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Jorge Velasco Mackenzie (1948-2021) (Foto: Durán, 2020) |
Marcelo Báez Meza que, además de ser un escritor de indispensable lectura es un aplicado y generoso editor, llevó adelante el minucioso y amoroso trabajo de compilación y estudio de la poesía de Velasco Mackenzie. En su texto introductorio —que es una versión ampliada de su discurso de incorporación como miembro Correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua— señala, entre otras conclusiones:
Los poemas de Jorge Velasco Mackenzie son manifestaciones de una misma búsqueda artística y personal, dos modos de explorar las mismas profundidades existenciales. Su obra es un buen ejemplo del profundo diálogo entre la poesía y la narrativa […] El legado de JVM como poeta es el testimonio de un escritor que quizás dejó de escribir poesía, pero que jamás dejó de inyectar lírica en su narrativa. (43 y 44)
Aparte de la reproducción íntegra del poemario incinerado acompañado de una reseña de Sonia Manzano, No tanto como todos los poemas incluye el conjunto «Manual de acción imaginaria» (1978), con el que JVM obtuvo el Segundo Premio del Concurso de Poesía Festival de las Artes Fundación de Guayaquil de dicho año y que apareció en el suplemento Tricolor de diario El Telégrafo, el domingo 6 de agosto de 1978. Asimismo, encontramos en el libro «Confesiones del ebrio inmortal», uno de los poemas más conmovedores y deslumbrantes de la poesía sobre el alcoholismo, que Velasco padeció. El poema fue publicado en la revista Uso de la palabra, en 1984, y años más tarde, Velasco lo incluyó en su novela Tatuaje de náufragos (2009). Hay también algunos poemas que son parte de La casa del fabulante, novela en la que ficcionaliza su experiencia en un centro de rehabilitación para alcohólicos. El libro también entrega «Manual de vidas tatuadas» un poema inédito, de más de 800 versos de arte menor, de tema amatorio. Finalmente, este libro incluye dos reflexiones de JVM sobre poesía: la una es su prólogo para la antología Colectivo (1980), en la que JVM reunió una muestra de veinte años de poesía ecuatoriana (1960-1980) y, la otra, un estudio en tres partes sobre la poesía de Hugo Mayo.
Mi contribución es el posfacio «Tambores para una poesía perdida», en el que a partir del relato de la búsqueda de un poema perdido de JVM, comparto mi lectura sobre su poesía. El poema extraviado es aquel con el que Velasco Mackenzie ganó el primer premio del Concurso Nacional de Poema Mural, organizado por el Patronato de Bellas Artes, del Municipio de Guayaquil, en 1975. El poema y el cuadro del pintor Jorge Arteaga González (1950) eran de tema erótico, pero tampoco el pintor tiene una foto del cuadro con el texto. La obra debió ser parte de la reserva del Museo Municipal, pero, lamentablemente, al igual que la casi totalidad de los cuadros premiados de dicho concurso que tuvo al menos veinte convocatorias, ha desparecido.
Hacer una hoguera con los ejemplares de su poemario es un gesto similar al de Medardo Ángel Silva que incineró la edición de El Árbol del Bien y del Mal al comprobar que no se había vendido un solo ejemplar. Las razones de Velasco para destruir los ¿300? ¿600? ejemplares de Algunos tambores que suenen así no están claras, pero lo cierto es que, hoy día, los ejemplares de este libro son inencontrables. Por ello, No tanto como todos los poemas, de Jorge Velasco Mackenzie, es una joya literaria que, al reunir su poemario incinerado y sus poemas dispersos, complementa la bibliografía de un autor que hizo de la literatura una militancia vital en el arte de la escritura.
[1] Jorge Velasco Mackenzie, No tanto como todos los poemas, introducción, compilación y notas de Marcelo Báez Meza y posfacio de Raúl Vallejo Corral (Quito: Báez Editores / Academia Ecuatoriana de la Lengua, 2025). La presentación, el viernes 19 de septiembre, estuvo a cargo de Cecilia Ansaldo Briones, Marcelo y yo.
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