José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

domingo, abril 17, 2011

La demanda de Barcelona FC y la libertad de expresión

Sandro Rosell, presidente del Barça, no aceptó por insuficientes las disculpas de la cadena Cope y presentó la demanda contra ésta y el periodista Juan Antonio Alcalá

La noticia la encontré en las páginas deportivas pues suelo seguir a los equipos de quienes soy hincha. El viernes 15 de abril, el Barcelona FC, de Catalunya, presentó una demanda civil en contra de la Cadena Cope; demanda en la que reclama € 6’190.090 como indemnización por “intromisión ilegítima en el derecho del honor, derivada de las afirmaciones realizadas”. La demanda se origina por las afirmaciones vertidas por el periodista Juan Antonio Alcalá en el programa “El partido de las 12”, el 13 de marzo pasado, “en las que vinculaba a los deportistas y médicos del club con prácticas de dopaje”.

Se trata, por tanto, de un programa de opinión deportiva bajo la responsabilidad de un periodista cuyos comentarios generaron una demanda en contra de la cadena radial para la cual trabaja. ¿Atenta la demanda del Barcelona FC contra la libertad de expresión? De ninguna manera: la libertad de expresarse implica la responsabilidad total por lo expresado. ¿Debió el Barcelona FC ajustar su demanda en contra del periodista Alcalá y abstenerse de extenderla a la cadena Cope? No, porque la Cadena no ha dado las satisfacciones del caso al club y, en la práctica, ha respaldado al periodista. ¿Tenía que aceptar que, sin pruebas, se acusara al club de dopaje en nombre de la libertad de expresión? Tampoco; si no ponía la demanda, entonces, los enemigos del club, que no faltan en estas lides, hubiesen tomado lo dicho por el periodista en la radio de la cadena Cope como una verdad sin discusión.

Esta no es la primera vez que el Barcelona FC demanda a un medio. En el 2006, el periódico Le Monde y el periodista Stéphane Mandard fueron condenados a pagar € 300.000 por la publicación de un reportaje difamatorio que dañó la imagen del club al vincular al Barça con prácticas de dopaje.

Yo creo que todo aquel que se sienta lesionado por una acusación sin fundamentos hecha por un periodista, bajo el disfraz de una opinión, tiene no solo el derecho sino también el deber de defender su honra. De ninguna manera me parece un atentado contra la libertad de expresión: por el contrario, creo que es un atentado a la libertad de expresión el sostener que se puede difamar impunemente cobijándose en una libertad cuya defensa real, en otras partes del mundo, le cuesta la vida a quienes luchan por ella.

domingo, abril 03, 2011

La hipocresía sobre Libia

¿En qué se parecen Nelly Furtado, Mariah Carey, Beyoncé y Sarkozy? En que todos se abrazaron con Gadafi. Las cantantes cobraron al menos un millón de dólares por presentación y ahora, compungidas y arrepentidas, no saben qué hacer con el dinero. Parecería que cuando ellas cantaron no sabían que Gadafi llevaba decenas de años en el poder y que no se distinguía precisamente por sus modales democráticos. Que las cantantes no lo supieran, vaya y pase aunque de ninguna manera la ignorancia en política internacional es una excusa para vender su canto a un dictador. Es que el dinero que Gadafi les pagó entonces no olía mal.

Pero que los jefes de Estado de las democracias occidentales hayan tenido a Gadafi como su aliado durante años y ahora lo repudien por dictador resulta una hipocresía supina. ¿Acaso no recibió la secretaria de Estado, Hillary Clinton a Mustasim Gadafi, uno de los hijos de Gadafi en la Casa Blanca? ¿Acaso no recibió Sarkozy al mismo Gadafi en los Campos Elíseos? Nuevamente estamos como con Irak: si un dictador se vuelve incómodo hay que apoyar a quienes quieren tumbarlo, más aún si el país que gobierna tiene petróleo.

“Lo primero que le pido a ese payaso es que devuelva el dinero a los libios. Le dimos esa ayuda para que actuara a favor del pueblo libio, pero nos ha decepcionado”. Eso dijo Saif al Islam, hijo de Gadafi, refiriéndose al presidente francés y a la supuesta financiación de su campaña electoral en 2007 a cargo del régimen libio. Sarkozy negó que haya recibido dinero alguno para su campaña electoral por parte de los libios y el hijo de Gadafi amenaza con enseñar las pruebas. Hasta que no las enseñe aquella declaración solo responde a la estrategia de desprestigiar al antiguo socio. Pero la reacción del hijo de Gadafi nos da la idea de la cercanía que el régimen libio creía tener con el gobierno francés.

¿Es Gadafi el único gobierno que no vive la democracia occidental en la región? Por supuesto que no. ¿Va a intervenir la OTAN en todo Medio Oriente cuando las protestas se generalicen? Los ciudadanos del mundo esperaríamos que no. ¿Tumbará la OTAN a las monarquías petroleras cuando éstas enfrenten a sus pueblos? Me imagino que una intervención de esta naturaleza no sería apoyada en el Consejo de Seguridad.

Obviamente, no estoy defendiendo ni menos apoyando la represión que realiza Gadafi contra un sector de su pueblo ni avalando las dictaduras. Pero en el mundo ya vivimos la invasión a Irak (a propósito… ¿dónde están las armas de destrucción masiva?) y fuimos testigos de quiénes se llevaron los contratos para la “reconstrucción de Irak”. Parecería que la actitud de las potencias sobre Libia es porque Gadafi resultó un aliado incómodo al que quieren destruir para asegurar el control de la producción petrolera y que la invocación a la democracia y a los derechos humanos es pura hipocresía.

¿Por qué no plantear una salida política que permita un verdadero alto al fuego? Hoy, por supuesto, nadie quiere hacer un alto al fuego porque aquello, desde la estrategia militar del régimen, de los rebeldes y de los invasores resultaría fatal para cualquiera. Haber dejado sin salida política a Gadafi es un error táctico que conduce a la OTAN a una guerra total y no solo a la creación de un espacio de exclusión aérea; aunque parecería que la intervención no se ha limitado al espíritu ni a la letra de la resolución. Por ejemplo, el embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozin, dijo que las acciones de la operación militar en Libia para sacar del poder a Gadafi exceden los marcos de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. El que las potencias se consideren “policía del mundo” resulta problemático a la hora de definir los alcances de la represión que ejecuta dicha policía, sobre todo porque los aliados de ayer son satanizados hoy.

Defender la vida es mucho más complejo porque implica una actitud permanente de construcción de la paz mundial y va en contra de reacciones guerreristas en momentos coyunturales bajo la invocación de los derechos de los seres humanos. Defender la vida empieza por el diseño y ejecución de un orden económico mundial más justo, por el compromiso inexcusable de solucionar pacíficamente los conflictos, por la promoción del diálogo en toda circunstancia. Probablemente me dirán: de acuerdo pero Gadafi estaba masacrando a su pueblo; mas yo pregunto: cuando las dictaduras militares del cono sur torturaban, desaparecían, asesinaban a su pueblo, ¿se le ocurrió a la policía del mundo intervenir en nombre de la democracia occidental y de la defensa de los derechos humanos?

El dictador Augusto Pinochet y el Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger

sábado, marzo 26, 2011

La maldición de Makanaki

Dicen que el camerunés Cyril Makanaki, que fue contratado por Barcelona en 1995, cuando se fue echó una maldición al ídolo por la negativa del club a pagarle salarios y liquidación que ascendían a 200.000 dólares. La maldición, según la tradición popular, consiste en que mientras no le paguen lo que él dice que el club le adeuda, Barcelona no quedará campeón. La maldición, para los que creen tales cábalas, habría comenzado en realidad después de 1998, pues en 1997 Barcelona quedó campeón por última vez y al año siguiente alcanzó el vice campeonato de la Libertadores.

No se requiere ser especialista en fútbol para entender que un equipo recién armado, con técnico nuevo, con jugadores que empiezan a conocerse, no puede igualar de la noche a la mañana a otro que viene jugando como conjunto cuatro años atrás. Rubén Darío Insúa, como técnico, llevó a Barcelona al vice campeonato de la Libertadores de 1998 e hizo al Deportivo Quito, con problemas institucionales enormes, bicampeón nacional.

En el fútbol de hoy no existen soluciones mágicas: viene un nuevo técnico y necesitará tiempo para que el equipo juegue como él piensa que debe jugar; los jugadores deben conocerse para construir un conjunto y no individualidades con más o menos historia personal. Los hinchas esperamos que a Alex Aguinaga no le pidan el milagro de encontrar los huesitos enterrados por Makanaki desde el primer partido.

Trabajo con las divisiones de menores para crear la cantera de jugadores necesaria para los recambios, profesionalismo gerencial en la toma de decisiones sobre jugadores y cuerpo técnico, convocatoria a la hinchada para que aporte económicamente al club de manera regular, planificación al mediano y largo plazo, etc. Por supuesto que no estoy descubriendo el agua tibia: son los asuntos básicos que hoy día desarrollan los clubes que se mantienen en los primeros sitiales. En nuestro país, LDU de Quito es ejemplo impecable de un equipo conducido profesionalmente y los resultados están a la vista. Pero mientras Barcelona sea gobernado por un grupo de entusiastas —y nadie niega que sean hinchas de corazón igual que los de la Sur Oscura— que actúan como animadores de barras bravas y no como gerentes profesionales la crisis continuará.

La maldición de Makanaki no está en supuestos huesitos enterrados en el Monumental ni tiene la contra en la contratación de la Virgen de la Dolorosa como, para vergüenza ajena, anunció a comienzos de año el presidente del club. La maldición de Makanaki perdurará mientras Barcelona sea un equipo manejado por dirigentes que lo primero que piensan es en hacer carrera política usufructuando de la hinchada, que creen que una institución se dirige con el hígado y no con una planificación trabajada racionalmente, que carecen de la visión profesional que exige el fútbol de hoy y que pretenden armar un equipo en base a corazonadas o caprichos que responden a un malentendido ejercicio de la autoridad.

Si existe, la maldición de Makanaki está en el tipo de dirigentes que hoy conducen a nuestro Barcelona. Para consuelo de los que somos hinchas del Ídolo del Astillero, nuestra “sucursal en ultramar” cosecha todos los títulos posibles en el planeta tierra con el fútbol más alegre que se pueda ver en estos tiempos.