Publicado en El Telégrafo, lunes 6 de julio de 2009
…o sea que finalmente te fundiste a la tierra del paisito para siempre [canto de un yaraví, tus cenizas acurradas en una vasija de barro: “mi tierra ha de ser mi casa, / sembrar estrellas mi oficio.”] y la dejas impregnada de tu palabra desnuda [lúcida consciencia ética y estética de nuestra América] patria del lenguaje de identidad plural y múltiple [no te rindas, lector, continúa por estos meandros antes de pasar al artículo vecino] …o sea que “la muerte, en fin de cuentas, es la sanción por la belleza del estilo, por haber llamado la atención hacia tu combate individual y además con un traje diferente,” pero tu escritura es tu vida que permanece: “Polvo de un lenguaje que vino a dejar sus restos, / ceremonia ritual de la lengua en el subterráneo sonoro de la nada, / silencio que sacrílego rompo con esta palabrería” ...o sea que tu muerte es sólo un (pre)texto para celebrar el texto definitivo de ti mismo.
jorgenrique adoum (Ambato, 29 de junio de 1926 – Quito, 3 de julio de 2009) creía que “el enemigo fundamental de todo escritor son las palabras; contra ellas y con ellas debe combatir”; por eso su literatura es el espacio de un lenguaje viviente que buscó desde un principio nuevas formas de decir: “No era sólo la aventura. El hogar es una prisión y la cárcel / otra forma de certeza”, ya sea por el encuentro festivo con la quiebra de la palabra: “te número te teléfono aburrido / te direcciono (callo caso y escalero) / y habitacionada ya te lámparo te suelo”; ya por la imagen sorprendente: “Teje, viuda de dios, casi araña, tu tela de guerrera sosegada, / atrapa para siempre ese amor que pasó entre tus sábanas.” Y, en ese lenguaje llevado al extremo de sus posibilidades de significación, su ética de punzante consciencia de los límites propios siempre estuvo presente: “ustedes presabían (como todo) camaradas / que iba a ser un espécimen de intelectual podrido / porque escribo en lugar de componer-el-mundo entre dos tintos.”
ah, y el amor tam. “Lo que más me gusta de ti, dijo Bichito, es que desnudo sigues siendo el mismo.” Búsqueda de siempre de lo auténtico en sí mismo: “Yo entro. / Me veo al que fui hace tiempo, / Me espera el que soy ahora. / No sé cuál de los está más viejo”; en la historia del paisito: “Es un país irreal, limitado por sí mismo, / partido por una línea imaginaria”; en la relación [corazónmente reflexiva, celebratoria de la piel, abisal] de un hombre y una mujer: “madrúgame mañana para reamarnos / y rehacernos emparejados el cuerpo / antes de que el día nos desdoble.”
jorgenrique adoum, maestro del lenguaje convertido en un territorio de exploración infinita, nos hizo los lectores que somos, los escritores que queremos ser siempre, los creyentes de un país “donde seamos capaces de mirar por sobre el hombro la ruina que queda a nuestra espalda, y construyamos un paisaje luminoso para todos”; pero sobre todo nos enseñó, con su literatura, la complejidad de la palabra poética, la ética profunda de lo humano y lo doloroso de ser uno mismo.
Santa Ana de Nayón, 04.07.09