Ese pequeño género humano, doscientos años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad del arcoíris |
En
los exteriores de la UASB, junto al edificio Manuela Sáenz, está una estatua de
Simón Bolívar sentado en un poyo largo, de piedra vista. Se trata de un
monumento en tamaño natural que tiene la virtud de convertir en un personaje
cotidiano a quien le debemos la conducción del proceso libertario de la región.
Su particularidad es que, a contramano de la iconografía escolar, Bolívar viste
de civil como un símbolo de aquel republicanismo que postuló desde la Carta de Jamaica, en tanto Estadista
fundacional de nuestra América.
El Bolívar de civil de la UASB es la memoria del
pensamiento latinoamericano que se hermana con las formulaciones de José Martí
en su ensayo Nuestra América,
publicado en enero de 1891. Ese bronce de Bolívar se complementa con una frase
tomada de la Carta de Jamaica: “Somos
un pequeño género humano”. La cita
completa es la siguiente: “Nosotros somos un pequeño género humano: poseemos un
mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y
ciencias aunque en cierto modo ya viejo en los usos de la sociedad civil”. Y
ese pequeño género humano, doscientos
años después, está signado por la diversidad que encontramos en la luminosidad
del arcoíris. Celebrar el rito de la foto junto al ciudadano Bolívar es
celebrar a la UASB como un centro académico que contribuye, desde la libertad
de cátedra, el pensamiento crítico y las prácticas interculturales, a los
pueblos de la región.
Y
es que el principio rector de un centro académico es la libertad de cátedra y
la responsabilidad ética en la docencia y la investigación. La cátedra no puede
ser el pretexto para el adoctrinamiento pues aquello constituye un abuso por
parte del docente. La cátedra es el espacio que propugna el debate académico en
torno a los diferentes saberes, es el espacio que impulsa la investigación
desde los postulados críticos que se modifican cuando los hechos de la realidad
son superiores a las hipótesis de trabajo.
Por
ello es necesario una universidad en la que el concepto de autonomía no sea
confundido con el de autarquía. Es fundamental, por tanto, preservar a la
universidad de los avatares de la política cotidiana puesto que, para el
desarrollo del pensamiento científico, la universidad tiene que ser tan
independiente de los gobiernos como de los usos partidistas por parte de sus
autoridades. La autonomía, y más la de un organismo internacional, es un
privilegio otorgado por los Estados para que la institución esté al servicio de
la sociedad, pensando la integración regional.
De
ahí que, una universidad crítica sea también un espacio para el debate plural
y, por supuesto, un lugar que genera aportes que planteen alternativas a los
problemas sociales, institucionales, de cooperación Sur-Sur, etc., de la
región. Por encima de las militancias partidistas de sus miembros, la
universidad construye un arcoíris de ideas y no los garrotes de los sectarios.
En este sentido, la universidad tiene como primera tarea el diseño de
mecanismos tendientes a democratizar el acceso a ella de los estudiantes de la
región y la multiplicación de la oferta académica, optimizando los recursos y
especializando en diferentes áreas del conocimiento a las distintas sedes
nacionales.
Finalmente,
vale destacar y ratificar específicamente que el fortalecimiento institucional
de la universidad pasa por el respeto a la estabilidad laboral del personal
docente, administrativo y de servicio que ha contribuido a la vida de la
comunidad universitaria. Nada tan necesario como la diversidad de pensamiento,
nada tan indispensable como la libertad para manifestarse de cada uno de los
miembros de la comunidad, nada tan humano como la tranquilidad de las familias
mediante la afirmación de la seguridad de su espacio de trabajo.
Simón
Bolívar fue un soñador y un visionario que, venciendo todas las dificultades
que se le presentaron, hizo realidad sus sueños de Libertador, aunque no pudo
concretar la unidad de nuestras repúblicas. Bolívar señaló en la Carta de Jamaica que lo que nos ayudaría en esos momentos a expulsar a los españoles y a fundar un gobierno libre era la unión: "mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".
Los monumentos son apenas un
símbolo para que las personas de hoy honremos la vida y la memoria de quienes
trabajaron por un mundo mejor. Seguir cimentando una universidad comprometida
con la libertad de cátedra, el amor al conocimiento y la unidad regional en la diversidad y en lo intercultural,
es también trabajar por los sueños libertarios de Bolívar.
Fraternalmente,
Raúl
Raúl
Vallejo es docente del Área de Letras y Estudios Culturales de la UASB, sede
Ecuador. En esta foto junto a la estatua de Bolívar en el recibidor del edificio Olmedo. Recientemente tuvo a su cargo la edición y el estudio introductorio de un libro facsimilar y bilingüe de la Carta
de Jamaica, con motivo de los 200 años de la misma. La publicación fue auspiciada por el
Parlamento Andino y la Embajada de Ecuador en Colombia. Asimismo, fue quien tuvo a su cargo el estudio introductorio, la cronología, la selección de cartas y el cuidado del texto de la primera edición en España de La victoria de Junín. Canto a Bolívar, el poema fundacional de nuestra épica de José Joaquín Olmedo, publicada por Ediciones Doce Calles, de Madrid, y la UASB.