Empecé la lectura de Animal,
de María Auxiliadora Balladares, mientras esperaba a que comenzara el programa
de presentación del poemario, el pasado jueves 18, en la Casa Carrión. Fue un
acto sobrio y, al mismo tiempo, cargado de afectos. Iluminadoras las palabras
de Gabriela Ponce sobre el poemario. Emotivos los agradecimientos de la poeta.
Fraternas las lecturas de los amigos que escogieron un poema, y explicaron el
porqué de la elección, para ofrecerlo al público.
No es la mirada humana sobre el animal. No es el animal humanizado. Es
la vida animal desde lo animal, pero no en el sentido de convertir al animal en
una esencia humanada, sino en la posibilidad que tiene la poesía para hacer de
la experiencia de la palabra poética una situación, un descubrimiento, un rumor
de imágenes. Todo ello, cubierto de un lenguaje sensorial que coloca al cuerpo
animal en movimiento vital y tránsito que nos convierte en azorados testigos de
otra vida.
En la primera parte del poemario, “Animal”, el yo lírico es el propio
animal: su mirada hacia lo humano, su experiencia del mundo, de la vida. En la
segunda, “Seguir al animal”, es la perspectiva hacia el animal, en una
cotidianidad en la que lo humano se enfrenta a la existencia de lo no humano, a
la historia animal. En la tercera, “Devenir”, está la fusión, la metamorfosis que
borra las fronteras entre lo humano y lo animal.
El poemario Animal también conjuga
de manera profunda la poesía con la ilustración de jóvenes artistas: Eduardo
Adams, cuya sugerente ilustración sobre “rata”, de trazo fuerte, sirve de
portada; Luiggi Raffo, que en su colorida, barroca, ilustración digital
desarrolla la polisemia de “Saltamontes”; y David Kattán, que cierra el libro
junto al poema “Hospital”, cuya ilustración, de poderoso expresionismo, conmociona:
“Los electrochoques harán su trabajo / Con atinados estímulos / Afinaré sus
torpes gestos / Le enseñaré a mirar siempre de frente”.
Un poemario de un enorme equilibrio en lo que atañe a la calidad de sus
textos. Más tengo mis favoritos. Los citados aquí, en primer lugar; además, “rata”
y su virulencia: “destrozo soy rata y el cartón me violenta / duermo se eriza
mi pelaje si sueño con miedo”; “la mariposa” y la fragilidad de la vida: “Yo me
quedé con polvo / de ala de mariposa en la mano”; la fuerza sensual y erótica
de “tres”: “Nada ha terminado / las mamas se desbordan […] Otra vez montar la
una a la otra”; la fusión en la presencia y en la ausencia del ser, en “animal”:
“vas cosido a mí / de adentro hacia afuera / o voy cosido a ti / sin que nos
demos cuenta”.
Animal, de María
Auxiliadora Balladares, es un poemario con un lenguaje sustantivo, sostenido en
pequeñas historias e imágenes sorprendentes. Su poesía desborda los sentidos de
la naturaleza para introducir la experiencia de la cultura en la visión poética
desde adentro y hacia el adentro profundo de lo animal.
PS: El epígrafe de Derrida: afortunadamente, la poesía se sobrepone al palabrerío
abstruso.
Balladares, María Auxiliadora, Animal. Quito, La Caída, 2017. 160 pp.
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