entre uno y otro la vida despierta
en las palabras medidas para cada taza.
En la borra del café primero leo enterrados
tantos lechos en los que soy olvido
despertares con el alma cercenada
cuerpos felices, yertos en la memoria.
Las tazas vacías sobre la mesa albergan
tanta piel desgarrada en cada derrota
confesiones paridas en primaveras dolientes.
Las tazas del segundo café aguardan
nuestras palabras ancladas en el fondo
de esa turbulencia secreta que nos asfixia.
Emergerán sabias, añejadas en tanta renuncia
dispuestas a la vida de otro café.
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