José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

martes, marzo 25, 2008

Missa solemnis o la fe agónica en la poesía de Raúl Vallejo


Los cantos son glosa, reescritura y una muy actual reinterpretación de textos bíblicos y litúrgicos

Por Diego Araujo Sánchez, Subdirector Editorial de HOY. Sábado 22 de marzo de 2008

La obra se abre con un canto de alabanza, el Salmo 150 del "Libro de Salmos" de la Biblia y se cierra con la reescritura de ese canto, desde el aquí y ahora de la voz del poeta, con un timbre que recuerda los Salmos del nicaragüense Ernesto Cardenal. Siguen después el Magnificat y las secuencias canónicas de la Misa: Kyrie, Credo, Sanctus, Padrenuestro y Agnus Dei, y otro grupo de poemas en "Las siete palabras de Cristo en la cruz" y, para concluir la obra, el Stabat Mater y la "Resurrección y ascensión de Cristo, según el Evangelio apócrifo de María Magdalena".

Es clara la voluntad de composición del conjunto del libro, según señala Manuel Corrales en el análisis introductorio al libro. Es significativo que, en el canto inicial y los dos grupos de poemas con los cuales concluye la obra, el yo poemático corresponda a voces femeninas, la de la Virgen María del Magnificat y la de la misma madre junto a la cruz, y la de María Magdalena, desde cuya mirada se registra la resurrección y ascensión de Cristo. Esa visión femenina remite a un motivo clave del libro: la exaltación de la madre, la victoria de la mujer sobre el dolor, la fecunda capacidad de este amor pleno y generoso, su poder germinativo que perpetúa la vida. Los poemas de Raúl Vallejo son reinterpretación, glosa, escritura sobre escritura, a partir de la Biblia y la tradición litúrgica. Más allá de este referente que condiciona el lenguaje poético de Missa solemnis, los poemas nos remiten a una fe agónica, en el sentido etimológico y unamuniano de agonía: lucha, combate. No son cantos piadosos los de Vallejo. Así, por ejemplo, el poema inicial del "Gloria" invierte la alabanza al Dios en las alturas y expresa la ausencia, el vacío o el silencio de Dios en el mundo ("Tu mudez es un trueno que me aterra/ responde a la plegaria de tus hijos"). En la visión de yo poemático, se expresan dos dimensiones: una metafísica y existencial, con el motivo de la transitoriedad humana o el de la experiencia vital como peregrinaje, que señala también como motivo central del libro Manuel Corrales; y otra dimensión colectiva y política, en la cual los males sociales se materializan en el Imperio.

No sobresale el lenguaje poético por la eufonía y musicalidad; tampoco por una profusa sensorialidad de las imágenes; es lo conceptual la fuente de intensidad de ese lenguaje, y son las desviaciones de los textos bíblicos o litúrgicos de los que proceden los cantos los principales sustentos de esta poesía. La intensidad de aproximación a lo sagrado fluctúa entre dos extremos: la desolación del hijo en la cruz y, allí mismo, la fortaleza de la madre, "el rayo que rasga la tiniebla".

domingo, marzo 09, 2008

Transfiguración de cobre en blanco

(Motivo sobre un cuadro de Edgar Carrasco)

Por Raúl Vallejo








Moraba en tierra milenaria con sueño de espantamiento.
Sin historia ni cataclismos ni dioses que me identifiquen.
¡Oh tiempo del silencio y la materia silente!
¡Oh rastro sin rostro y volcanes de llamavientos!
Soy la entraña vida de meandros y caminos sinuosos.
Soy el surco que arado alguno habrá de señalar.

Después han sido en mí las mutaciones.
Contacto del drama que sepultó el futuro en la minasorda.
¡Oh quebrada de seres anónimos que van haciendo el poema!
¡Oh risco del riesgo y barrancos de vértigosiesta!
Existo en la posibilidad de cuencas vaciadas y llantosdesgracia.
Existo en los sueños de un par de manos sacrificadas.

¿Qué me aguarda en la nueva esfera de mi existencia?
¿Qué soy ahora que no soy olvido en medio de la tierra?
¿Dónde existo si la memoria avanza petrificada y luego estalla?
Manos, ácido, largaesperas.
Quietud, neuronas, humanocontacto.
Dioses del incesto,
Antropófagos del siglo XX y los neutrones:
Heme aquí,
Para castigo de la soberbia
Y permanencia de la pazvida,
Cobre transfigurado en blanco.

Segundo Premio en el Concurso Nacional de Poema Mural “Fundación de Guayaquil”, 1986

sábado, marzo 08, 2008

Hacer el amor con amor


Por Raúl Vallejo


Paradigmático libertino del siglo XVIII, el marqués de Sade, de quien Apollinaire dijo que era el “espíritu más libre que haya existido jamás”, planteó a lo largo de sus escritos la ausencia de límites en la experiencia de lo sexual. Han compartido tales ideas, desde los hedonistas de las civilizaciones antiguas hasta los feligreses del new age, que practican un libertinaje light. La definición de dicha búsqueda implica necesariamente impedir la presencia del amor en la práctica del sexo.

El sexo a través del perfeccionamiento de la gimnasia erótica de los cuerpos, efectivamente, nada tiene que ver con el hecho de estar enamorado. El psicoanálisis de bolsillo ya nos enseñó que el funcionamiento inconsciente de la libido y que la pulsión constante del deseo nos avergonzaría ante el prójimo cercano si quedara en evidencia. El amor, entonces, sería tan sólo una sublimación de la lujuria natural del ser humano que la moral católica condena como uno de los pecados capitales.

Pero en medio del sudoroso jadeo de los cuerpos y la realización de cualquier fantasía erótica por descabellada que parezca a la represión atávica que existe en todos, el almizcle del amor que emana del roce encendido de la piel de los amantes actúa como un afrodisíaco más poderoso que la raíz de ginseng o que un ceviche que combine concha, pulpo y calamar o que el famoso caldo guayaquileño de “vena de toro”. Creo que los afrodisíacos, incluso, surten mayor efecto cuando están combinados con las pulsiones interiores de aquella víscera que representa al amor y que cuando deja de funcionar es porque ya estamos muertos.

Las palabras dulces y las expresiones procaces que los amantes suelen decirse en medio del éxtasis, suenan como un parlamento inauténtico recitado por malos actores cuando están vacías de amor. Las palabras que utilizan quienes se aman durante la excitación sin tregua de su intimidad traspasan las técnicas que divulgadas por las versiones populares del Kamasutra. Las palabras que se dicen cuando ya los cuerpos reposan complementan el placer con el placer de la ternura.

Y, por supuesto, están los besos. Largos y húmedos besos. Labios que se someten a los mordiscos de la pareja e intercambio exultante de lenguas ansiosas. Morosos besos en la piel abierta que van señalando rutas que conducen a placeres que siempre descubren alguna arista inédita. Los besos cargados de amor son más poderosos que los recursos circenses de ese clásico del porno duro que es “Garganta profunda”. El beso de los que se aman convierte a las bocas en imanes que acercan los cuerpos de manera irresistible y exacerban los sentidos.

No podría plantear que carezca de placer la realización del acto sexual con alguien por la pura exacerbación de la libido pues caería en una insufrible mojigatería; solamente digo que el sexo multiplica su goce, incluso más allá de los argumentos físicos y técnicos, cuando el amor provoca y mantiene la estimulación erótica. Es decir, cuando se hace el amor con amor.

Santa Ana de Nayón, 15-05-05