No obstante, si bien me he negado a
ver la película hasta el día de hoy, decidí leer Yo antes de ti (2012), novela de Jojo Moyes (Londres, 1969), lo que
ha sido para mí una lectura de saneamiento y reconciliación frente al dolor y
el sufrimiento; y frente a la confrontación entre la pulsión de vida y el
anhelo de muerte. Lectura de un texto sentimental, sin pretensiones, que, sin
embargo, cuenta una historia de manera diáfana, construye personajes con verdad
afectiva, y trasciende en su planteamiento ético.
Yo
antes de ti es una historia de amor con los ingredientes que se necesitan para
llorar. A medida que avanzamos en su lectura, la novela nos va involucrando en
las transformaciones que por mutua influencia sufren los personajes, en los
dilemas éticos que deben afrontar, y en la desesperada necesidad de encontrar
un camino propio en la vida. “Hay horas normales y hay horas yermas, en las que
el tiempo se estanca y se desliza, donde la vida (la vida real) solo existe en
otro lugar”, piensa Louisa. La historia, sin que lo sintamos, se convierte en un
alegato sobre el buen vivir, atravesado
por las repercusiones personales, familiares y legales de la eutanasia.
Louisa Clark es una muchacha de 26
años que pertenece a una familia de clase media. Ella trabaja de mesera en una
pequeña cafetería, su padre en una fábrica que amenaza con cerrar, su madre se
dedica a las tareas de casa, y su hermana, madre soltera, es la única de la
familia que va a la universidad. “Soy baja, morena y, según mi padre, tengo
cara de elfo. Y no se refiera la «belleza élfica». No soy fea, pero que nadie
me va a llamar nunca guapa.” Su novio Patrick, un entrenador personal, es “el
tipo de rostro que se vuelve invisible en la multitud.” Al cerrar la cafetería,
ella se encuentra, de pronto y sin estudios de enfermería, trabajando como
asistente de cuidados diarios de un millonario tetrapléjico.
Él tiene 35 años, un carácter cínico
y agresivo, y respira una profunda amargura por la forma en que tiene que vivir
como tetrapléjico C5/C6; se trata de Will Traynor, que ha pasado sus dos
últimos años en una silla de ruedas luego de un accidente de tránsito. Traynor,
hasta antes del accidente, era un hombre con fortuna, un triunfador en los
negocios y un ser pletórico de vida. A él lo atiende un enfermero llamado Nathan,
quien le revela a Lou la real situación: “No va a volver a caminar, Louisa. Eso
solo ocurre en las películas de Hollywood. Lo único que hacemos es evitarle el
dolor y conservar el poco movimiento que tiene.”
Los elementos para el drama amoroso
están dados. Diferente clase social y, por tanto, niveles distintos de
educación y visión del mundo. Obviamente, la actitud que ambos tienen frente a
la condición médica de Traynor es radicalmente opuesta. La relación que
desarrollan Will y Lou es una mezcla del conflicto de Love Story, de Erich Segal, y le recreación del mito de Pigmalion, en la obra de George Bernard Shaw.
Will, desde su acritud, es conmovido
por la sencillez, inteligencia y vivacidad de Lou. Ella, que se da cuenta de su
propia transformación espiritual, siente que su misión es provocar un destello
de felicidad en medio de la vida miserable en la que se siente envuelto Will.
El surgimiento de la sensualidad se da en una escena cotidiana, cuando Lou
decide afeitar a Will, quien se había negado sistemáticamente a tener un mejor
aspecto. “Fue un momento de una extraña intimidad, este afeitado. Comprendí que
había dado por supuesto que su silla de ruedas sería una barrera, que su
discapacidad impediría toda sensualidad.”
Los personajes crecen en la medida
en que van confrontando situaciones complejas en términos que los obligan a
tomar definiciones éticas, desde lo cotidiano. No estamos ante un discurso
filosófico sino ante la puesta en juego de principios vitales en medio de una
historia de amor protagonizada por una extraña pareja. Al final de un concierto
al que asisten ambos, las palabras de Will, “Solo… quiero ser un hombre que ha ido a un concierto con una
chica vestida de rojo”, se complementa con las de Lou: “Cerré los ojos y apoyé
la cabeza en el asiento, y nos quedamos ahí sentados, juntos, durante un
tiempo, dos personas que se dejaban llevar por una música recordada, medio
ocultos a la sombra de un castillo en lo alto de una colina iluminada por la
luna.”
Pauline Sara Jo Moyes (Londres, Reino Unido, 1969) |
La voz de Louisa, la primera persona
narrativa, fluye convincente, natural y con ella los afectos que son
compartidos con los lectores. Ah, también están los diálogos: cómo muestran a
los personajes y cómo los enriquecen con cada frase que dicen. Y la historia:
Jojo Moyes sabe cómo contar e ir desgranando los sucesos hasta un final
inevitable que, al igual que Louisa, en un principio, nos negamos a aceptar
hasta que comprendemos las razones de Will. Entonces la tristeza se mezcla con
el regocijo por liberación que se produce con la muerte. La situación emocional
de los personajes durante el encuentro final, en Suiza, entre Lou y Will, podría
ser resumido en estas líneas dichas por ella:
“Comprendí que tenía miedo de vivir sin él. ¿Cómo es que tienes el derecho a destrozarme
la vida, quise preguntarle, pero yo
no tengo ningún poder sobre la tuya?
Pero se lo había prometido.
Así que lo abracé. Will Traynor, experto
exnegociador en Londres, exsubmarinista temerario, deportista, viajero, amante.
Lo abracé con fuerza y no dije nada, sin dejar de decirle en silencio que era
amado. Oh, pero cómo era amado.”
Yo antes de ti, de Jojo Moyes, es una novela de
amor narrada con fluidez y verdad, que tiene los ingredientes necesarios para provocar
un llanto profundo y liberador; tal vez no sea una novela que engrose el canon
literario de la academia, pero sí es una novela en cuya historia dos personajes
disímiles, social y vivencialmente, aprenden a escucharse y en ese proceso
transforman al otro y se transforman a sí mismos.
Vi la peli. Hace tiempo ya, con mi hija. Me gustó bastante. Gracias por recordarme esos momentos de sensibilidad necesarios para que la vida no se vuelva la eterna reflexión profundísima que si es excesiva termina fatigando el espíritu. Bello tu análisis. Gracias otra vez.
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