió el poeta.
Habitación de Machado, en la pensión de Segovia. |
Muy
conocidos son los versos de Machado: «Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero». Ese patio y ese huerto
están situados en el Palacio de las Dueñas, en Sevilla, que hoy pertenece a la
Casa de Alba. En 1875, el padre del poeta, el folclorista Antonio Machado y
Álvarez, se mudó al palacio en calidad de administrador. Ese año, el 26 de
julio, nació el poeta. Machado nos lo recuerda en “Esta luz de Sevilla”: Esta luz de
Sevilla... Es el palacio / donde nací, con su rumor de fuente. / Mi padre, en
su despacho. —La alta frente, / la breve mosca, y el bigote lacio—». Uno pasea
por el patio, escucha el rumor de fuente, la fragancia de azahares, limoneros y
naranjos, todo lo inunda. Y la niñez del poeta emerge de entre toda aquella
memoria de azulejos y flores.
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Estatua de Platero con niños, en Moguer, frente a la iglesia de Nuestra Serñora de la Granada. |
«Cuando yo era el niñodiós / era
Moguer, este pueblo, / una blanca maravilla, / la luz con el tiempo dentro»,
escribió Juan Ramón Jiménez en un poema de 1953. Y cuando uno visita Moguer se
siente abrumado de tanta luminosidad y blancura. Juan Ramón y Zenobia Camprubí
viven en todo Moguer. De hecho, la calle donde queda la casa natal de Juan
Ramón lleva el nombre de Zenobia y la calle de la casa donde vivió la pareja
recibe el nombre del poeta. Y sendas estatuas de Zenobia y Juan Ramón están en
dos plazas principales de este pueblo engalanado de blanco luminoso.
Platero transita frente a la iglesia de Nuestra Señora
de la Granada; un niño camina junto a él, y una niña abre los brazos libres
sobre su lomo. Aquella iglesia y su torre fueron perennizadas en “Retorno”, el
capítulo XXII de Platero y yo: «Ya en la cuesta, la torre del pueblo, coronada de
refulgentes azulejos, cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto
monumental. Parecía, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia
de ciudades, aguarda como la primavera, encontrar en ella un consuelo
melancólico».
En la
casa-museo están reproducidos el estudio de Juan Ramón en Madrid y el propio de
esta casa. Los objetos son testimonio de la vida de aquel que dedicara su obra A la inmensa
minoría. Ahí están libros,
revistas, cartas, apuntes, borradores de poemas, y el alma impregnada en cada
pieza exhibida. Un silencio memorioso habita la casa y es como si el espíritu
del poeta se aferrase a las cosas para permanecer en la forma de tales cosas; ser
único, yo transparente, en la eternidad de la palabra poética.
El estudio madrileño de Juan Ramón Jiménez reproducido en la casa museo de Moguer. |
Todas las fotos fueron tomadas por Raúl Vallejo en noviembre de 2019.
Publicado en Cartón Piedra, revista cultural de El Telégrafo, 03.01.2020