José María y Corina lo habían conversado en alguna de sus tardes de té y facturas: toda muerte engendra ausencias y cada ausencia es un pedazo de muerte que se adhiere para siempre a nuestra piel de solos.
(De El perpetuo exiliado, 2016).

lunes, febrero 03, 2025

¿Por quién voy a votar?

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El próximo domingo 9 tendrá lugar el proceso electoral para elegir presidente y asambleístas en Ecuador. Lo tengo que escribir así, solemne como redactor mal pagado de la prensa mercantil, porque quien no viva en mi país y mire los videítos promocionales de algunos candidatos en las redes sociales podría pensar que se trata de elegir a quien baile un poco a pesar de tener dos pies izquierdos, a la coreografía que se acerque en algo de calidad a las coreografías colegiales, al peor video hecho por los estudiantes de cine que repiten semestre, a los que reemplazan a los Reyes Magos en febrero, o a la mejor promoción de algún espectáculo de lluchas en vivo. Lo bueno de toda esta tontería es que me facilita la decisión de por quién no voy a votar. Pero como ustedes quieren saber por quién voy a votar, les digo que yo votaré por la persona que, en los términos generales de su programa de gobierno, anteponga el bienestar del ser humano por encima de las ganancias del capital.

En lo económico, hay que mirar, con los ojos bien abiertos, la realidad del país antes que obedecer ciegamente los programa talla única del FMI. Para combatir la pobreza y generar empleo[1], hay que: democratizar el crédito mediante el fortalecimiento de la banca pública, bajar las tasas de interés y el costo de los servicios bancarios, apoyar a las medianas y pequeñas empresas, regular las prácticas de concentración de poder de mercado, apoyar las formas de economía comunitaria, desarrollar programas agrícolas destinados al logro de la soberanía y seguridad alimentarias. Asimismo, es básica la inversión en fuentes alternativas de generación eléctrica que complemente las fuentes hidroeléctricas, según el plan maestro y así evitar los apagones por la falta de prevención ante efectos del estiaje.[2] Lo principal, y más urgente, es crear las condiciones básicas para cuando ya no tengamos petróleo para exportar, que, según cálculos de especialistas, será en la década del 2030. En esta línea, es fundamental generar las bases para una ciudadanía digital e invertir en la investigación, desarrollo e innovación tecnológicas, lo que se llama I+D+i, porque es indispensable para el fortalecimiento empresarial nacional.

En lo social, es necesario trabajar para un país con mayor equidad y justicia social. Esto implica que la educación pública sea de calidad y calidez, de tal manera que se convierta en un espacio de formación de seres humanos sentipensantes, científicamente motivados, socialmente responsables, y que permita la movilidad social. En esta línea, hay que propender a un mayor acceso a los bienes, servicios y prácticas culturales. Asimismo, el Sistema Nacional de Salud, independientemente del origen de los prestadores de servicios, debe buscar el acceso universal con particular atención en el tratamiento de las enfermedades catastróficas. Todo esto conlleva a fortalecer la institucionalidad de la seguridad social[3], de tal manera que se implementen mecanismos destinados a mejorar sus servicios, reducir el tiempo de espera para la atención de los asegurados y asegurar el financiamiento de las pensiones jubilares.

Y, en el tema de la seguridad, que es la preocupación más inmediata[4], hay que enfrentar el problema con una visión holística que considere los aspectos de la economía y lo social ya señalados, así como la reinstauración del Ministerio de Justicia y otras instancias para articular nuevamente el sistema de seguridad del país. Esto debe ir acompañado de una depuración de la Policía Nacional, una reinversión en el sistema del 911, una mayor regulación de la banca para el control de lavados de activos y que el endurecimiento de penas recaiga sobre los cabecillas, brazos armados y reclutadores de menores para actividades criminales. Asimismo, hay que participar de forma cooperativa en redes internacionales de inteligencia para el combate y persecución al narcotráfico y sus actividades de lavado, así como atacar de manera sistémica sus causas. No, no creo en aquellos que proponen la pena de muerte y dicen que hay que darles bala a todos los delincuentes, dejar que se maten entre ellos en las cárceles y reducir a todas las PPL a condiciones infrahumanas —y encima les molesta la designación de PPL y prefieren decirles “reos”, “presidiarios”, “reclusos”, etc.—. Hay que tener sentido común para combatir el crimen y fortalecer la seguridad ciudadana.

Por supuesto que faltan muchos otros aspectos de un plan de gobierno, pero, para mí, lo dicho es lo básico. Obviamente, considero que el maridaje entre el poder económico y el poder político es nefasto para cualquier sociedad, tanto como el sometimiento neocolonial y la preocupante instauración de las prácticas violentas de los neofascistas, ya sean simbólicas o reales. No me alcanza el tiempo para escribir el cómo lograrlo ni a ustedes la paciencia para leerlo. Aunque si yo supiera el detalle exacto de cómo lograr todo aquello que anhelo para mi país, no estaría pensando en quién votar sino, tal vez, pidiéndoles a ustedes que voten por mí.

 


[1] Sebastián Angulo, «La recesión de 2024 se tradujo en más pobreza e informalidad», Diario Expreso, 28 de enero de 2025. Las cifras, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, INEC: «En diciembre de 2024, la pobreza por ingresos a nivel nacional alcanzó el 28,0%. Aunque el INEC señala que este incremento de 2,0 puntos porcentuales respecto a diciembre de 2023 no es estadísticamente significativo, es la cifra más elevada desde 2021, cuando el país enfrentaba la crisis causada por la pandemia de COVID-19» […] «Por su parte, la pobreza extrema llegó al 12,7% en diciembre de 2024, comparada con el 9,8% registrado en diciembre de 2023» ¿Por qué el INEC interpreta que un aumento de dos puntos en pobreza y de tres puntos en pobreza extrema no son significativos? Estamos hablando de las tasas más altas desde la pandemia de la Covid-19. El Universo informó una proyección del FLAR: «La reciente proyección del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) apunta que la economía ecuatoriana no crecerá en 2024. El organismo multilateral pronostica que el producto interno bruto (PIB) del país cerraría el año con un decrecimiento del 0,4 %».    

[2] «Ecuador cumplirá este 23 de noviembre dos meses de cortes de electricidad programados, desde que arrancaron el 23 de septiembre pasado, y el sector privado calcula el impacto que esto ha significado para las diferentes actividades como el comercio y las industrias. En este orden, según estimaciones de la Cámara de Comercio de Quito, ambos sectores llegarán a perder en esos 60 días alrededor de $ 7.500 millones [cuatro mil millones el sector industrial y tres mil quinientos el sector comercial]», El Universo, 16 de noviembre de 2024.

[3] Lupa Media, una organización no gubernamental especializada en fast check, explicó en su cuenta en X-Twitter: «La afirmación del presidente del Consejo Directivo del IESS, Eduardo Peña, es completamente falsa porque el número de afiliados hasta diciembre de 2024 fue de 3.538.771 y no de 3.800.132, como dijo en la entrevista en Teleamazonas. Además, 2024 cerró con 225.983 menos afiliados de los que comenzó en enero, que eran de 3.764.754».

[4] El portal Ecuador Chequea, publicó un estudio el 30 de enero de 2025, al comparar las muertes violentas de enero de 2024 y enero de 2025, concluyó que: «[…] el aumento de las cifras registradas en este periodo en 2024 y 2025 es exponencial; representando un total de 50,22% más de casos entre los dos años. Además, si se compara 2025 con 2014, el incremento alcanza el 422,22%. Asimismo, el dato registrado en los primeros 26 días del año es incluso mayor al reportado en el compilado total de muertes violentas contadas en todos los eneros desde 2014. Si se compara esta cifra con el total de homicidios registrados sólo en enero de 2024 el incremento es del 30,56%».


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