José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, agosto 18, 2025

El diálogo democrático es imposible en las redes sociales

           

Imagen generada con CrAIyon
            Uno se imaginaba que una red social se transformaría en una comunidad que compartiría opiniones diversas, que debatiría con respeto diferentes puntos de vista, que buscaría construir acuerdos para la convivencia democrática de una sociedad. Lamentablemente, en lugar de la optimista promesa de la democracia liberal, y a pesar del esfuerzo de algunos individuos que tuitean con responsabilidad, las redes sociales, particularmente X-Twitter, han devenido una especie de circo romano en donde quienes hacen uso de la palabra gritan para hablar, en donde pululan grupos de divulgadores asalariados para posicionar objetivos políticos de quienes los contratan y en donde existen activistas digitales disfrazados de periodistas que esparcen noticias falsas y granjas de troles que distorsionan el sentido mismo del diálogo democrático.

            El formato de X-Twitter, por ejemplo, no solo impide el diálogo democrático, sino que lo ha reventado. La virulencia del lenguaje ha reemplazado la sustentación de argumentos con fuentes y datos confiables, y las ideas se refuerzan con insultos. Por ejemplo, gente sin ninguna formación en derecho ha opinado sobre la existencia y los fallos de la Corte Constitucional adjetivándola con bajeza y confundiendo la gimnasia con la magnesia a la hora de endilgarle los males sociales a sus dictámenes. Con la invocación a la libertad de opinión, hay influencers que son todólogos y escriben, con dedos expeditos, sobre cualquier materia política, económica o social. Así, las teorías conspirativas sobre el origen y los famosos consejos para prevenir el contagio durante la pandemia de la Covid-19 causaron miles de muertos, pero quienes divulgaron tales mentiras siguen opinando con impunidad.

            En X-Twitter, la figura del influencer —que pulula en todas las redes sociales—ha desplazado a la del intelectual, cuya denigración es el objetivo mayor de una guerra cultural que, demagógicamente, ha transformado al estudio y la reflexión en defectos. Convertido en activista asalariado que se alimenta de likes y cobra por ellos, el influencer es un todólogo que opina con una suficiencia desvergonzada sobre materias que ignora, apelando al sentido común. En realidad, su sentido común está alineado a una agenda cuyos propulsores le pagan por cada tuit, ya sea en efectivo o en los beneficios económicos que genera cierto reconocimiento social y acceso al círculo de poder. En el caso de la Corte Constitucional, por ejemplo, él o la influencer que la denigra no conoce de derecho constitucional, pero recibe un libreto de sus patrones y se presenta como una voz ciudadana. Así, el poder político y económico que está detrás de una consigna evita el desgaste de su capital político que supone afrontar el debate y la pedagogía sobre un determinado asunto

 

Granja de troles de tecnología básica y antigua (tomada de X-Twitter)

 

             Lo más dañino del formato de X-Twitter, por su nivel de impunidad y posicionamiento social, es la proliferación de mercenarios digitales disfrazados de periodistas y la multiplicación de granjas de troles. Los mercenarios digitales tienen espacios de supuesto periodismo digital cuya misión es difundir noticas recargadas ideológicamente y presentarlas de la peor manera para los enemigos políticos, así como la dañina difusión de noticias falsas. Estos mercenarios están respaldados, la mayor parte de las veces, por granjas de troles que se encargan de posicionar sus mentiras y prejuicios. La granja de troles también se dedica a insultar a cualquiera que opine con racionalidad y, en general, sus insultos están cargados de racismo, aporofobia, misoginia y homofobia. Es el espacio ideal para los abusadores de toda laya. No les interesa el debate de las ideas, sino el posicionamiento de sus consignas.

              En el marco de la democracia liberal, las redes sociales y, particularmente el formato de X-Twitter, con la prevalencia de su lenguaje violento, sus influencers todólogos, mercenarios digitales disfrazados de periodistas y las granjas de troles, ha destruido el sentido del debate político y lo ha tornado imposible.


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